'MATILDE DE ORLEMM.
DRAMA EN CINCO ACTOS
3 Y EN PROSA.
e]
, Pe pd A NUESTRO TEATRO
DEL FRANCÉS,
POR
De As ISE;
REPRESENTADA EN EL COLISEO
DE LOS CAÑOS DEL PERAL.
MADRID MDCCCHIHT,
SEN LA IMPRENTA SITA CALLE
DE CAPELLANES.
PERSONAS DE ESTE DRAMA,
EL CONDE DE ORLEIM.
MATILDE , Su bija.
AMELIA , amiga de la difunta Condesa de
Orleim , y aya íntima de Matilde.
ERNES , joven , sobrino del Conde.
MR. HERMAN , Capellan de la casa, entrage
de Abate.
mr. BLuM , Mayordomo del Conde.
EL BARON DE VODMAR ) j0U€N.»
Luisa , Camarera de Matilde.
FELIPE, amante de Luisa y criado del Conde.
carzos, criado de librea del Conde,
Criados del Conde y del Baron.
La Escena es en el Palacio de Orleim,
situado en una Granja.
(3)
ACTO PRIMERO.
Representa el Teatro un espacioso salon del
dicho Palacio. Habrá una pueria á la iz-
quierda de los Actores , otra grande al fon=
do que dá al jardin , puesta entre dos ven-=
sanas , por las que se descubre vario espacio
de terreno y camino que conduce á la puerta
de la entrada. Dos grandes plantíos trans-
versales á corta distancia de las ventanas.
Una papelera cerrada al lado derecho, y va=
rios asientos y muebles correspondientes
á la magnificencia del salon.
ESCENA PRIMERA.
LUISA Y FELIPE,
FELIPE. a por último , mi querida
Luisa, estás determinada , y me pro-
metes amarme siempre?
Luisa. Sí, Felipe mio,siempre , siempre;
y puedo asegurartelo sin el menor miedo
de faltar á mi palabra , porque soy de
una familia que jamás supo lo que es
la infidelidad.
FELIPE. No, pues tales familias no dexan
de ser hoy harto raras en el mundo. Ni
me atrevería yo á jurarte que sea de
A 2
(4)
ese número la mia ; pero en fin yo
serviré de exemplo á mis descendientes.
xuisa. Como que lo espero así..... El
Conde, nuestro amo, llega hoy , y en
el mismo dia le harás la propuesta. ¿Que-
damos conformes?
FELIPE. Dos horas le doy de descanso,
porque no es corto el paseo que hay des-
de Berlin á este Palacio. ... Déxole
alentar un poco , y luego me abalanzo
áél, y con la mayor política le hago
sabedor de nuestros proyectillos ; los
aprueba , nos dá un buen dote, nos
casamos , somos felices y principiamos
prontamente con una nueva raza de esa
dichosa clase de gentes que ignoran lo
que es la infidelidad.
Luisa. Cuidado conque te se escape esa
palabra delante del amo; mira que lo
perdiamos todo.
FELIPE. 3 Y por qué?
Luisa. No te lo puedo decir, en primer
lugar porque es un secreto , y en segun-
do porque. ... no lo sé. |
FELIPE. ¡Esa si que es una poderosa ra-
zon! Pero digo ¿será tal vez porque el
Señor Conde habrá dado con alguna
infiel?
Luisa. (Arrimandose al oido de Felipe.) Así
se decia á la sordina.
FELIPE, Pues no es posible que lo fuese
(s)
la Condesa , su esposa, cuya muerte
ví que lloró toda la familia. .
Luisa. (Aparentando saber mas de lo que
quiere decir.) ¡Ha!....
FELIPE. ¿Esverdad lo que he oido de que
vivieron separados unos diez años?
LUISA. Si ¡diez años! mucho tiempo es
para quien ama de veras, y mas si ni
aun puede quejarse.
FELIPE. HAñadamos á eso, que sabiendo
el Conde que estaba ella para morir, se
encerró con obstinacion en su Palacio,
y no permitió el ir á recibir sus úl-
timos suspiros.
LUISA. ¡Y esta absoluta prohibicion de
que por ningun caso se le pueda nom=
brar á la difunta!....
FELIPE. ¡Y el modo de portarse con Ma-
tilde , su hija, que despues de la muer-
te de su madre se la traxo aquí, donde
está peor que una estraña!....
muisa. Todo esto dá muy bien en que
pensar.
FELIPE. Yo te aseguro, que á estar yo
en esta casa anteriormente , ya estaría
algo mas adelantado en el particular...
Tal vez la Condesa, á quien todos su-
poneis tan virtuosa , habria en efecto.....
LUISA. (Interrumpiendole con viveza.) No
digo yo tanto.
FEHPIDE. ¿Puesqué es lo que dices?
(6)
juisa. Nada. ,.. Sino que tú me haces
hablar... . Supon con certeza que nada
sé de positivo, y que nadie en casa
sabe sobre esto mas que yo... Niaun
nuestro Abate Herman, íntimo del
amo. . .. Y como este no lo sepa á fon-
do , á nadie seguramente se le ha con-
fiado el asunto.
FELIPE. ¿Y Madama Amelia , esa amiga
antigua de la Condesa de Orleim , que
nunca ha abandonado á Matilde. ... Ma-
dama Amelia , no lo sabrá?
Luisa. ¡Oh! ¡siesa hablára!. .. Enton-
CES... . Pero no, no se la escapará
ni una sola palabra.
FELIPE. Pero el sobrino del Conde, el
joven Ernés , que le heredára seguramen-
te á pesar de su propia hija ¿ qué dice
á todo esto?
LUISA. “¿Quién? ¿ Mr. Ernés? Desde su
pasada enfermedad , cuya fecha se cuenta
desde el arribo de Matilde á esta casa,
se mudó su caracter enteramente. .. El
que era ántes tan alegre , ha caido aho-
ra en una melancolía. ... ¡y en tal es-
pecie de languidez!.... No, que me
enmelen sino le ha petadosu prima.
FELIPE. ¡Puede ser! pero ¡y qué nos im-
porta á nosotros!, . . . Ello'es que en ca—
si todas las familias suele haber unos
secretos, que el diablo quelos entienda.
(7)
Vaya , dexemos ya esto en que no nos
debemos metet. ... Me dá lastima el
amo, eso sí, porque no es muy dicho-
so; y no me compadezco ménos de la
pobre Matilde , cuya madre fué culpa-
ble, pero aun así no debia ella pagar
delitos agenos. . . . |
Luisa. ¡Delitos!... ¡Culpable!.... ¡Su Ma-
dre!... ¿ Y quién te ha dicho una pala—
bra de todo eso? Cuidado con que ha-
bles así delante de otros ; mira que nos
pondrian 'en la calle 4 entrambos.
FELIPE. (¿Yo? ¿hablar? Si, si, con to-
dos parezco mude , ménos contigo. .. +
Pero calla , que el Abate Herman viene,
ESCENA Il
MR. HERMAN, LUISA Y FELIPE,
HERMAN. 3 Qué tal ha pasado la noche
la Señorita Matilde?
vuisa. Señor Herman, harto mal.
merman. (Aparte) ¡Pobre criatura! (En
voz alta.) ¿Y Madama Amelia?
ruisa. Procura esforzar á su amiga.
HERMAN. ¿Qué, no baxarán aquí un rato
esta mañana? sE
zuisa. ¡Ay Dios! ¡si, baxarl. ... Mr. de
Orleim está para llegar.
HERMAN. Ya lo sé; pero €s aun muy
(8)
temprano , y no cgasá el Conde hasta
medio dia.
guisa. Mr. Ernés , su sobrino, creo que
vá á montar á caballo para salirle al
encuentro.
HERMAN. . El sSDpEO) será bien recibido....
(Aparte.) y la hija tendrá que escon-
derse. ... (4 Felipe.) ¿Está en casa el
Mayordomo?
FELIPE. ¿Quién? ¿Mr. Blum? Yo acabo
de estar con él,
HERMAN. Podeis decirle que se sirva pa-
sar aquí. Tengo que decirle, y le espe-
ro en esta misma sala,
ESCENA II.
HERMAN Y LUISA.
guisa. Me subo á la habitacion de Ma-
damas. ¿Nada mas quereis quelas diga?
HERMAN. Aquí las veré quando baxen.
xuisa. ¡Ha!... abora me acuerdo, Mr.
Ernés , que me vió al amanecer en el
patio, me preguntó si podría veros.
HERMAN. Me importan muy poco sus vi-
sitas.
LUISA. Sin embargo esun joven, precioso.
HERMAN. Sí, su exterior no cabe mas.
Luisa. Pues su fisonomía anuncia su hon-
tadezo
MERMAN. Los hombres saben hoy muy
bien tomar la fisonomía mas Conve-
niente á sus intereses.
Luisa. (Aparte. Vaya , este no quiere
bien á Mr. Ernés, y es el único de-
fecto que yo le hallo. (4 Mr. Herman.)
Con que en ese supuesto le diré, si le
vuelvo á encontrar , que no quereis verle.
MERMAN. No, no tan á secas. ... Yo
puedo pensarlo así , pero sería un gro-
sero en decirselo de ese modo. ... Es
el sobrino del Señor Conde.... Si os
pregunta otra vez por mí, decidle que
estoy ocupado , y con extremo.
Luisa. Bien está. ... (Aparte al marchar-
se.) No sé cómo hay quien no estime á
Mr. Ernés ; eso lo siento,
ESCENA I1V.
HERMAN SOLO.
¡Mr. de Ernés!. ... Mr. de Ernés, que
se aprovecha de la preocupacion de un
padre irritado, que recogerá los frutos de
la injusticia ; que privará de sus bienes
á la heredera natural, enriqueciéndose
con sus despojos!.-: .... ¡Eh! le aborrez-
CO. . ... O quando menos hago lo posi-
ble para ello, aunque á la verdad no de-
xa de serme costos0, . . Ya se vé, tiene
10
un ayte de EA cierta sensibili-
dad , y tal candidez , que hablan á su
favor , á pesar de quanto pueda encon-
trarse en él de malo. ... Pero, ¡vaya
Vimd. á penetrar el secreto de la con-
ciencia de los hombres!
ESCENA V.
HERMAN Y BLUM.
spLuM. Me acaba de decir Luisa ahora
mismo , que teniais que hablarme.
HERMAN. Verlad es, mi estimado Blum.
El Señor Conde de Orleim estará aquí
pronto. ... ¿Lo teneis dispuesto todo
en el palacio, como os encargué de su
órden £
BLUM. ¡Ah mi padre Capellan! Si Señor,
todo está arreglado ya. Está puesta tam-
bien la reja. de hierro, y la puerta gran—
de que cierra el corredor , y ha de se-
parar los quartos del amo , delos que
habitan su amable hija y Madama Ame-
lia , su compañera. En fin todo está lo
mismo que os previno.
HERMAN. Mas vale asi.
mum. En los quatro años que ha que
sirvo á Mr. de Orleim', nada me ha man-
dado cuya execucion me haya sido tan
costosa. '
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|
:
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|
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(0)
HERMAN. Bien lo creo.
BLUM. ¿Con que tenemos otra vez ya á
la amable Matilde prisionera , mientras
que su padre esté aquí?
HERMAN — (Suspirando.) ¡Prisionera ! Sí,
con todo el rigor del término.
BLUM. ¡Y por la orden de un padre!
HERMAN. Lo que debe admirar mas es que
lo manda asi un hombre bueno , gene-
roso, humano, bienhechor con todo lo
que le rodea , y solo bárbaro para con
su hija.
BLUM. Yono concibo ¡cómo es que puede
aborrecerla!
HERMAN. El la adoraba, Mr. Blum....
Como que es su hija única. Yo mismo le
he conocido por seis años enteros el
padre mas tierno. Matilde es un retra-
to perfecto de su madre , y nadie igno-
ra el intenso amor que tenia el Con-
de á Carolina su amable y desgracia-
da esposa.
BLUM. Eso de amar á su muger y des-
terrarla de su vista; dexarla perecer en
el último abandono; tener de ella una
hermosa hija , y constituirla prisionera
en la misima habitacion en que estan;
no"consentir jamas en verla, y amena=
zar á qualquiera que se la nombre con
echarle de casa sin arbitrio. . . No de-
Xareis yos mismo de conocer que hay
(12)
en todo esto un extremo de rareza sin=
SUE
HERMAN. ¡Oh! todas las mayores contra-
dicciones se suelen abrigar en el cora-
zon humano. Razon y desvarío, crímen
y virtud, venganza y remordimientos...
Tal es todo hombre, mi querido Mr.
Blum , con corta diferencia ¿ así somos.
No tenemos ciertamente de que enso-
berbecernos. -
BLUM. Pues yo he oido que el Baron de
Vodmar tiene sus ciertas miras sobre
Matilde. ¿Por qué no se la dará nuestro
amo?
HERMAN. Nunca conseguirá Vodmar á
Matilde. Con solo oir su nombre se mu=
da de color Mr. Orleim ; se estremece,
y se suscitan en él tales sentimientos,
que apenas basta su razon á conte-
nerlos.
BpLumM. Y en cierto tiempo Mr. de Orleim
fué el amigo desu padre.
HERMAN. Sí, su intimidad fué extrema-
da ; pero hallandose viudo el difunto
Vodmar , y ya con este hijo, preten-
dió casarse con Carolina. Obtuvo la pre-
ferencia Mr. de Orleim.... Venció su
pasion Mr. de Vodmar, y se hizo su
mas fino amigo. .. Pasaronse seis años
en su.mutua amistad.... Un viage de
Ar. de Orlcim, su ausencia por el espa-
(13)
eio de quince meses, y su vuelta aquí
tan repentina como inesperada , sepa-
ran los amigos , desunen á los dos €s—
posos , y siembran la desolacion en to-
da la fami, La Condesa y su hija par-
ten de aqué"á la media noche ; yanse
á encerrar á una casa de campo imuy
distante de esta : Mr. de Orleim se re-
tira 2 Berlin, no vuelve á dexarse ver
mas el Baron de Vodmar; huye de la
Prusia, viaja, y no dá la vuelta á su
patria , sino para venir á espirar en ella.
BLuM. Eso prueba ya que algun justo mo-
tivo de zelos....
HERMAN. ¿Pues qué? ¿necesitan jamas los
zelos de un justo motivo?....
pLuM.* Pero en fin Madama la Condesa...
MERMAN. Era la muger mas íntegra y
respetable. .. .. Pereció víctima de un
misterio, que acaso nunca se cono-
cerá.
BLUM. Aquí entra Mr. de Ernés.
HERMAN, (Con disgusto.) ¡Vaya!. . . No le
puedo ya evitar. . . Retiraos , amigo (4
Mr. Blum) y no tardarémos en volvernos
á juntar.... pues no será larga esta
conversacion , porque gasto pocas razo=
nes con los que me acomodan poco.
(Salese Blum y saluda al paso 4 Ernés, que
le corresponde con cortesía.)
(14)
ESCENA VL
ERNES Y HERMAN.
ERNES. ¿Vengo tal vez, Señor Abate,
á ocasion en que os importuno?
HERMAN. (Sentado junto áuna mesa en que
habrá varios papeles. ) Me: encontrais
ciertamente ocupadísimo con motivo del
pronto arribo de vuestro Tio. .. Tengo
mil cosillas que arreglar.
ERNES. No espero distraeros por mucho
rato... He oido esta mañana que mi
prima Matilde estaba algo indispuesta,
HERMAN. De modo es, que la perspecti-
va de un futuro cruel... Ciertos dis-
gustos nuevos. +. +.
ERNES. ¡Ah! ¡quánto lo siento!
HERMAN. (Con una sonrisairónica.) ¿Quién?
¿Vos los sentís, Jirnés ?
ERNES. ¡Mas de lo que pensais! Tambien
me han dicho que mi tio ha. enviado
ciertas órdenes concernientes á ella.
HERMAN. (Levantandose ,con sentimiento.)
Y harto rigorosas. . .. pero bien sé yo
que no las ignorais.
ERrNES. (Con afabilidad y tristeza. y Eso
es manifestarme claramente que me
teneis por sospechoso, y que me acu-
SalS.
(15)
HERMAN. Tengo la desgracia de no s$a-
ber disimular.
ERNES. Pues como es que quando me e€s-
timabais anteriormente. ...
HERMAN. — (luterrumpiendole vivamente.)
Entónces estaban Matilde en los brazos de
su padre, no sela tenia aun peor que á
una extraña en el seno de su familia,
y no habia sido aun sacrificada á quien...
no tiene, ni puede tener ningun dere=
cho para ser preferido á ella,
ERNES. Teneis razon , Señor Herman , ese
tal de quien hablais , pues os comprendo,
era un huerfano desgraciado , abando-
nado desde su cuna , y reducido por
una reunion de varios acontecimientos
fatales á la necesidad de existir gimien-
do en el olvido y la pobreza; ese tal
debió su vida y su fortuna á la madre
de Matilde , pero tampoco ha sido ni
un solo instante ingrato; pues adoró
siempre á su generosa bienhechora ; ha
reconocido y respetado los derechos. de
Matilde, de modo que el menor de sus
sentimientos es un suplicio para el co-
razon de él ; y ese tal por último pue-
dejurar por los mismos cielos que ja=
mas ha contribuido al daño ageno.
MERMAN. Yo me alegraré de eso por su
propio bien.
ERNES. ¡Y quánta sería mi desgracia,
(16)
(con pena) si mi prima es de vuestro mo-=
do de pensar!
HERMAN. (Alterado.) Ello es que estais dis-
frutando de las prerrogativas que la ase-
guraba su nacimiento, . .. Heredareis sus
bienes. .. (moderandose, pero insistiendo
siempre.) En fin, comparad vuestros de-
rechos con los suyos.... Cotejad su
suerte con la vuestra. ... y senten—
ciad vos mismo, |
BrNES. 3Cómo?... ¡Yo habia de quitar-
la su fortuna !. . . ¡Yo!
HERMAN. (Con una sonrisa dolorosa.) ¿Pues
qué prueba ese suntuoso matrimonio que
os tiene preparado el Conde?
ÉRNES. (Con firmeza.) Aun no está hecho.
HERMAN. Pero se hará; y los inmen-
sos estados que debian recaer algun
dia en Matilde....
ERNES. (Interrumpiendole con entereza.) Ja
más serán mios. ... (procura observar la
intencion de Mr. Herman.) Mas seguro es
el que pasen al joven Vodmar , que ha
hecho bien pública su intencion , desde
que murió su Padre, de unirse con mi
prima.
HERMAN. (Deun modo vago.) Si que ha
concurrido aquí bastante.
ERNES. (Con una curiosidad tímida.) Y sin
duda que se le mira de un modo favorable,
FIERMAN. Liso, lo sabrá vuestra prima.
f
e.
(17)
ERNES. ¿Conque si mi tio aprueba esta
union?....
HERMAN. Lo juzgo harto dificil.
ERMES. (Con un movimiento de alegría que
procura reprimir.) ¡Ah! El tiempo mejusti-
ficará ,si, y él me volverá vuestra amis=
tad y estimacion.... Ya viene gente...
Voy á dexaros. .... (aparte.) ¡O Dios
mio! ¡Es Matilde!. ...
ESCENA vVIL
MATILDE ) AMELIA , ERNES , HERMAN.
MATILDE. (Sobresaltada al ver á Ernés;)
¡Ay mi querida amiga! ¡No estaba solo
el Abate Herman!
ERNES. (Aproximandose á ella con respe-
t0,) No: os asusteis , Señorita , que yo
me retiraré si os incomodo.
MATILDE. (Con timidez y embarazo.) Me
pensé que estuviese solo Mr. Herman....,
pero tampoco es cosa de que vuestra
presencia me ofenda.
ERNES. Me lo llegué á temer , como: sé
que seme juzga con todo rigor. . . Pe-
ro, prima mia , no sé que me indica la
palidez de vuestro rostro. ..- ¿Estaisiin-
dispuesta ?
MATILDE. (Suspirando.) Soy poco dichosa,
y por lo comun participa el cuerpo de
la afliccion del espíritu.
B
(18)
ERNES. (Con sentimiento.) ¡No sois dicho-
sal... ¿pues para quién debe ser la fe-
licidad? : 0
MATILDE. Parece que no para mí, como
lo sabeis vos mismo mejor que nadie.
ERNES. (Suspirando.) Si, yosé... que no
merezco vuestro odio.
MATILDE. Tampoco es aborreceros el que
me veais suspirar por la dicha que es-
tais gozando ¿ ademas de que el odio es
un sentimiento muy roedor , para que
quiera yo añadirle á la multitud de mis
penas.
amerta. (Como ¿mpaciente de que dura tan=
so la conversacion , pero sin ¿mpolítica.)
Matilde que tenemos poco tiempo, pues
- que queriais pasear un rato antes del
arribo de vuestro padre.. ...¿Si nos lo
permite el Caballero Ernés?.....
ERNES. Os obedezco y me retiro. .. Ja-
mas se opondrá HErnés al deseo mas
mínimo de su prima. ... Bien lo veo,
todo depone aqui contra mí, y las apa-
riencias me acusan; pero siempre esta-
rá á mi favor el testimonio de mi co-
razon. (41 salirse se detiene viendo en-
¿rar ú Luisa.)
(19)
ESCENA VI.
LOS MISMOS Y LUISA.
Luisa. Señoras , Mr. de Vodmar viene con-
migo á veros. Estaba abierta la reja ca-
.«smalmente , y sola yo enla entrada. Por
mas que le he dicho que no recibidis hoy
á nadie, no ha desistido.
MATILDE. (Con humor.) Huyamosle , Ame-
lia 5 vamos.
ERNES. (Enel fondo aparte , y con Fita,
¡Qué es esto! ¡Reusa el verle!
AMELIA. (Llevandose á Matilde. Protit-
rad , Herman, que se marche pronto.
MATILDE. (Con viveza.) Vamonos antes que
pueda encontrarnos. (Marchanse.)
ERNES. (Enel fondo y aparte.) Pues ¿có-
mo huiría de él si estuviese prevenida
á su favor?
Luisa. Ya está aquí Mr. de Vodmar,
ESCENA IX,
VODMAR, ERNES, HERMAN Y LUISA.
voDMAR. (4 Errés.) No creí tendría el
gusto de veros aqui, persuadido :á que
impaciente por ver á un tio á quien de-
beis tanto. ...
p 2
(20)
ÉrneESs. No tardaré en cumplir con mi
obligacion. (Con frialdad.)
vobmar. 3 Debe llegar esta mañana?
ERNES. A lo menos le esperamos ; y por
lo mismo me permitireis que os dexe.
[Vase.)
voDmaR. Perdonad mi distracción , Se-
ñor Herman , que no os habia visto.
HERMAN. No hay de qué , Mr. Vodmar.
vopmar. (4 Luisa.) Señorita ¿podré ofre-
cerme á los pies de la bella Matilde?
zuIisa. Ahora no Señor , no está en su
' quarto. )
vVODMAR. Aquí me dixeron que la encon-
traría. . . . ¿Estará en el jardin?....
Luisa. Podrá ser muy bien, mas no lo sé
de Cierto... ., Yo misma la buscaré...
( Aparte. ) por donde no la encuentre.
Y ase.)
$l ESCENA X.
LOS MISMOS MENOS LUISA,
HERMAN. Acaso no será facil que podais
hoy hablarla. .. . Estando su padre pa-
ra llegar. ...
VODMAR. Eso mismo es lo que me hace
lsinsistir en el deseo de verla, para ro-
<,garla que me escuche un instante. In-
-Steresaos por mí: á este efecto, mi esti-
mado Abate, empeñaos con Amelia y
(21)
su bella amiga, á fin de que me Con
cedan esta gracia, de la que depende
tal vez nuestra mutua felicidad.
HERMAN. Sin atreverme á aseguraros que-
daré ayroso , podeis estar cierto que de-
seo serviros. (Vase.)
ESCENA XL
VODMAR SOLO»
¡Con qué ojos me miraba antes el amigo
Ernés! descubrian claramente su inquie-
tud.... ¿Si amará tambien á Matilde?
No es la primera ocasion en que se me
ofrece esta duda... . Aun mas, ¿si se-
rá él acaso amado?. ... pero no; por-
que debe creerle muy culpable... ¡Ah!
yo sí que lo soy mucho mas que no él;
una sola palabra mia , sin mas que con
una palabra sería feliz Matilde , mas el
honor ó álo menos lo que ponemos los
hombres en su lugar, una preocupacion
cruel no medexan que la pronuncie....
¡Ay padre mio! ¡Qué es lo que hicisteis!
ESCENA XIL
VODMAR Y CARLOS.
CARLOS. (Con exterior agitado é inquicto c0-
22”
- mo que teme"que le vean.) Ya hace rato
que os busco, Señor Baron.
voDMAR. ¿Qué es lo queme quieres Cár-
los?
carzos. (Mirando á todos lados con al
do.) No creo que puedan vernos. . . ¿es-
perais aquí á la Condesita Matilde?
VODMAR, SÍ.
carros. Pues sabed que será en vano,
Al pasar por este lado. al ultimo del
jardin , estando yo detras de un enreja-
do. que impedia me viesen., oí á eila y
su amiga Madama Amelia que decian
iban á buscar un sitio extraviado para
que no pudieseis hallarlas.
voDMAR. ¿Pues qué he hecho para que de
mí huyan?
carros. No lo sé... pero digo , cuidado
con que puedan sospechar que los dos
' estamos acordes en el particular. ...
Aquí todos se fian de mí , y merezo de
todos la confianza 5... pues como mi
pobrecita ama fuese mas dichosa... co-
mo llegára «yo á creer que su padre la
volviese algun dia. á su cariño, y como
no fuese el matrimonio el único obge-
to de vuestros proyectos con ella, no
creais que por todo el oro del mundo
fuese yo capaz. de hacer semejante trai-
cion, nial Señor Conde, miamo , que
me ha «visto nacer , mi mucho menos á
23
su preciosa a an quando niña la
llevaba yo en mis brazos.
VODMAR. (Presentandole un bolsillo que no
acepta.) No dudo eres un hombre de
bien, y conozco que jamás te pagaré
lo mucho que te debo,
CARLOS. No Señor , no, guardaos vuestro
dinero , que no tengo necesidad de él
para serviros en esto con todo corazon;
porque solo aspiro á la felicidad de mi
Señorita Matilde quando me meto en
tales asuntos. Hacedla dichosa, y que-
do así muy recompensado... . Pero ya
que nos hablamos con esta franqueza,
Señor Baron, tened la bondad de oir-
me,sin enfadaros de lo que voy á de-
ciros. Por lo que es en el dia sé de
cierto que aun no sois amado ; tal vez
lo conseguireis; pero al presente está tan
distante. . . . Si la Condesita (ví poco
ha) que se lo decia así á su íntima
Amelia , por consiguiente si vais á pe-
dirla su consentimiento, estad bien se-
guro de que no le obtendreis.
vVODMAR. Así me lo temo,
CARLOS. Si lo sé yo de cierto; así mi-
rad con cuidado lo que haceis....
voDMAR. Recurrir al medio que tenemos
hablado. . . ¡el es harto terrible!
carios. Sí, violento es sin duda. |
vonmMar, El rapto repugna á mi corazon.
| (24) |
farzos. Y tambien al mio, como soy.
vopmAR. De ningun modo me resolveré,
hasta que tenga perdída toda esperanza.
carzos. ¡Ah! es que me temo de que an-
tes que anocheza.... pero, por lo que
pueda suceder, aquí está una llave de
la puertecilla falsa del jardin. Me he
hecho con ella sin que el mundo lo sien-
ta. Haced que esten aqui bien tempra-
no los criados de mayor satisfaccion.
La llave esa les facilitará la entrada;
que se pongan entre la cerca y el en-
rejado.. .. Estaré yo bien alerta , y to-
maremos de mancomun las medidas mas
convenientes al caso.
VODMAR. Quiero antes volver á ver á
Matilde , y hablar ásu padre ; á lo me-
nos quedemos libres de los remordimien-
tos de una excesiva precipitacion.
CcArLos. Eso es pensar como hombre de
bien... . pero digo... . podiais procurar
tambien el travar amistad con Luisa,
doncella muy querida de las amas. En
tales casos una camarera es una alda-
ba indispensable. .. Creo que es toda
de mi compañero Felipe, un buen mu»
chacho, muy apasionado de Mr. Ernés...
Vaya que estas noticias podrán seros
útiles ; mas sobre todo suspirad , que-
jaos , instad con arte á Matilde, y no
perdais tiempo. Marchaos ya hácia el
25)
jardin, pues Le ellas que estais aquí,
y por lo mismo no vendrán , estoy muy
seguro. A lo ultimo de esa calle de ar-
boles , detras de la cascada , en el bos»
quecillo espeso , allí es donde se habran
metido.
VODMAR. ¿Qué camino he de tomar? (an-
dando para marcharse.)
CARLOS. Por “acia: despues á la dere-
char ESOMES PpPorrali.. Pero”, digo,
cuidado con la llave , y que esten aquí
los muchachos al amanecer, muy tem-
prano.... Vaya, maña, viveza, ani-
mo y todo se compodrá. (Vanse por la
puerta del fondo tomando cada uno su di-
ferente camino.)
(26)
ACTO SEGUNDO.
ESCENA PRIMERA.
HERMAN SOLO.
Ma no anda por aquí Mr. de Vodmar;
sin duda que cansado de esperar tomó
el partido de retirarse.
ESCENA IL
MATILDE , VODMAR, AMELIA, HERMAN
Y LUISA,
VODMAR. (Que viene siguiendo á Matilde
y á Amelia.) No huyais de mi Señorita.
Dignaos oirme un corto instante ; haced
este ligero sacrificio al grande interés
que tomo por vos.
AWELIA. No dudeis Mr. de Vodmar, de
que las miras honrosas que habeis he-
cho ver á Matilde os aseguran de toda
su estimacion ; pero pues que os ha ma-
nifestado que no puede su corazon corres-
ponder al vuestro , desde vuestra última
conversacion , no creo que haya podido
mudar de sentimientos.
YODMAR. Aun así, permitidme sepa yo
== — e
== A A -
2
de ella misma (4 Amelia) , Sise ha dig-
nado reflexionar bien sobre mis propo-
siciones. |
| MATILDE. Pedian, sí, por su naturaleza
toda mi atencion (con cierta contempla-
cion, y no he dexado de aplicarsela...
pero no puedo aceptarlas.
' VODMAR. Con que en fin deducirémos que
me aborreceis, ¡bella Matilde!
| maTILDE. (Con imgenuidad.) Yo jamás su-
pe aborrecer.
vODMAR. ¿Pues qué? ¿Sois asi dichosa?
| MATILDE. Sé conformarme con mi suerte.
| VODMAR. ¿Os lisonjeais á lo menos de que
se cambiará algun dia?
MATILDE. Se necesita ser muy infeliz pa-
ra perder hasta el consuelo de la es-
y peranza.
-¡vODMAR. ¿Llega hoy vuestro padre?
MATILDE. Si Señor.
VODMAR. Y sus repetidas ordenes ponen
otra vez un muro de separacion entre
, él y vuestra persona.
HERMAN. (Con despego.) ¿Y qué? ¿Os cree-
Teis A POr eSOÉ6 «0.4
voDMaR. (Interrumpiendole.) Si Señor , me
creo que la hija del Conde de Orleim
será desterrada al pabellon mas retira-
do del Palacio que él habita ; que la
reja y la puerta de hierro del quarto que
. €lla ocupe no volverán á abrirse hasta
1
|
(28)
que le dé gana al Conde de ausentar- '
se ; añadese á esto ( dirigiendose ahora |
la palabra á4 Matilde. ) el precepto mas
rigoroso de que por ningun caso 09.
presenteis delante de él, Señorita. Ha.
impuesto tambien á todos el de que no
Y . |
se 0s/nombre de ningun modo en su pre=.
sencia, y mucho menos para hablar a
vuestro favor. . .. Todo, todo lo sé;
podrá tal vez condenarse mi curiosidad, |
pero me disculpan mi humanidad y mi
amor. En fin , Condesita, estais humi-'
lada, abandonada y aborrecida. .. Mas
jay de mí! ¡ya llorais!. .. Perdonadme
estos arbitrios rigorosos que la necesidad
me hace emplear para convenceros, har-
to lo siento , pero lo cierto es que lle-
ga hoy vuestro padre, y vienen con él |
las penas, las pribaciones , el desprecio
y aun el odio para la desgraciada Ma- '
tilde. En una ocasion tan triste Vodmar
está á vuestros pies. .. este Vodmar que
os adora , que quiere cambiar vuestro |
infeliz destino, que os presenta su ma-
no , sus bienes y su corazon... A vues-
tra menor palabra hablaré al punto al:
Conde , y tal vez obtendré su consen-
timiento ; cesareis de continuar en el
oprobio, os elevo al estado que os es:
debido y dedico toda mi vida á haceros |
olvidar los excesivos males que habeis
padecido,
29
¡uIsa, (Aparte.) ¡Vaya que las intenciones
de este Señor no pueden ser mejores!
AMELIA. Sin duda que sois acreedor al.
mayor reconocimiento.
HERMAN. Á la verdad que deberiais ser
mas dichoso.
MATILDE. (Confusa.) No dexo de hacer jus-
ticia á vuestro proceder, Mr. de Vod-
mar. .. pero yo dependo de un padre....
voDMAR. Pues por lo mismo, permitidme
que le pida su permiso, y prometed-
me solamente en el caso de que nos le
conceda .s. +»
MATILDE. (Le interrumpe con firmeza.) No,
eso no, (Como reprimiendose.) No es en
mí decente el hacer ninguna Promesa.
voDMAR. (Mas acalorado.) Pues si decis que
vuestro corazon está aun libre, y que
no me aborreceis. . .. dexadme reparad
: vuestras desgracias. ... dexadme termi-
- Nar Vuestros males. ... de los que me
acuso interiormente , por los que vivo
mortificado , y de los quales soy, en
fin,la causa.
TODOS. (Con admiracion.) ¿Quién? ¿Cómo?..,
AMELIA. ¿Qué es lo que acabais de decir?
HERMAN. Explicaos algo mas.
YODMAR. (Con ansia.) No puedo: el honor
me lo impide. Digo solamente que soy
inocente y culpable... Sí, soy la yic-
tima' de un crimen que no he cometi-
30
'" do; y que me (39) encadenado. Dad=
me , Matilde, el poder y derecho de re-
parar este atentado. .. Compadeceos de
vos misma , y de mf... Libertaos de la
humillacion y del desprecio ; y salvad=""
me de los remordimientos y desespera-
cion. Matilde concededme vuestra mano.
MATILDE. No puedo llegar á comprehen-
der cómo podeis tener tan gran parte
en mis penas , pero no intento descu=
"brir este misterio. Os agradezco el'in-
terés que tomais en mi triste situacion,
y deseo me creais sensible á esos testi-
monios de una estimacion á que sola-
mente puedo corresponder con mi gra-
titud ; mas de ningun modo condes-
ciendo con las diligencias que intentais,
porque no mees posible aceptar vues-
tra mano. Ojalá que seais muy dichoso,
pero con otra... Por lo respectivo á mi
desgracia podrá tal vez minorarse: un
padre no es por siempre inexórable, aca-
so el Cielo moverá algun dia el corazon
del mio ; y si por mi desgracia fuese mi
suerte siempre igual, sabré someterme
Con resignación , pues una conciencia
pura, y una vida sin delito son con-
suelos muy poderosos contra el infortu-
nio, ademas que el valor nos familiari-
za con él; y: por último rre muerte vie»
ne á ser su término,
=— —
| ELIT
et Bien , pues yo, á quien jamás
faltó esco el valor , y á quien el mis-
mo amor dará fuerzas, yo sabré oponer-
«me á que deis ese exemplo, que admi-
ran los hombres, á su inhumana pie-
dad. .. Pongo al Cielo por testigo de que
si no hay otro arbitrio , á pesar de vues-
tro padre, y aun de vos misma...
ESCENA Ill.
LOS MISMOS Y FELIPE.
Entra corriendo é interrumpe á Vodmar.
FELIPE. Señores, Señores, ya está aí el pos-
tillon que viene delante del amo , y dice
que no tardará en llegar con su sobrino
Ernés que le acompaña.
|¿MATILDE. ¡Dios mio! ... ¿mi padre!...
¡dichoso Ernés!... ¡desgraciada Matil-
de! ... (Marchandose con Amelia , llenas
de confusion.)
| HERMAN. (Acompañandolas.) ¡O quánto me
_compadezco de vos!... ¡quánta lástima
¡me causais!...
| vobMar. (Mirando á Matilde.) ¡Ah! depa,
1. .Cradad. Js yo por*mí'D.
' 3ulsa. (Aparte mirando á Vodmar. y El
se queda todavia. ¿Qué intención será
la suya? ¡AMC
32
HERMAN. (4 Vodmar con una especie de
embarazo.) En llegando el Señor. Con=
de... se entrará aquí sin duda.
vVODMAR. Como es preciso que yo le ha-
ble , me estoy quieto en esta sala.
HERMAN. Acaso no sea esta la ocasion mas
favorable. .. No os espongais. . .
vopmMar. (Con soberbia.) ¿A qué? (mitigan-
dose.) Veame en hora buena Mr. de Or-
leim. Mi suerte depende de él ; pero la
suya de mí.
HERMAN. (Aparte.) Harto le he dicho. Es-
te encuentro podrá ser fatal. . . (4 Lu1-
sa aparte al salirse él.) Mirad si podeis
apartarle de aquí Luisa. ... Tal vez
conseguirá una muger lo que niega él
á mis ruegos. (Vase.)
ESCENA 1V.
YODMAR Y LUISA.
vonmar. (4parte.) Procuraré calmar la in-
quietud que me agita. esforzando toda
¡mi razon. y. 2
Luisa. (Aparte.) Hallo en este joven exce-
lentes: qualidades ; pero tiene su cabeza
un paco á la gineta. (4 él.) Tened á
bién-, Señor Baron, de que me atreva á
> manifestaroS. ....
VODMAR. (Inserrumpiendola con Pisos dy Es-
33)
tá demas. , Señorita; ya -oisteis lo que
dixe ahora mismo al Capellan. Estoy
resuelto , y se acabó.
Luisa. En tal caso está demas mi dae
tencia. (Hace que se vá y.el la detiene.)
VODMAR, Creo , Señorita, que os llamais
Luisa.
LUISA. Si Señor , para serviros.
VODMAR. ¿Os hnos criado con la hermo-
sa Matilde en, aquella casa de campo,
donde en. su infancia vivió con su madre
diez años?.. ls
LUISA. Así es, y, allí nací. |
VODMAR. Sé tambien que la Condesita os-
distingue con su confianza, y os estima
muy particularmente.
Luisa. Procuro merecerme esos honores.
¡vobmar. Aquí debe haber un joven de be-
llas circunstancias, llamado Felipe... A+
quien. mirais con gusto. «;.;
Luisa. (Sonriendose.) day que. aunque
fueseis adivino!. ... +1] 210%
VODMAR.«; Sís, lo sé la o
Luisa. Pero, y ¿qué consequiencias ACA
de todas esas preguntas! eS Y
vODMAR. Que si os hiciescis de mi parte
en mis «proyectos laudables con la ajmma-
.. ble: Matilde , me tendriais. eternamenje
reconocido , y yo procuraría con señala-
dos favores hacer dichosa vuestra uniqn
con Belipe. Rad *
c
avisa. No continueis hablandome mas por
ese estilo ,-Señor Baron.
VODMAR. Soy generoso , y sé quando se
me sirve. ..-
Luisa, (Interrumpiendole. ) Pues yo soy
tan desinteresada , que jamás east un
favor.
VODMAR. No es eso muy comun.
Luisa. En mí es natural. ]
voDMAR. Podrá serlo, pero «sin embargo
una que tiene talento para penetrar. ..
Luisa. Es que soy tan discreta para saber
callar lo que se me dice, como para
no querer sáber lo que se 'me calla.
“vODMAR. Sois, á la verdad , singularísima.
LUISA. ¡Qué! algunas habrá así en 'mi se-
xó ,á pesar de su mala fama.
“voDMAR. Pues decidme á lo menos. ¿El
joven Ernés que vé continuamente á Ma-
tilde, y que sin duda lográ'tambien en-
trar en su compañía íntima...
1uisa. Mr. Ernés es su primo...
VODMAR. ¿Y qué importa para “qué le pa-
rezca hermosa su prima?-
ruisa. Tal vez suceda así, como que bas»
ta para eso el tener buena vista, y los
“> ojos de Mr.' 'Ernés no son 'malós.
vVoDMAR. Ola ¡con qué atencion se los ha=
beis mirado!
“kuisa. Con gusto, y sin riesgo. .. pero va-
mos claros , Señor Baron , bay-os tomais
un trabajo inutil, ni vuestras. preguntas,
ni vuestras promesas conseguirán de mí
nada. Digo yo solamente lo que quiera
que se sepa, sin que se me' pueda cegar
por el soborno. Me empleo únicamente
en mis ocupaciones, y de. ningun mo-
do en. los secretos agenos. Carezco de
toda «habilidad para la intriga, porque
me falta el talento que exigc. En fin,
os creo Caballero digno de la Condcsi-
sita Matilde , y siento que degradeis
vuestro «caracter , intentando «así envi-
lecer el.mio. Os respeto quanto debo
pero noyjpuedo serviros en. n2da para
con mi Señorita ; todo: lo mas que haré
en favor del interés que me inspirais,
es el: rogaros que. os retireis de-este.sis
tio. Va á:entrar en él nuestro amo , quien
sabemos que justa Ó injustamente no os
vé con gusto. Dexad «de:exponeros sos
licitando de él una explicacion que. no
os serámagradable. Creedme, y si es ver-
dad que: amais sinceramente á. Matilde,
dadla úna prueba con apartaros de aquí
para ahorrar á su padre un sentimien-
to que: no podrá faltarle si llega á veros.
VODMAR. Muy bien , yo; adoro. 4 Matilde;
respeto á su padre. . . y no olvidaré que
sois preciosísima.
Luisa. En esto no hago mas que cumplir con
mi obligacion. ... pero. ya se oye el
Cc 2
36) >
ruido. «. . Mi amo ha llegado. . ...
(Aparte.) ¿Cómo se saludarán al verse?
voDMaAR. (Aparte.) Tendré presente que es
desgraciado... y que lo. es por mi cau-
sa... . ¡Ya entra!... ¡Cómo palpita mi
corazon! .. . ¡Qué ascendiente tiene so-
bre la alma una persona, de cuya vis-
ta solamente debemos avergonzarnos!
ESCENA Y.
EL CONDE DE ORLEIM, ERNES ( Ámbos
en trage de camino), HERMAN, BLUM,
LUISA , FELIPE Y VARIOS CRIADOS
DE LA CASA,
Vodmar se pasea retirado por el fondo del
Teatro sin ser visio del Conde.
ORLEIM. (Abrazando 4 Ernés.) Dadme mil
abrazos, querido sobrino... ¡Qué susto
me dió tu enfermedad!... pero estás ya
bueno , y veo eumplidos mis deseos... .
(Volviendose á la familia que: le tiene ros
deado.) Os estimo mucho-á todos el exo
presivo recibimiento que me haceis. Co.
nozco que me volveis á ver con gusto,
y no es menor el que yo tengo en vol»
ver á vuestra compañía... (:4! Padre
Capellan que con mucho respeto está algo
lo retirado.) Herman , mi querido amigo
a
| (37)
Herman, corred á los brazos de quien
os estima de veras. E
HERMAN. Perdonad, Señor Conde, á mi
respeto...
ORLEIM. Dexémonos de cumplimientos. Yo
estoy siempre deseoso de veros , y muy
contento despues que os visto, (mira á
todos lados con una especie de imquie-
tud, y alarga la vista muy amenudo hácia
la puerta de Matilde.) Me parece que
no hay por aquí novedad. .. Todo está
bien. .. y el que menos logra de una
perfectísima salud.
HERMAN. Cada qual de nosotros deseaba
vuestra vuelta, porque vuestra presen-
cia es el colmo de nuestra felicidad.
ORLEIM. (Con un desasosiego involuntario.)
¿Me podriais decir Herman?... ¿Ernés,
sabes acaso?
ERNES. (Con prontitud.) ¿Qué? tio...
HERMAN. ¿Qué mandais?
ORLEIM. (Procurando reienerse.) Nada, que-
rido....: Nada , Mr. Herman... (4par-
te.) ¡Apenas puedo reprimir los movi-
mientos de mi corazon!
(38)
ESCENA VL
LOS MISMOS Y AMELIA.
Vodmar se pasea siempre por el fondo , y pro-=
cura no ser aun visto por Mr, de Orleim.
ORLEIM. (4/ ver 4 Amelia hace movimientos
de indignación que reprime al punto.) ¡Ah
Madama!... Bien, ¡sois vos! (con frial-
dad.) No creo haya novedad en vuestra
salud.
AMELIA. (Con despego y nobleza.) No he juz-
gado conveniente el retardar mi venida
para manifestaros, Señor Conde, mi es-
timacion á vOS , y .. . á quanto debe se-
ros precioso; esto es un efecto de mi gra-
titud,
ORLEIM. Ninguna me debeis, Madama...
He creido deber hacer lo que he hecho. ..
Jamas mudaré de opinion.
AMELIA. (Aparte.) ¡Qué recibimiento este!
¡qué frialdad! )
VODMAR. (4un en el fondo , dice con indig-
nacion.) ¡No , no sele oirá nombrar á
Matilde! |
ORLEIM. Hoy no puedo tener el gusto de
que comamos juntos , sobrino mio ; cier-
tos asuntos importantes me llevan á al-
guna distancia de aquí á cierta casa de
9
campo , donde debo ir dentro de un ra-
to ; pero mañana cuento contigo y con
Madama Amelia... Me subo á mi quat-
to. Ernés , dentro de una hora estarás
por aquí que tenemos que hablar... y
no nos dexeis Capellan. (4l salir vé á4
Vodmar. ) ¡Ay cielos!, +. ¿Aquí estais,
Monsiurt
ERNES. (Con admiracion y pena.) ¡ Este es
Vodmar! ...
HERMAN. (Áparte.) ¡ Mal encuentro!
voDmar. (Con. nobleza y algo de confusion.)
Espero que tendreis la bondad de escu-
charme dos palabras.
ORLEIM. (Con sequedad.) Ya recibí vuestra
carta. |
vODMAR. Pues vengo eat á buscar
_la respuesta.
orLeIm. Tendré luego el honor de darosla
. por escrito.
VODMAR. ¿Y para qué se me ha de diferir
ALS estamos tan próximos uno de
otro?
OrLEIM. En otra ocasion...
VODMAR. (Interrumpiendole con suavidad.)
Tal vez el aprovecharnos de esta: será
muy útil á ¿entrambos.
orLEImM. Pues que lo exigis así con tanto
empeño,» «(á los demas) dexadnos solos.
HERMAN. (4Aparte.) Convendrá el. no. per-
derles de vista,
(40)
ERNES. Aparte.) ¿Qué cosa será esta?
AMELIA. (Aparte.) ¡Pobre Matilde! Aquí se
vá á hablar de tí, y “acaso para perder-
te mas. (Vanse todos. Amelia entra en la
habitacion de Matilde.) |
ESCENA VI.
ORLEIM Y VODMAR.
Estan un corto instante en silencio. Orleim
CES no alza los ojos del suelo. Vodmar
como confuso.
voDMAR. Señor Conde...
ORLEIM. Señor Baron... (Con sequedad y
sin mirarle.)
voDMAR. (Con timidez.) Mi presencia os in=
comoda....
ORLEIM. Es que no me esperaba encontra-
ros aquí; pero en fin 53podré 2 qué
es lo que os ha traido?
VODMAR. Ya lo dixe antes y la respuesta de
mi'carta,
ORLEIM. Creo que su contenido se reducía
á decirme que deseabais hablarme sobre
un importante asunto; pero no'me ha
“sido posible adivinar qual' sea'él. :'. (Con
una atencion fria.) Ahora que os escucho
“os: servireis de. decirme 'el “motivo “que
me procura el honor de vuestra visita.
: (41)
VÓDMAR. No es otro que el del amor. .. Yo
adoro á vuestra hija.
orLEiM. (Con admiracion y cólera.) ¿A Ma-
tilde? .. ¿Y venis á pedirmela ? ..
VODMAR. De vuestro consentimiento depen-
de toda mi suerte.
ORLEIM. (Mirandole ahora de fijo.) ¿Cómo?
¿quereis por esposa á Matilde?. ..
voDbMaAR. Mi fortuna , mi honor y mi vida;
todo , todo lo ofrezco á sus pies.
orLem. (Con altivez despues de un corto si-
lencio.) Dios me libre de consentir jamas.
voDMaR. 3Jamas?.. ¿Y porqué...
orLEImM. (Con un triste suspiro.) ¡Ay!.. Ni
puedo , ni debo decirlo. .. pero el honor
y mi obligacion “me imponen la necesi-
dad de negarosla.
voDMaAr. (Con admiracion.) ¡ Vuestro honot
y obligacion! .. |
ORLEIM. Sí, (Con resolucion.) Y sabré obe-
decerles.
vODMAR. Pero ¿Y no me direis? ..
ORLEIM. No; nada.
voDMAR. (Pronto á irritarse , y procurando
contenerse.) Acaso quando sepais que no
han sido del todo desechados mis res-
petos....
orLemm. (Con susto.) ¿Pues qué? ¿Ella os ama?
VODMAR. Es muy prudente Matilde para
llegar á hacer semejante confesion : sabe
muy bien que depende de un padre,
(42)
ertemm: No, depende solamente de sí mis-
ma ; puede disponer de su corazon y. de
su mano. No me opongo á su eleccion,
sea qualquiera. .. (Cun firmeza.) Con tal
que no recaiga en vos. |
VODMAR. (Colérico. ) ¡Mr. de Orleim!....
ORLEIM. (Con MANS ¡Mr. de Vodmar!..
VODMAR. Mirad que me injuriais mucho.
ORLEIM. No tal. Sios la niego , es porque
debo hacerlo.
VODMAR. ¿Y sin darme un motivo?
ORLEIM. Debeis suponer que tengo infinitos
para no hablar ; y vuestra prudencia de-
be obligaros á respetar mi secreto,
vobMar. Vuestra conducta le ha publicado
con demasía... . Bien , no insistiré mas;
pero Matilde es infeliz : aborrecida de su
padre, desgajada por las penas que él
la procura, y acaso desheredada ya , tie-
ne á su vista la perspectiva de un futuro
cruel; mas aquí estoy yo que haré á su
favor lo que debo, (Vase.)
ESCENA VIII
ORLEIM SOLO.
¿Qué me queda ya que oir?... ¿No estoy
harto atormentado? .. Matilde , (Con fue-
go.) tu á quien quisiera yo aborrecer , y
no puedo dexar de amar. .. (Con ternura.)
€
43)
¡Matilde! ¿serás tu siempre la causa de
mi oprobio y de mi desesperacion?
ESCENA IX.
ORLEIM , HERMAN , BLUM , ERNES , LUISA
Y FELIPE,
HERMAN. ¡Con qué desesperada agitacion sa.
le de aquí Mr. de Vodmar! , . Ya lo ha-
bia yo previsto.
ERNES. Tio mio ¿qué pena es la vuestra?
HERMAN. ¿Llegais , Señor Conde , hasta
el extremo del llanto? ..
ORLEIM. Dexadme todos , dexadme solo un
instante. (Procurando retener las lágri-
mas.)
ERNES. ¡Como supiese yo que Vodmar se
habia excedido! . ,.
ORLEIM. El es desgraciado , pero tu tio. ..
(Con una voz sofocada por el llanto.) Vues-
tro Orleim lo es infinitamente mas que él,
(Vase.)
HERMAN. (4 Ernés.) No le perdais de vista.
(A Luisa y Felipe. ) Estemos un poco
alerta. .. (Al marcharse.) ¡Desdichado!..
ERNES. (Al salirse.) ¡Ay Matilde querida!..
(44)
ESCENA X.
LUISA Y FELIPE.
FELIPE. ¿Qué es lo que han tenido? ..¿De |
dónde provendrán estas nuevas penas
del amo? .. |
-1uIsa. Te dixe ya , y te repito, que este
es un secreto impenetrable.
FELIPE. Quanto ras me lo dices , mas me
aprieta la curiosidad , sin embargo de'que
no es ella mi defecto dominante. |
Luisa. Niel mio tampoco; pero por lo co-
mun quanto mas se estima á una perso-
na , mas se desea saber la causa de su
desgracia , y esto no tanto por curiosi-
dad como por afecto,
FELIPE. Dices bien Luisa , así vamos á ver
* si por afecto solamente podemos satis-
facer algun tanto nuestra curiosidad.
(Vanse.) | |
ll
"
|
1
(
| (45)
ACTO TERCERO.
ESCENA PRIMERA.
CARLOS SOLO,
li
,. Entra acechando muy despacio si. alguno
Ñ le vé,
| Solo está todo esto. . .. nada tenemos que
| temer. . . (Vuelve por la puerta del fondo,
y dice átres criados que le esperaban fue-
ra.) Vaya , enterarse bien de todos los
sitios. . . Pasad por aquí. .. Siempre el
plantío y la cerca... Yo estaré del otro:
- lado como que no estamos juntos, y nos
podrémos hablar... ¡Ola! que se siente
ya ruido; pronto , pronto que vienen...
Escapad por la orilla de la cerca , que
no es posible que os vean. (Vanse , en-
trando por la habitacion de Matilde.)
ESCENA Jl
AMELIA Y HERMAN.
AMELIA. No me he atrevido á pregunta-
ros cosa alguna delante de Matilde. En
| hablando de su-padre, temo siempre ois
| ;
46)
algo que sirva á humillarla todavía mas.
HERMAN. Ello es que Vodmar salió con
una agitacion harto fuerte , y no quedó
el padre de Matilde en un estado menos
violento. . . Pero ¿por qué Madama no
le preguntais á él mismo sobre esto?...
La estimacion que debe teneros. ..
AMELIA. Porque habiendo sido yo siempre
la mas íntima de su esposa , de la que
tuvo sin duda algunas falsas sospechas,
y á quien condenó sin siquiera oirla , á
pesar de que fué siempre la muger mas
virtuosa ¿ me h: creido su cómplice, y
léjos de estimarme , ya me aborrece. Me
tiene sin embargo alguna consideracion,
pero por su propio respeto , y yo estoy
en su caza por solo €l de Matilde , por-
que «¿cómo he de abandonar á la hija
desgraciada de mi-única amiga?-
HERMAN. Esos nobles. sentimientos que en
vos admiramos , deben haberos sido har-
to costosos.
AMELIA. Y me cuestan cada dia mas, pues
no sé qual deba sernos mas doloroso, si
el sufrir una justa acusación , Óaguan-
tar la que no se merece.
HERMAN. Distingo alguna gente. .. y es el
Conde de -Orleim.
AMELIA. Ahorremosle del disgusto de ver=
me.
HERMAN. Viene muy despacio, y está aun
bien distante.
| ¿AMELTA. Siendo así que antes le estimaba yo
¡con tanta ternura , ahora yasu presen-
(cia es para mi un cruel suplicio....
(Acercase á la puerta de la habitacion de
Majilde.y ¡No es un tormento continuo
y terrible el tener que cuidar de que
esté cerrada esta puerta , como si oOcu-
' ||pase esta habitacion su mayor enemigo!
HERMAN. Ya llega.
AMELIA. ¡Ha! huyamosle. . - (Oyese como
cierra. por dentro.)
ESCENA IL
HERMAN SOLO.»
Creí que se hubiese ya marchado, como
dixo que tenia que pasar para un asunto
importante á una casa vecina.
ESCENA IV.
ORLEIM 'Y HERMAN.
+ ORLEIM. (Con unos papeles en la mano , y el
exterior” siempre inquieto.) No he podido
hallar en mi gabinete todos los papeles
que necesito. Veré si los tengo en esta
papelera. (Abrela.)
- HERMAN. ¡Si EN seros algo útil, Señor
| Cónder,.,.
(48)
orrrim. Gracias, mi estimado Herman,
gracias... y 2un podeis favorecerme con
decir á mi sobrino Ernés que le espero
aquí para hablarle.
HERMAN. Os obedeceré sin dilación: (Y. arco]
ESCENA v.
ORLEIM SOLO.
|
|
j
Sientase junto á la papelera,
Respiremos un instante... ¡Pero el buen
Vodmar!... ¡El hijo de mi cruel enemi-
go se presenta con osadía , y se atreve á
pedirme! .. ¡Con que el malvado intenta
ser mas criminal aun que su padre! ,-...
(Levantase y se pasea muy agitado. ) ¡Es
posible que esta idea horrorosa: jamas ha
de dexarme!... Yo venia á buscar aquí |
la paz de mi corazon que huyó de él |
en Berlin... ¡Ah! ¡aquí donde fuí tanto
tiempo dichoso!:¡Aquí , donde yo ama- |
ba , creyéndome correspondido! .. pues |
en Berlin , en Berlin estaba quando:era |
engañado , vendido, y deshonrado, ...
(Descansa un instante, reclinando su:ca=
beza entre sus menos.) ¡De Crleiml¡..
apela á tu razon ,' y dexa de entregarte |
.ávunas tristes reflexiones que traspasan
tu corazon. . . (Incorporáse y abre varias
(49)
gabetas de la papelera.) No puedo en-
contrar estos poderes que me son indis-
pensables. .. Ni sé dónde los guardo, si
no estan aquí. (Dira de otra gabeía don-
de saca otra cartera.) Tal vez en esta
cartera... la miraré con cuidado... (Con
un grito fuerte y agudo.) ¡Dios santo , la.
carta de aquel perverso y el retrato de
la pérfida! .. Sí; (mirandole) ella es...
Estas eran sus facciones... esta es la
misma á quien amaba é idolatraba yo,
esta es la traidora é infiel... (Tira so-
bra la papelera el retrato , y desplega la
carta.) ¡Y tú, quete liamabas mi amigo,
monstruo de perfidia!... tu formaste
estas letras , manchadas aun con las lá-
grimas que me arrancó la desesperacion,
¡Ah, tu fuga precipitada, Ó mas bien tu
temprana muerte, que solamente este
brazo hubiera debido darte, te arrancan
ron de mi venganza! ... (Lira tambien
la carta sobre la papelera , se pasea, vá
y vuelve acercandose á ella, y como ce-
diendo á una fuerza irresistible , cosela
otra vez.) Mil veces he leído ya esta
horrible carta, y jamás la veo sin que
me inspire la terrible necesidad de leerla
de nuevo. Como quedudo de mi des-
gracia, y procuro llegar á convencerme...
(Abrela y la lee con una voz trémula.)
»» Cedo , en fin, á tus miedos , mi amada
D
(so)
»»Carolina; te entrego á tí misma , pues
>»que te sospechas que Deorleim ha pene-
»»trado ya nuestro secreto; como lo prue-
>»ba su vuelta repentina de Berlin , oca-
»»sionada por sus zelos. Yo estoy pronto
4 Separarme para siempre de 11: voy
74 huir de mi patria, llevando en mi
>»»corazon la desesperacion rabiosa , y la
>»ceguedad de mi amor, con que espiraré.
>» Pues que me pides tu retrato, haí te le
»»remito , sin embargo de que me serviría
>»de algun consuelo : es el mismo que
>»»guardaba Deorleim, y supiste tu quitarle
>»para presentarmele ; pero pues que ab-
>»solutamente le quieres, tomale. A Dios.
>» Me amabas antes de que fueses de Or-
>»leim 5 supiste amarme aun siendo su
>>»esposa , y ahora quieres romper nues-
»»tros lazos. El obedecerte me costará
>» la vida ; pero debo someterme. ... á-
» Dios, otra vez : celebraré que seas fe-
»»líz, y que al mirar á nuestra Matilde,
>»ese tierno fruto de nuestro amor , te
>»acuerdes alguna vez de tu desgraciado
>»amante.... de tu triste = Vodmar.c
(Representa.) Nuestra Matilde , ese tierno
fruto de nuestro amor. ¡Matilde á quien
yo en el espacio de seis años que duró
mi error , prodigué los nombre mas dul-
ces , y las mas tiernas caricias! . .¡Ma=
tilde. .. á quien yo abrazaba, estrechan
(51)
dola contra mi sincero corazon , cubrien=
do sus mexillas con mis besos, y juz=
gandome dichoso de ser su padre! Ma-
tilde, hácia la qual me arrastra una fuer—
za irresistible. .. ¡Pero, sino es mi hi=
ja! ¡Si es solamente el fruto desgraciado
del crímen! ¡Si su nacimiento fué el se-
llo de mi oprobio! . ... ¡Mas qué digo,
Dios mio! ... ¡Si alguno por casualidad
me oyera! ... (Mirando con ansia á todas
partes.) Todo está habierto, y qualquie-
ra puede entrar... álo menos Ernés á
quien hice advertir. .. Contengamonos.
Ocultemos midebilidad, ya que no han
bastado diez años para hacerme triun=
far de ella... Este es mi sobrino. . .
ESCENA VI.
ORLEIM Y ERNES,
ERNES. Á vuestra disposicion , Señor tio.
ORLEIM. (Con mucho agrado.) Acercate Krt-
nés: no tengas conmigo ese ayre tímido
y embarazado , que hace injuria á tu
mayor amigo. Dame esa mano, ¿ Me:
amas y amarás, dí, siempre?. ..
ERNES. (Besandole varias veces la mano.)
¡Oh querido tio. . .. Mi generoso bien=.
hechor! ¿Cómo podreis dudar de mi amor
y gratitud para con voss
D 2
52
orzzim. No lo digo por eso.... sientate. (Sen-
zandose , ambos confusos.) Bien te acorda-
rás aun , hijo mio , de una conversacion
séria que tuvimos ahora seis meses,
ERNES. (Baxando los ojos.) Si Señor.
ORLEIM. ¿Te acuerdas de qué tratamos?
ERNES. Creo que de un matrimonio.
ORLEIM. Sí, te le llegué á proponer, y
procuraste tú diferirle , dandome alguna
sospecha de que ese corazon no estaba en-
teramente libre... . Sin embargo: nota-
ba yo en tus palabras un verdadero de-
seo de complacerme ; y esperé por lo
mismo que triunfarias al fin de un gus-
to momentaneo. .. De una locura ju-
venil , á cuyo tiempo caiste enfermo. Ig-
noro si se debe atribuir aquella enfer-
medad á los esfuerzos que hiciste en-
tonces para vencer tu pasion ; y respe-
tando yo tu situacion, tomé mucho in-
terés en ella: callé y nada he vuelto á
decirte en el espacio de los tales seis
meses : tiempo en que has podido ya es=
cuchar la voz de la razon; pero no por
eso he olvidado mi proyecto. .. Res-
pondeme claro Ernés.
ERNES. (Suspirando.) ¡Qué es lo que exigis
de mí, tio! |
orLEiM. Que aceptes la felicidad que te
ofrezco por medio de una muger hermo-
sa y amable, con una alianza de las mas
4
53
ilustres. Sobre bl , acuerdate de que
te he hecho el heredero de mi nombre;
de mis estados y de mi título. No des-
truyas mis esperanzas castigandome asi,
por los sentimientos de amor que me
debes.
ERNESs. (Levantandose del asiento.) ¡Ahora si
que soy desgraciado!
orLEIM. No te entiendo. ¿Pues qué? ¿Por
una ligera preocupacion? ..
ERNES. Si, ¡ligera! Acaso la creí yo así al.
gun dia.
ORLEIM. ¿No me decias tú mismo que estas
bas seguro de poder vencerla?
ERNES. Lo esperaba así ; pero me engañé,
ORLEIM. Con que ¿me sacrificas sin mas , á
una pasion insensata?.... Te sacrificas
tu mismo á las fatales conseqúuencias de
una eleccion. .. . vergonzosa sin duda,
pues que no te atreves á decirme su ob-
jeto. |
ERNES. (Como queriendo hablar y contenien=
dose.) ¡Ah , si pudiera yo hablar!
ORLEIM. Pues ¿quién te lo estorba?
ERNES. (Como pronto á nombrar el. objeto
de su amor , y deteniendose con una refle=
xion dolorosa.) ¡Es invposible!. .. No, no
puedo.
ORLEIM. (Con altívez.) Tu podrias muy bien
si no te fuese vergonzoso.
ERNES. No Señor.; gracias á vuestros Cui=
| (s4)
dados paternales , y á los buenos exem-
plos que me habeis inspirado : jamas
Ernés tendrá que avergonzarse de los
sentimientos de su corazon.
ORLEIM. Sin embargo este mismo Ernés des-
destruye el mejor de mis proyectos; tie-
ne por nada mi felicidad ; habla de
virtud, honor, sentimiento, y de de-
licadeza , y su conducta es propia de un
ingrato.
ERNES. ¡Dios mio, quéinjusta acusacion! :
orLEIM. (Con amargura.) ¡Así son los hom-
«bres! |
ERNES, (Con ¿ono de súplica.) No, tio mio.
ORLEIM. Es efecto, sin duda , de mi mala
estrella. A todos quantos he dedicado
mi afecto no he debido otra correspon=
dencia que la de. su estudio particular
para martirizarme.
ERNES. No digais tal por mí , tio mio: dig-
naos oirme, y no me condeneis con pre-
cipitacion , con rigor, y aun con in=
Justicia. Muchas veces no es uno dueño
de su corazon , pero si que puede uno
siempre resolverse á desgajarle por sí
mismo : no depende acaso de uno el
triunfar. de la mas fuerte de todas las
pasiones ; pero puede, es verdad , con-
denarse á vivir eternamente infeliz, y
voy á dar prueba de ello. Jamas seréin-
grato , ni destruiré vuestras esperanzas»
(ss)
No quiero que me acuseis de ser la cau<
sa de vuestra infelicidad. Señaladme el
dia de mi himeneo , que ya estoy pron-
to á obedeceros. Quiero renunciar antes
á mi ventura que no á vuestro afecto.
ORLEIM. (Abrazandole , se dexa caer sobre
un camapé , procurando ocultar su llanto.)
Y dime ¿cómo podré yo ser dichoso , si
ocasiono tu desgracia?...
ERNES. No os acordeis de mí en esta oca-
sion 3 me sabré someter á mi mala suer-
te , sin que jamas me oygais murmurar...
pero escuchadme antes, y concededme
desde ahora vuestro perdon..... Des-
cubridme abiertamente vuestro corazon,
pues con él es solamente con quien quie-
ro hablar. Sí, con ese corazon tan tier-
no y bueno, en el que es la generosi-
dad una necesidad absoluta, y al que
jamás llegó en vano la virtud perse-
guida. |
orLEIM. (Oyendole con inquietud.) Habla , si,
explicate.
ERNES. (Con timidez y cobardía.) ¡Tio del
alma mia!..
orLEImM. (Con ansia.) ¿Qué?. .. ¿Qué? ...
DE...
ERNES. (Con un tono tierno y tímido.) Yo he
sido el objeto de vuestros dulces cuidados,
Os debo quanto valgo y soy... pero te=
neis una hija. .. Matilde. «..
56)
OrRLEIM. (Se' OO Sn BEI con un
acento furioso , pero no fuerte.) ¡Infeliz....
te atreves á nombrarmela!..... Áparta-
te dde mí. cu
ERNES. (Con mucho fuego.) ¡Padre mio,
acabad de oirme por Dios! '
orLEIM. (Con toda violencia , y una.v0z so-
focada.) Huye al punto de: mi vista.
ERNES. (Echandose á sus pies y abrazando
selos.) No, ¡padre mio! Ya habeis de
oirme. .. queos conyendré sin duda...
ORLEIM. (Quiere desasirse de él, le mira,
calla, le alza del suelo ; vuelve á sentarse,
y con una voz débil dice, Vaya que te
oigo , despacha.
ERNES. ¡Mi bien hechor , mi. padre! bios
Acordaos de aquella. . . (41 oir este nom-
bre como que se extremece Orleim por un
movimiento.) que fué madre de vuestra
hija, á la qual sabeis que debo aun mas
que la vida. La mia era vuestra herma-
na, y murió viuda , dexandome sin apo-=.
yo , pobre AN sin el menor aparato , como
¡una debil caña: .combatida por tido viern-
to. Tuvisteis piedad de mí en mi menor
infancia; me arrancasteis de la miserias,
por los muchos disgustos que os, habia
ocasionado mi «madre , vuestra herma-—.
na , no consentisteis en verme , conten-
tandoos con embiarme á criar fuera de
vuestra casa, La madre de Matilde me
(57)
trajo á sus brazos ¿ no pudisteis resistir
á sus ruegos y lágrimas , y pasé yo á ser
hijo suyo, y vuestro. No hizo diferien=
cia de míá la hija que habia tenido en
su seno, . . . Pues ¿cómo querreis que des-
poje yo ahora á esa criatura de los bienes
que la corresponden? ¿insultaré asi al es-
píritu de mi amada protectora , usurpan=
do los derechos que la naturaleza recla=
ma á favor de su hija? ¡La usurparé la
ternura de su padre, cerrando vuestro
corazon! Y ¿seré yo dichoso, opulento, y
respetado ; y ella , por mí , miserable,
oprimida y desgraciada? ... ¡Há , en es-
_ Te Caso si que me constituiría culpable,
haciendome un monstruo de ingratitud!
entonces si que seria yo aborrecido por
mí mismo , y digno de la exécracion de
los demas. .. . Algunas razones que igno-
ro y no debo saber , y ciertas penas que
Os atormentan , hablan aqui á vuestro fa-
vor y escusan Resto proceder ; pero á
mí ¿qué me habia de escusar , ni que lle-
gará á justificarme? ... Vos sol0. ... .
Solo vos , mi amado bienhechor. Si; vol-
ved á Matilde vuestras bondades , vues-
. tro corazon : sea ella dichosa y estoy
_pronto á obedeceros ; cumpliré vuestras
ordenes, y llenaré vuestras medidas. Se=
ré menos rico , pero viviré en paz conmi-
-g0 mismo 5 mis ojos se abrirán sin rubor;
(58)
nadie podrá aborrecerme ; sereis vos mis-
mo justo ; y me estimareis aun mas.
ORLEIM. (Sentado todavia.) ¡Con que eso es
decirme que repruebas mi proceder! ....
¡Es decirme que soy un bárbaro! ¡un pa-
dre cruél é impío!. .. No eres tú quien
debia echarme en rostro esa injuria apa-
rente. .. . (Levantandose coge la mano de
Ernés y le dice con calor , aunque con voz
dolorosa.) ¿Conoces tú por ventura el in-
terior de mi corazon?... ¿Sabes lo que hay
en él? ;Has descubierto el secreto de mi
conciencia?... Sobre todo ¿tienes tú el de-
recho de sentenciarme?... ¿y dirémos que
eres el que me amabas?... no , NUnca. ...
(Con desesperacion.) ¡ Ay ! acabas de dis-
pertar los agudos dolores que muchos
años solo habian podido adormecer , y
has refinado el veneno que me ha devora-
do tanto tiempo , derramandole sin medi-
da sobre mis llagas... (Como fuera de sí.)
Huye de mí para siempre: apartaté de mi
vista , y no vuelvas á ponerte delante de
mí jamás ; no quiero ya ni aun saber de
tí, Renuncio á la felicidad de amar y ser
amado : viviré y moriré solo , olvidado é
infeliz... (dexase caer sobre el camapé”) ¡ y
tú me condenas á ello!
ERNES. (De rodillas luchando con Orleim que
quiere huir de sus brazos.) No , mi único
apoyo : mi protector : mi padre...
(59)
ORLEIM. pDexame ; dexame ya!
ESCENA VIL
LOS ANTERIORES Y HERMAN.
HERMAN. ¡Qué veo , Dios justo!
orzelm. ¡Un ingrato... un ingrato!... pero
ya debia yo estar acostumbrado. . ...
HERMAN. Pues ¿qué es lo que Ernés ha he-
cho ?
orLEIM. Despreciando mi encargo mas seve-
ro; sin respetar ciertos secretos que nunca
debe saber; y sin consideracioná mi situa-
cion dolorosa, se ha atrevidoá hablarme...»
HERMAN. ¿De qué?
orLeim. De Matilde , y de su madre.
Herman. (Corriendo á alzar á Ernés que es-
1á aun de rodillas entregado á la desespe-
racion. Con el acento de la admiracion y
de alegría á Orleim.) ¿Y qué? ¿ha sido á
favor de ellas?
oruzim. El ingrato me acusa ; condena mi
proceder ; desecha mis favores y ternura
porque vuelva yo á Matilde. ....
HERMAN. (Abrazando á Ernés.) ¿A Matilde?
ORLEIM. Quitadmele de mis ojos: huya de
aquí para siempre ; ya le abandono, y no
quiero verle mas.
wÑermMaAN. Considerad Señor Conde que es
un jóven, y que merece alguna indulgen-
(60)
cia su corta edad. (Orleim se queda immo-
vil y pensativo.) Vuestra cólera es muy
justa.... (volviendo á abrazar ú Ernés.) pe-
ro su falta.... procede de su honradéz.
ORLEIM.. (Despues de un rato de silencio coge
la mano de Herman , se la aprieta , y di-
ce conmovido 4 Ernés con una voz ahogada
por sus suspiros.) Te doy hasta mañana
de término para que me digas que objeto
te ha inspirado esa pasion tan violenta....
Considera que no puedo aceptar el sacri-
ficio de tu felicidad 5 hartos motivos tie=
nes para conocerlo ; y sino preguntaselo
á tu COraZzQM.... (Jorando. ) el debe tam-
bien necesitar de mi afecto , si es digno
de él. (Con cariño.) Retirate por ahora:
marcha. (Ernés coge la mano de su tio y la
besa con expresion ; está como débil ; se
le caen algunas lágrimas; suspira , y.en
todo su exterior se descubre la agitacion de
su alma, Quando al salirse pasa junto á
Herman , éste le coge la mano y le abraza
sin que lo vea Orleim que está á un lado
sumergido en sus reflexiones.)
ESCENA VIILñ
ORLEIM Y HERMAN.
orLEImM. (En una agitación extrema, y con su
voz cortada por las lágrimas que procura
>
(61)
retener.) Voy á marcharme al punto. Ya
os dixe que ¡o comia hoy en casa.... has-
ta la noche , mi querido Herman : á la
noche hablarémos. (Dá algun paso ; está
en silencio un instante ; vuelve y echa so=
bre la mesa unos papeles que cogió de la
papelera quando se salió Ernés.) ¡Ay ami-
g0.... ho conocen mi corazon! .. . ¡Cruél
sensibilidad. . . . quántos males me haces
sufrir!
HERMAN. Esperad aun un rato : vuestra al-
teracion está muy viva , y se nota.
ORLEIM. (Mira á todos lados como cuidadoso
de que mada se le olvide; pero está siempre
distraido.) Tengo ciertos asuntos que me
están gritando. ... aunque es verdad que
mi cabeza y mi razon están agitadas , se
me echará ya de menos. . .. (Vuelve á dar
algunos pasos ; se para ; viene hácia Her-
man , cogelé las manos ; y le dice lloroso.)
¡Si tuviesen los hombres alguna sola idea
de la crueldad de mis tormentos!... si su-
pieseis vos mismo , .... lo que debo ya en
fin deciros.... (aparte.) Pero ¡qué iba yo á
decir , Dios mio!... (se para como asusta-
do del riesgo en que ha estado de declarar-=
le su secreto : reflexiona un instante y Mi=
ra á todos lados ; da unos pasos ; vuelve;
se mantiene silencioso un corto momento;
llegase 4 Herman y cogiendole la mano se
da aprieta , y le dice) Vaya , hasta luego
(62)
mi estimado Herman, hasta la noche. (va-
se dexandose en la mesa los papeles.)
ESCENA IX.
HERMAN SOLO.
En fin sé que debo avergonzarme del juicio
precipitado y temerario que formé del
buen Ernés.... Asi es como se hace á qual-
quiera injusto y malo , quando suele ser
el mejor del mundo.... Yo, yo veré como
enmendarlo todo , (se acerca á la mesa y
mira los papeles.) ¡Esta es otra! el Conde
olvidó sus papeles ; y no lo estraño segun
su dolorosa situacion ; aunque tal vez no
tendrá necesidad de ellos , pues los ha es
tado viendo y no los ha tomado.... Hasta
la noche no vuelve , conque darémos un
rato de libertad á mis pobres prisioneras,
que tengo que darlas tambien la buena
noticia de que pueden estimar y querer á
Ernés.
ESCENA X.
HERMAN , LUISA Y FELIPE , (pasan estos
dos agarrados de la mano por:fuera de la
puerta del fondo.)
HERMAN. Luisa, Luisa ; hazme el gusto de
pasar á decir á tu señorita , y á Madama
(63)
Amelia su amiga , que acaba de salir el
amo para no volver hasta la noche ; que
baxen aquí pues tengo mucho que decirlas,
LUISA. Allá vamos.
HERMAN. Si basta contigo sola.
FELIPE. ¿ Y qué he de hacer yo entre tanto?
LUIsa. Nosotros dos hacemos siempre nues-
tros recados á medias.
HERMAN. Aun por eso la mitad de ellos se
queda regularmente sin hacer , y la otra
mitad va mal hecha.... En fin id juntos ya
que no hay otro remedio. :
LUISA, Padre Capellan ¡qué broma ha habi-
do aqui muy poco ha!
FELIPE. ¡Que disputas... que gritos!
LUISA. El tio y el sobrino.
HERMAN. Pues ; vosotros estariais escuchan-
do á la puerta.
FELIPE, No tanto. ¡Quién se habia de atre-
ver á una cosa semejante!... pero nos ar-
rimabamos de quando en quando á esas
ventanas.
LUISA. Y sin intencion ciertamente.
HERMAN. Vaya , despachad mi recado; pero
mirad que os prevengo que como se diga
por la casa una palabra tan sola , que se
haya oido aqui. ... una silaba sola de lo
que en este salon ha pasado....
LUISA. Pero , cómo , si nosotros no sabemos
nada de eso....
FELIPE. Pues si no hemos oido nada.(vanse.)
(64)
ESCENA XL
HERMAN SOLO,
¡El ámable.... el virtuoso Ernés!... ¡Qué, có-
mo era posible que con una fisonomia tan
búena , con un exterior tan humano, fue-
se un pícaro!... Sí, ello es cierto , que no
hay cosa mas freqúente.... pero á pesar de
que uno en Sus juicios puedá engañarse,
miejor es suponer buenos á los malos , que
injuriar al hombre de bien,
ESCENA XIL
AMELIA ) HERMAN Y MATILDE.
HERMAN, (Viendo á Matilde , que entra con
miedo.) Vamos , pronto y sin miedo , que
tengo excelentes nuevas que daros.... Mr,
de Orleim ha salido, y no vuelve hasta la
noche , conque ¿qué teneis que temer? ....
AMELIA. Es lo que os dixe Matilde , que no
comia hoy en casa.
MATILDE. (4 Herman.) ¡ Ay señor Herman!
habeis tenido la dicha de ver á mi pa-
dre.... (con alegría.) y yo tambien le he
- visto. Me puse detras de las almenas , en
el mirador , ocultandome bien, y logré fi-
¿jar sobre él mis miradas... (con tristeza.)
| (65)
¡pero era á tanta distancia... tan léjos!..,
¡Ah , yo veía como abrazaba á todos , y
(pobre de mí ) estaba obligada á escon=
derme!...
HERMAN. Pues vuestra situacion no es tan
mala como me add yo.
MATILDE. ¿Por qué?...
HERMAN. Ya ha habido quien os ha nom-
brado en presencia de Mr, de Orleim , y
se le ha perdonado.
MATILDE. (Con prontitud viva.) ¿Se han atre-
vido á hablarle de míf... ¿y quál ha sido
el generoso corazonf...
HERMAN. El de Ernés..
MATILDE. (Con alegría y viveza á Amelia.)
¿Lo oís amiga mia?... Ernés , Ernés ha
hablado de mí á mi padre.
AMELIA. (Con especie de severidad.) Pero 5y
sabeis ya con que intencion?
HERMAN. La mas pura , generosa y noble,
A pesar del orden terrible del Conde para
que jamas se le nombre á su esposa y Ma-=
tilde , Ernés le ha hablado por esta; se ha
negado él á aceptar la herencia que de
derecho la pertenece ; ha reclamado á fa—
vor de ella las bondades , el corazon y la
ternura de un padre 5 y por último ante-
poniendo él la ira del Conde á su protec
_cion'; su abandono y miseria á la fca ac
cion de despojar á su prima de sus bienes,
se ha portado como un hombre singuiar,
E
(66)
y ha hecho mas (4 Amelia) de lo que no-
sotros mismos hemos siquiera intentado,
aun quando teniamos menos que perder...
es sin duda muy acreedor á nuestro afec-
to, á nuestra gratitud , y aun á nuestra
admiracion 3 y pensabamos ciegamente
de él de un modo que le envilecia.
MATILDE. ¡Qué alivio recibe mi corazon con
tal noticia! ... (4 Amelia.) ¿veis ahora si
tenia yo razon quando no queria se sos
pechase nada malo en él?...
AmeLIa. Esa prevencion vuestra á favor de
Ernés....
MATILDE. (Intercampiaiaita ) ¡Prevencion!..:
porque no me atrevo á pensar mal de na-
die.... ¡es de tanto consuelo el dea bien
de 100 el mundo!...
Herman. (Cogiendola la mano con arrebato.)
Decís bien amable Matilde....
AMELIA. Tampoco tendria yo necesidad dé
aborrecer á nadie, si fueseis vos mas ue
ChOsas ..'.
ESCENA XI,
LOS MISMOS ), LUISA Y FELIPE (llegan COr=
riendo muy asustados.)
HERMAN. 3 Qué es eso? Luisa... Felipesas,
AMELIA. ¡Cómo venis asi!...
Luisa. ¡Ay , que no puedo hablar!..,
(67)
- PELIPE. Yo estoy temblandome todo.
- HERMAN. ¿De quéf...
- FELIPE. lbamos por el jardin...
| LUIsa. Sin meternos con nadie....
FELIPE. Y en la puertecilla de la cerca, que
antes habiamos visto abierta , y cerré yo
mismo con llaye....
¡Luisa. Por la parte interior , junto á las
ventanas de mi señorita....
FELIPE. Hemos visto quatro hombres , ar-
mados y enmascarados. Tuvimos la fortu-
na de escondernos entre el plantío de ar-
boles....
¡xuisa. Y desde alli les hemos oido.... Vaya;
aqui hay contra esta Casa alguna conju-
racion terrible....
|PELIPE. Seguro... »»Con esta ventana baxa,
»decia uno de ellos, tenemos lo que bus-
3>CAMOS.>
Luisa. »Serémos muchos , oí yo á otro , y
1 s»bien armados, con mucho azero y tra-
2 bUCOSI a...
FELIPE. A mi me hizo tal eco esa palabra,
como es un arma que desde niño he mira»
| do siempre con el mayor respeto , que al
¡+ punto dixe á Luisa....
¡xuisa. Yo, yo fuí la que te lo dixe á tí, que
no acertabas á moverte, ni á hablar : va-
:. monós ai salon del amo; y sin mover ni
una hoja , mi pisar casi en el suelo , cor=
riendo , muy acachados hemos llegado
E 2
(63) |
hasta AQUÍ... 4 |
FELIPE. Donde al fin respira un hombre, |
HERMAN. ¿Qué podrá ser esto?
FELIPE. Son vandoleros : es claro,
AMELIA. ¡ Y qué habian de sacar de nuestra
pobre habitacion!
MATILDE. (Asustada ; y recostandose sobre un '
amapé.) ¡ Toda mi sangre se ha helado! ,
HERMAN. ¿Por qué os asustais Matilde? pues |
que ya están descubiertos , cómo han de
lograr su intencion, qualquiera que sea.
AMELIA. No tardemos en juntar toda la fa=
milia para recorrer el jardin , Y registrar
el palacio. |
HERMAN. Á €so VOY.
AMELIA. Tambien Os sigo. * |
MATILDE. (Procurando levantarse , sin conse= '
guirlo.) Tanto es el susto que he tomado,
que no acierto á moverme. |
HERMAN. ¿Para qué habeis de venir , seño=
rita? No ; quedaos aquí , quedaos.
AMELIA. Volverémos al instante.
Luisa. Yo diré por donde estaban.
FELIPE. Lo primero es juntar todos los nues=
tros , mas que seamos quarenta.... |
LUIsa. Ási es como nos defenderémos bien!
de quatro. No, no temais señorita. i
FELIPE. Quién dixo miedo. ... Valor amita 1
mia ; aprended de nosotros que vamos á
la batalla, (vanse.)
(69)
ESCENA XIV.
MATILDE solg y sentada.
¡Me causa rubor tanta debilidad !... mas ¡ay
de mí! ¡tan joven y con tantas penas!....
¡acabáron ya con mi aliento!... (rato de si-
lencio.) ¡Oh que recuerdo este tan doloro-
so para mí!... aquí , aquí estaba mi pa-
dre esta mañana. Ahora respiro el mismo
ayre que ha respirado. ...¡ Ah, tal vez
_Ocupo el mismo asiento donde él estuvo
sentado. ... y acaso es en él donde Ernés
le habló de mí!... ¡el buen Ernés!... (se
¿ncorpora.) Estas ideas alibian la opresion'
- dolorosa que experimento siempre aqui;
mas sin embargo no bastan á contener
mis sollozos.... ¡Ay padre! escuchad á Er-
nés.... abridme vuestros brazoS.... no des—
echeis esta hija que os ama y respeta...
Con una sola mirada vuestra.... cón ina
sola palabra de vuestra boca , algo expre-
siva , tendrian fin mis males.... (paseando
el teatro se encuentra delante de la pueria
del fondo , desde donde. se ve el Aug )
¡Por alli viene geñites.. “¿si será yaf... ¡Dios
mio! no me engaño, no... ¡Ay Dios que
es él; sí, mi padre!... ¿por dónde he de sas
liré ¡cómo he de huir de él!... (anda atur—
dida haciendo varios extremos de desespe-
70) he
racion.) ¿dónde me esconderé? ¡ay desdi-
chada! perdida soy.... abreme tus senos,
tierra.... (aumentando su desorden.) me es=
oder en ellos para libertarme de la vis»
ta airada y de la maldicion de un padre,
(Ponese de rodillas á un lado uel teatro, un.
poco vuelia hácia la puerta del fondo , con |
las manos en el rostro, como queriendo cu= |
brirsele.)
ESCENA XV.
ORLEIM , Un criado que le acompaña,
Y MATILDE.
orLEImM. (4un en el fondo , antes de entrar |
por la. puerta habla con el criado.) Estaba |
tan distraido que me olvidé de cogerlos
(Ulegandose á lumesa.). Y yo melos dexé sin |
duda sobre la papelera, óen la mesa... mi-
ralos; si estaba. yo seguro, (vé ahora 4Ma=
tilde y exclama con un fuerte grito.» ¡Qué
. estoy viendo, Dios justo! Ella eS , Sie..o.o
MATILDE. (Siempre de, rodillas ,.alargando
dos brazos hácia.su- padre.) Perdonadme |
padre mio.... perdon.... compadeccos de
mi.... (ta faltan la voz y las fuerzas , y cae |
en tierra desmayada.)
ORLEIM. (Corre hácia ella; la levanta del sue-
lo; la sostiene.en.sus brazos ; la esirecha
contra su pecho , levantando los ojos al cie
A
(71)
lo 5 suspira ; acomodala sobre un camapé, y
dice:al criado con una voz mexclada de so
dlozos.) Corre , corre ; llama gente , que
vengan á socorrerla.... (sale precipitada
mente el criado. Orleim mira con la mayor
expresion á Matilde.) ¡Todas las facciones
son de su madre!... el mismo sonido de
voz... (cogela una mano , se la aprieta lle-
vandosela á su corazon ; la desecha ; se
aparta de ella en silencio con varios extre-
mos ; vuelve , arroja un fuerte suspiro;
cogela otra vez la mano , y dice mirandola
aun.) Sí; el mismo rostro de su madre,
el mismo en un todo.... (/a abraza con ar-
rebato ; reflexiona un momento , y dice con
una 70% alterada ; pero firme y resuelta.)
¡Ay de mí! Si vuelvo á verla triunfará de
mi flaqueza.... No, no; yo me defenderé
de ella y de mí mismo. (Retirase de allí.)
ESCENA XVI
AMELIA , HERMAN ), BLUM , LUISA , FELIPE,
MATILDE (continuando desmayada.) ORLEIM
(apartado de ella , delante de la escena.)
Y ERNES (en el fondo del teatro.)
HERMAN. (Al entrar.) Pues, mucha bulla y
nada se ha visto.
AMELIA. Es que huyeron sin duda. (4hora
ven á Ordeim y Matilde.)
(72)
HERMAN Y AMELIA. ¡Ay Diosl...
HERMAN. (Viniendo hácia Orleim. ) ¿Cómo
aquí ya, Señor Conde?
orLEIM. Me olvidé de estos papeles, que he
vuelto á buscar, (Cogelos de la mesa. Er—
nés viene á dondz esta Matilde, y todo tur-
bado procura socorrerla. Orleim pronto á
salirse, mira á Matilde ; hace un. extremo
de desesperacion , y despues de un. instante
de silencio y de inacción mete en su volsillo
los papeles , y dice con voz débil.) Herman
venios conmigo ; y seguidme tambien
Blum. (vanse.)
ESCENA XVIL.
LOS ANTERIORES MENOS LOS TRES
NOMBRADOS.
ERNES. ¡Oh que terrible acaso!... ¿Qué con= .
seguencias tendrá?
AMELIA. Matilde , Matilde. ¡Hija!...
MATILDE. (Volviendo en sí.) ; Dónde, estoy?
AMELIA. junto vuestra amiga Amelia y ro-
deada de los que mas os estiman:
ERMNES. Si bella Matilde : de vuestros mayo-=
res amigos , prontos á sacrificarse por VOS.
MATILDE. (Mirando á los lados.) ¿Dónde es=
tá *.... ¿qué se ha hecho?...s a 009 mismo
estaba aquí..:. y me ha apretado mi mano,
AMELIA, Ármaos , hija , de valor; y sepamos
(73)
Sufrir nuestra mala suerte.
MATILDE. (Asustada.) ¿Pues qué , me sen
tenció ya irritado?
ERNES. No; nada ha dicho nuestro ti0...a
antes bien os miraba suspirando...
LUISA. Y con sus ojos (que yo ví) bañados
de lágrimas.
ERNES. No os ha condenado aun.
MATILDE. (Mirando á Ernés y alargandole
una mano , que él besa con modo y arre-
hato.) ¿Aqui estais Ernés?... ¡Ya sé quanto
os debo!... (4 los que la cercan.) He vido
su voz.... ¡la mas dulce!... y aun creo que
me ha estrechado contra su pecho...
AMELIA. ¡Oh! si eso fuese asi...
FELIPE Y LUISA. Pues asi debe de ser.
ERNES. Estoy seguro de que asi ha sido,
ESCENA XVII
LOS MISMOS Y HERMAN que entra despacio,
| triste y consternado.
Luisa. Aqui viene el Señor Abate ya... y,
valgame Dios , Felipe, ¡con qué señales
.. de tristeza! ¡Qué teneis Mr. Herman!
HERMAN. No sé si acertaré á decirlo.... mas,
no hay remedio.... ¡traigo una orden la
mas terrible!
ERNES. ¿De quién es?
HERMAN. De vuestro tio.
AMELIA, ¿Qué contiene?
(74)
MATILDE. ¡Yo me estremezco toda ya!
HERMAN. Ántes de anochecer es preciso que
la Condesita Matilde...
ERNES. Proseguid.
HERMAN. Salga para siempre de estos sitios;
y sin arbitrio para volver á ellos. (Todos
á esta noticia manifiestan en sus extremos
silenciosos su sentimiento.)
ERNES. (Con una fogosa alteración rompe el
silencio general.) No ; no se cometerá esa
horrible injusticia.... No ha de sacrificar
se asi esta preciosa víctima ,.ó he de ser
herido al mismo golpe. Ya corro á donde
mi obligacion me llama.
MATILDE. Deteneos Ernés....
HERMAN. (Dice la primera palabra al mismo
ziémpo que Matilde.) Deteneos..... yo -sé
que no la salvais, y que 0s s perdereis
tambien. ll
ERNES, ¡Vá!,.. qué me importa mi ¡ pérdida si
se veriica la de la: inocencia. «Mi honor,
reposo , ventura, todo lo pierdo, perdien-
do á Matilde ; ó he de salvarla ,'ó poreias
ré con ella. (vase.
MATILDE, ¡El va á aumentar mi desgracia!...
ESCENA XIX.
LOS MISMOS MENOS ERNFS.
HERMAN. 3 Qué responderé al Conde?
MATILDE. (Llorando.) Que voy al: punto á
:
|
obedecerle; ( ponese de rodillas con'sus ma=
nos estendidas hácia el cielo.) Sed, ¡ó Dios
mio! mi amparo y mi refugio : no aban=
doneis , Señor , esta débil y desgraciada
criatura... (levantase y recortendose como
débil” sobre Amelia , la dice.) Vamos ami-
ga de mi corazon.... Ya no os veré sino es-
te Corto rato.
AMELIA. ¡Qué decis Matilde! no me injurieis:
¡yo , dexaros! jamás.... Nos ha de caber
siempre una misma suerte. Partirémos lo
poco que tengo. No hay desgracia para
quien tiene valor , ni pobreza para el que
no teme el trabajo y la fatiga.
MATILDE. (Despues de abrazar á Amelia ,.se
vuelve 4 Mr. Herman, y besandole la mano,
de dice con llanto.) A Dios , mi Padre Ca-
pellan 5; no me olvideis nunca, pues yo os
sabré tener siempre en mi memoria; y has
blad alguna vez de la triste Matilde Con...
(señalando á los criados', que todos lloran=
do la rodean.) estos, que me son muy afec
tos, y en los que he visto siempre un cier-
to respeto por la desgracia : la ¡[amistad
mas sincéta ; y la compasion mas desin=
teresada. A Dios (á ellos.) A Dios. Se me
arroja de la casa de mi padre, y tengo por
fuerza que separarme de VOSOtrOS 5 pero
yO, yo 05 amaré siempre.
HERMAN. (Enjugandose las lágrimas.) Co-
nozco aqui cerca los dueños de una Quin-
(76)
ta , donde os acogerán perfectamente. Yo
haré por pasar á veros antes de la noche,
y Os procurarémos mañana un asilo mas
conveniente. (Con energía.) Este es el ins-
tante en que debeis excitar todo vuestro.
aliento : no os consterneis ni os aburrais,
por Dios, MWiatilde. Reflexionad que para
resistir á los golpes de la adversa suerte,
os quedan aun...
MATILDE. Vuestra amistad , mi inocencia,
el cielo , y mi amiga... (Echase llorando
en los brazos de Amelia , que sosteniendola
«asi sale con ella. Las siguen todos con llan-
to , y se van separando de ellas despues de
baber pasado la puerta del fondo con varias
- señales de dolor.)
ACTO QUARTO.
ESCENA PRIMERA.
VODMAR SOLO:
Caos , qué noticia para mi!... ¡Matilde
desterrada de los sitios mismos que la vie-
ron nacer.... y desterrada por- su mismo
padre!... Ya no me queda otro medio que
el que repugné siempre á mi delicadeza...
Pues que lo quieren asi, cumplase nues
tro. destinO.... ;
(77)
ESCENA Il
VODMAR Y CARLOS triste , de botas , librea
y latigo.
VODMAR. ¿Qué es eso Cárlos ? ¿Cómo es que
estás de ese trage? ¿Te se ha encargado á
tí el conducir á Matilde?
CARLOS. (Con un semblante triste.) ¡Ah! Este
será ya tal vez el último servicio que yo
- la preste.
vVODMAR. ¿Pues qué, se marcha esta tarde
misma ?
carLos. Y Madama Amelia la acompaña:
ya están en las últimas disposiciones...
Luisa, Felipe y yo las hemos ayudado.
La pobre señorita mojaba con sus lágri-
mas la poca ropa que se lleva. Amelia,
llena de indignacion , queria que se lo
dexase todo ; pero mi ama dixo que eso
seria una injuria contra su padre, á quien
debe siempre , á pesar del rigor con que
la trata , su sumision, su amor, y respeto.
voDMAR. Ya lo ves Cárlos : ahora es quando
mas necesito de tu zelo , de tu asistencia,.
y de ese valor de que me has dado varias
pruebas.
Carzos. Si, si,¡valor!... Ese ya se pasó;
quanto mas se acerca el instante, dismi-
nuye mas mi aliento, Esta mañana yo 0s
(78)
animaba Señor Baron ; pero ahora nece-
sito que me volvais á l. menos el que he
perdido.... (Poniendose la mano en el co
razon.) Siento aqui un yo no sé que , que
me pronostica que es nuestro proyecto un
horroroso delito ; y como jamás he come-
tido ningun crímen , tengo pocas ganas
de empezar esa carrera en la edad que
tengo ya.
voDMAR. ¡ Pero es posible! ¡Me habias de
abandonar ahora!
cantos. Reflexionadlo bien ; mirad que ro-
bar una hija...
voDmar. (interrumpiendole.) Pero 34 ¿Ulén
se la robamos? No á su padre seguramen-
te 3 Matilde no le tiene , pues que él es el
que la arroja de sí.
carLos. Eso es cierto 5; ¡y con la mayor
crueldad!
voDmMar. (Alterandose.) Ya está la infelíz
desterrada de aquí para siempre, abando-
nada , desheredada y envilecida.
CARLOS. ¡Una criatura tan amable!..,
VODMAR. ¿Y habias tu de permitir que caye-
se en situacion tan desgraciada ?
CARLOS. ¿Quién , yo! daría de mi vida por
salvarla.
vopmar. Pues bien: dí ¿qué es lo que yo in-
tentot su felicidad, quando menos. ¿A qué
se dirije el arrojo que te estoy proponien=
do? á darla mi mano con mi corazon ; á
(79)
asegurarla mi fortuna, y á volverla al
estado que debe ocupar en el mundo.
CARLOS. Eso ya lo estoy yo viendo.
voDMAR. ¡Cárlos, portate como hombre! haz
por ser compasivo y generoso para salvar
una inocente víctima.
CARLOS. Si; si, no 0s Canseis ya MaS»... qué
cosa habrá que yo no haga por el bien de
Matilde ; ¡pero digo! que salis vos mismo
fiador del suceso : de él dependen vuestra
reputacion , y vuestro honor.... Yo soy,
por mí , un pobre simple ; pero si abusa
seis de af facilidad y me Rós Ad contri-
buir á un delito.... mi vida me importa
muy poco, como no viva yo en paz con
mi conciencia... Mas quisiera morirme
mil veces , que tener que avergonzarme
de mí mismo.
vobmar. Tranquilizate y confia en mí ; tan
seguro puedes estár de mi corazon , como :
del tuyo.
cArLos. Ea pues , disponed en un todo
de mí.
voDmMar. Bien : tu vas á marchar 5 mis gen=
| tes y yo os esperamos en el bosquecillo á
un tiro de vala del Palacio. Quando el
coche pase le seguirémos á cierta distan=
| cia 3 y en quanto el paraje y la hora nos
parezcan favorables...
CARLOS. Pero digo, sin estrépito ni ruido...
Cuidado con causar algun susto á la bue-
80
na Condesita , AN LA todos que
llorar. |
vobmar. Dexalo tu de mi cuenta..... Ea, á
Dios, que viene gente: no quiero que me
vean. Cuidado con que me faltes.... y no
te pido mas á nombre de la misma Matilde,
ESCENA II.
CARLOS SOLO.
¿De dónde proviene que mi corazon me pal-
pita con tanta violencia.... que siento un
desasosiego que me priva de las fuerzas,
y aun trastorna todas mis ideas?
ESCENA IY.
CARLOS Y AMELIA que sale de la habitacion
de Matilde,
AMELTA. ¿Sabes , Cárlos , si el Capellan ha
vuelto ya?
carros. Me persuado , Madama , á que no.
Si no quiso dexar á Mr. de Ernés.
AMELIA. ¿Pues qué, fue Ernés en efecto
buscar á su tio á la Quinta donde iba
comer £
caros. Nada bastó á quitarselo de la cabe-
za. Mr. Herman se empeñó en seguirle,
encargandome que no os pusieseis en ca-
Pay Bd
(81)
mino hasta que volviera.
AMELIA. Si que le esperarémos.
CARLOS. Ya está aquí ; él es: ya llega,
ESCENA V..
AMELIA , HERMAN Y CARLOS.
AMELIA. ¡Ay amigo! desesperanzabamos ya
de poder:veros antes de nuestra marcha,
HERMAN. No me ha sido posible volver
antes. ! |
AMELIA. ¿Hay algo de nuevo para nosotras?
- HERMAN: Nada hay de favorable Madama,
y no he querido separarme de Ernés has-
ta haber perdido toda esperanza. Le
acompañé hasta la Quinta donde queda su
tio, que sin duda lo habia ya previsto to-
do. El sobrino solicita hablarle , pe:o se
le niega la entrada ; Ernés insiste en ello,
mas en vano. Nuestro querido jóven no
oye mas que los impulsos de su edad,
Oponénse á su paso los criados , y preten-
de forzarles , á cuyo ruido se presenta el
Conde y dice al sobrino.» Huid de aqui,
>»respetad mi quietud , mi voluntad y mi
2» desgracia. Yo, yo os mando que os re-
»tireis , Ó llegaré á persuadirme que te-
>»»neis la intencion de perderá la que apa-
>»rentais venir ásalvar.»» A estas palabras
cae Ernés pálido y desfigurado en-mis
' brazos. Retirase el Conde , “acompañado
YE
(82)
de los criados: nos quedamos solos ,: y le
traigo casi arrastrando hasta aqui , donde
el llanto , gritos y desesperacion del vir—
tuoso Ernés han desgajado , y resuenan
aun en mi COrazOn. |
CARLOS. (aparte.) Vaya , con lo que ahora |
oygo me determino con placer :. Haré en :
ello una heroyca accion. |
AMELIA. No solamente para con su hija es
el Conde cruél.
CARLOS. Si ; cruél é inhumano son los nom=
bres que deben darsele. |
HERMAN. ¡Ah! no; lo que sufre interior
mente no manifiesta en él crueldad. Espe-
remoslo todo del tiempo , de la paciencia |
y virtud de Martilde.... Por último, par=.
tid ya Madama.... Os va ¿conducir Cár-
los, y mañana.... pero ¿no es este Mr, de
Orleim? (Viendole llegar.)
AMELIA. ¡ Y no puedo ya huir de él!...
ESCENA VL
ORLEIM , HERMAN , AMELIA Y CARLOS.
orLEIM. Si ha vuelto aqui mi sobrino , le di-
reis Herman de mi parte, que le ruego no.
me vea hoy, que mañana nos hablarémos.
(Vase Herman. Vuelvese á Amelia que ha=
bia dado algun paso para marcharse.) Es-
perad un instante Madama , pues tengo
que hablaros... ¿Creo que vais á partir t..
83
AMELIA. Si señor , da es imposible separar=
me de la hija de mi mayor amiga. Vivo
solo para amarla, consolarla en sus penas,
y sabré dividir con ella sus pesares hasta
mi último suspiro. Tampoco olvidaré Se-
fior Conde , que habiendome vos visto
viuda , joven y en la indigencia , reme-
diasteis mi desgracia. Siempre tendré pre-
sentes vuestros beneficios ; pero os con-
fieso tambien que desde que empecé á no-
tar el despego con que me tratabais , no
los hubiera ya aceptado si las penas de mi
difunta amiga , la infeliz juventud de su
hija , y el futuro terrible con que estaba
amenazada , no me hubiesen precisado á
continuar recibiendo vuestros dones , im-
poniendome la necesidad de existir á
vuestro lado.
ORLEIM. (Con un movimiento de desagrado
que procura reprimir.) ¿Pues por qué esa
altivez , que no me atrevo á desapro-
bar , esa delicadeza , y esos nobles senti-
mientos llegaron algun dia á dementirse ?
AMELIA. ¿Qué me quereis decir con eso?
.ORLEIM. (Como resuelto á explicarse y conte
niendose.) Nada.
AMELIA. (Alterada.) Explicaos Señor Conde,
Tal vez de algun tiempo á esta parte se
denigra mi proceder con algunas odiosas
sospechas , y no sé de qué podais acusar=
me... Habladme claro.
E 2
(84)
-órtEIm. No; ¿ pues acaso me excedería.
CEI RIPReO importa... ¿Qué testigos de=
ponen contra mí?
orzEIm. Vuestra misma conciencia , y ella |
sabrá vengarme.
'AMELIA. ¡ Ay Matilde , Matilde! Por tí su-
Íro yO €StO.... |
'ORLEIM. Esta es la primera ocasion en que
se me ha escapado mi queja.... En fin el
mal es ya sin remedio, conozco ahora que
ni aun hubiera debido soltarla , pero no
es uno siempre dueño de sí mismo.... (4
Herman que entra en este instante. Cárlos
siempre separado.) Venid acá, «aproxi-
maos. (4 Amelia.) Aqui teneis, Madama,
la escritura de donacion que os asegura á
vos misma, y á la hija de vuestra amiga,
la posesion de la heredad aquella , con
casa , donde vivisteis diez años. En esta
cartera teneis ademas varias letras con
que podais procuraros siempre una exis-
tencia honrosa y “cómoda ; pero cuenta
con lo que vais á oir. Que yo viva ó mue-
12)... (Como recargandose en ello.) harto lo
sabeis vos misma , Jamás el Varon Vod-
mar debe recibir la mano de la que vais á
- acompañar.
AMELIA. (Admirandose.) ¿Y yo sé eso?
7-3 Quién... yo? j
'ORLEIM. (Mirandola de fixo.) Sí; sí.
AMELIA. Con cada palabra vuestra-se-au-
(85)
menta mas el motivo de mi confusion. ,
ORLEIM. (Lrónicamente.) Os lo creo... ¡ Cár=
los! ¿Qué , estabas dispuesto para partir
tú solo?
CARLOS. Si señor.
ORLEIM. ¿Pues cómo?
HERMAN. Porque solo un coche de á par se
habia preparado , y esperabamos...
ORLEIM. (Interrumpiendole.) No ; haced que
todos mis criados monten á caballo ¿ que,
se armen bien, y que escolten ese coche...
CcARLos. (Aparte.) Ya dió en tierra nuestro
proyecto.
ORLEIM. Tengo muy presente lo que dixo al
salir de aqui el atrevido Vodmar.... No
hay que fiarse de su edad , ni de su ge-
nio,... (4 Amelia.) La Granja en que vais.
á vivir, llena siempre de criados, os pon-
drá á seguro de qualquiera osadia. En fin.
cuidaré yo de todo €S0.... Vaya Cárlos,
tú , ¿qué aguardas?
/Ccarros. Allá voy.... (aparte marchandose. )
No nos queda mas que un medio , apela-
rémos á él. (Vase.)
ESCENA VIl
LOS MISMOS MENOS CARLOS.
brLzIm. (Con una voz débil y les ojos baxos,
A Amelia. y Si en alguna ocasion hubiese.
necesidad de mis consejos , de mi protec-'
(86)
cion , ó de mis intereses, aqui estoy ptoh-
to;... (Con un sentimiento profundo.) el ho=>
nor tiene sus leyes, aunque por lo comun
crueles , pero la humanidad no debe ol-
vidar sus obligaciones.
ESCENA VIL
LOS MISMOS Y FELIPE.
FELIPE. ¿Qué, habeis mandado tambien, se-
ñor Conde , que vuestro sobrino Ernés se
marche hoy de aqui?
ORLEIM. ¿Por qué?
FELIPE. Porque tiene ya dispuesto su caba=
llo con una maletica á la puerta falsa del
jardin.
ORLEIM. ¿Y dónde vá? (
FELIPE. Yo no lo sé ; pero le he visto en su
quarto , entreabierta la puerta , y he po-
dido notar que está escribiendo, que se le
saltan las lágrimas, y que os nombra |
mucho.
ORLEIM. Hérman, Felipe , corred y traed-
mele aqui al punto.... Id tambien con ellos |
Madama á traerme á Ernés. (Vanse.)
ESCENA IX.
ORLEIM SOLO.
¡Pobre simple! ¡Que quiere! ¿Qué es lo que |
iba á hacer? ¡Vá á dexar á su amigo, á
1
(87)
su padre!... pero ¿puedo yo afear su pro=
ceder?... por otro lado ¿sabe el mundo los
justos motivos que me obligan á obrar
asif... ¿conocen los hombres mi injuria
afrentosa , y mi desesperacion? Es claro:
culparán á Ernés por las penas de Matil-
de ; pero Ernés no es sino muy laudable,
y por lo mismo no quiere tener de que
avergonzarse.... Yo , yo soy quien debe
perderlo todo. Yo, á quien ha condenado
el cielo á no encontrar en el mundo sino
afticcion, aun en aquellos afectos tan dul-
ces donde todo ser humano halla su feli-
cidad.
ESCENA X.
ORLEIM , ERNES , AMELIA Y HERMAN.
HERMAN. Tenia razon Felipe. lba á mar-
charse ya Ernés. Os dexaba una carta,
donde os demostraba sus motivos ; pero
en consideracion al tierno afecto que os
debe , le he podido vencer á que os los
manifieste verbalmente. Aqui le teneis.
ORLEIM, ¿Conque es cierto que me dexa=
baisf... ¡Es posible! ¡Ernés, Ernés!
ERNES. ( Queriendo echarse á sus pies.) ¡ Ay
padre mio!... Vuestro honor y mi obliga-
CiON.es.
ORLEIM. (Con bondad alzandole.) Ni mi honor,
ni vuestra obligacion pueden exigir que
me abandoneis.... eS UN CITOL....
(88)
ERNES. ¿No vá á partir Matilde?
orLEnm. (Con los ojos baxos y una VOZ: Sofo=
cada.) Pero si es indispensable.
ERNES. 3 Y sois vos mismo quien lo ordena?
ortzm. (Con un suspiro que procura conte-
ner.) Si no puedo menos.
ERNES. Pues eso es tambien desterrar de
aqui á Ernés para siempre. Vuestro cora-
zon es imuy justo, y no dexará de conocer
que asi debo hacerlo.
orzEm. (Mirando y hablandole con ternura.)
¿Eso es que os pensais que os acompaña”
rán mis cuidados , en el sitio de destier-=
ro que escojeis? Y
ERNES. Ya sé que no debo solicitarlo,
ORLEIM. ¿Pues qué arbitrios teneis paja
vuestra subsistencia? ,
ERNES. Uno solo : el de la feliz Mucacion ,
que debo á vuestros beneficios: vivir para
amaros , y morir colmandoos de bendi-
ciones : esta es mi esperanza.
ORLEIM. ¿Pues , y el destino brillante que yo
te preparaba?
ErNEs, (Con f rmeza,) Si ya he dicho:con re-
solucion que jamás querré enríquecerme
con los bienes del desgraciado. ¡Tio mio!
el momento en que vuestra hija aburrida
dexa por fuerza la casa de su padre, es el
instante en que debe tambien echarse fue=.
ra de ella aquel á quien se podria acusar
de haber tramado su pérdida.
(89
ORLEIM. Te reconozco por un hombre de:
bien, y veo que tu corazon ha llenado mi
esperanza. Léjos de que por ese modo de*
pensar pierdas en mi concepto , aumentas
con él la estimación que me habia inspi-
rado tu caracter , y te amaré desde hoy
aun mas ; por lo mismo , á pesar de tus
Y” resoluciones , solamente la muerte podrá
separarnos... (sin poder contener su llan-
so.) Sí; tú recibirás mi último suspiro;
cerrarás mis ojos; llorarás sobre mi sepul-
Cro, y vivirá eternamente mí memoria en
tu buen corazon.... Por estas lágrimas que
me ves derramar te ruego que no abando-
nes á un anciano que no tiene en el mun-
do ótra persona que la tuya para su con-
“suelo, ... ¡Ernés!. . . ¡Mi querido Ernés!
Compadecete de tu padre á quien no le es
permitido el explicarse.
ESCENA XI.
Los mismos y xuisa (á los principios desde
dentro) FELIPE sale 4 su tiempo.
LUISA. (Dentro.) ¡Amparo , socorro , amparo!
¡[ORLEIM. ¿Qué es eso?
¡1uisa. Favoreced á Matilde , á Matilde.
|AMELTA. ( Asusiada.) De Matilde creo que
hablan.
¡FELIDE, (Corriendo , con otros muchos criados
que salen.) Se oyen fuertes gritos en la
(90)
“habitacion de nuestra ama, y la voz de
Luisa es la que mas se percibe.
ORLEIM Y ERNFES. Veamos. lo que es.
HERMAN. Vamos luego..
rusa. (Entra ahora en el mayor susto y des
orden ; dexase caer en los brazos de los que
la cercan, toda pálida y con una voz débil.)
ORLEIM. ¿Qué tienest |
AMELIA , HERMAN Y ERNES. Dí : habla.
Luisa. Que unos malbados.... quando mi se-
ñorita.... y Vodmar con ellos....
ORBEIM. Pero vaya ¿qué han: hecho?
Luisa. Yo le he conocido : si; estabamos so-
las mi señorita y yO... han quebrado una
ventana , y se arrojan por ella á nuestro
quarto unos hombres , guiados por Vod-
mar , y.... se han llevado á Matilde medio
muerte, y Casi á rastra.
Tovos. Corramos todos.
ERNES. ¡Dios justo!...
orLEIm. (Con voz fuerte.) Ernés en tí confio;
vuelveme mi hija.... traeme á Matilde (mo-
derandose.) Cojed todos les armas. Vamos
allá todos.... ¿()ué? ¡No soy aun bastante
infelíz! (Salense precipitadamente y cae el
telon!
(91)
ACTO QUINTO.
ESCENA PRIMERA.
HERMAN , ORLEIM , ERNES, MATILDE,
AMELIA , FELIPE ) LUISA Y DOS CRIADOS.
(A! alzarse el telon se ve toda la familia de
casa junta. Matilde , á la qual se ha arranca-
do de las manos de sus raptores , está recos=
tada sobre un camapé , pálida y con los cabe-
llos sueltos , mirando con temor á su padre,
c04 cuyas miradas como que ¿implora su pie-
dad. Amelia está junto á ella prodigandola
sus caricias. Luisa , arrodillada delante de
Matilde la tiene cogida una mano que besa con
arrebato. Felipe , en pie, al lado de Amelia,
manifiesta en su rostro la alegría quando mira
á Matilde , y la inquietud mirando á su pa-
dre. Herman junto á Orleim , y quando este
mira á su su hija procura aquel con alguna
accion acercarle á ella. Ernés puesto entre su
tio y su prima se esfuerza con maña porque su
padre vea á la hija. Orleim echa con disimulo
algunas miradas hácia Matilde , y como que
quiere der algun paso para aproximarse á ella;
ero se contiene , aparta de alli su vista, y
continúa hablando con los otros.
Es de noche , hay dos bujias sobre la me-
993
sa, y en el fondo del teatro están varios cria-
dos armados aun , y con hachas encendidas.)
HERMAN. (41 Conde.) Habeis estado expues-
to, Señor Conde ; siento no haberme ha-—
llado á vuestro lado.
orzzm. (Señalando á Ernés.) Ese es nuestro
Libertador. Hay está el que ha desconcer-
tado á Vodmar : aquel pícaro que huía de
mí, y como que no quería pegar con otro
- que con mi sobrino.... ¡Ah, querido! (Mi-,
rando á Matilde y hablando con Ernés.)
- ¡Valeroso Ernés! ¡no sabes quanto te de-
bo!.. (Conteniendose como sintiendo haber
dicho de mas.) A
ERNES. He cumplido con mi obligacion , y
nada mas. (Se vuelve 4 Matilde con un
tierno interés.) ¿Estais , prima , algo mas.
restablecida del susto?
MATILDE. (Mirando alternativamente á Ernés
y ásu padre ; áeste con miedo.) Ya podeis
comprehender. ... la impresion que debe
tener aun sobre mi corazon este suceso,
aunque el conocimiento de lo mucho que
os debo , y mi debida gratitud , suavizan
algun tanto lo amargo de mi situacion.
(Mirando la mano de Ernés embuelta en un.
pañuelo con sangre.) ¡ Ay primo! ¡quánta
sangre derramais! ¡Estais muy herido!.....
ORLEIM, (Asustado.) ¡Qué!... ¡Herido!
ERNES. No es cosa : esto es nada.
(93)
“ortEIm. Al menos que busquen un faculta
tivo.
ERNES. Si no merece la pena : es solo un
arañazo.
MATILDE. (Cogiendo la mano herida de Ernés
casi el acento mas tierno.) ¡Ay! ¡ ¡herido!...
| Y por mi causa!...
Sd A voz baxa Pe cane que no leo oiga
Orleim.) ¡ Ah mi vida!... (Con fuego. )
¡Quando detleia dichosa!...
ORLEIM. ¿Y el insolente Vodmar, y sus mal
bados cómplices?...
FELIPE. Seguros están , y separados. Mis
compañeros , bien armados , les hacen la
guardia.
ORLEIM. No tardará ya en amanecer...... Al
punto Padre Capellan partireis á la Villa
inmediata á avisar á la justicia. Os doy
comision para que executeis quanto se de-
ba contra unos viles raptores....pero Cár.
«Jos no anda por aqui ; y quando alcanza-
mos á los facinerosos , creo que le alcan-
zé á ver muy retirado de nosotros.
“FELIPE. Verdad es , si señor.... pero tal vez
sería por tener miedo , pues no todos han
de ser valientes... Ha, si, tambien ahora
¿me acuerdo que luego ma se enzarzó la
¡5 gresca se encendió su corazon , y daba el
golpe que undia ; se necesita hacerle" en
esto justicia.
ORLEIM, (Mira á Marilde con expresion y ter-
(94)
mura , se acerca como para tomarla la ma-
no , pero se contiene ; suspira y despues de
un corto silencio se acerca á Amelia, y la
dice con sentimiento.) Podeis Madama su-
bir ya á vuestra habitacion , COM.... VUes-
tra amiga ; y tenedme gran cuidado de
ella si quereis complacerme.... (Procuran—
do dominarse , habla con ternura , pero sin
mirar 4 Amelia mi á Matilde.) Y ya oslo
he dicho : en todo caso y por grande dis=
tancia que nos separe, no dexaré de tomar |
siempre el mayor interés en quanto os su- |
ceda: ea id seguras.
MATILDE, (Con un acento doloroso , y acompa-—
pañada de vodos los actores , dice al mar-
charse.) ¡Triste de mí! ¡aun no se cambia
mi suerte!
ESCENA Il
ORLEIM (solo, ayoyandose sobre un camapé,
y despues de un corto silencio.)
¡Crueles resentimientos de un amor ultraja=
do, os opondreis siempre á mi EUR
¡Qué es esto!... ¡Qué es de mí!... ¿dónde,
dónde iré á llevar mi desasosiego... el
desorden de mis ideas , y los combates
que desgajan mi alma?...
(95)
ESCENA IL.
ORLEIM Y CARLOS (que entra descolorido, des»
figurado , y con su vestido exterior mal
puesto.”
ORLEIM. ¿Qué me traes ahora?... Dexame,
carLos. Vengo á rogaros, Señor Conde, que
me oigais un instante.... tengo que pedi
FOS La
ORLEIM. ¿Qué cosa?...
CARLOS. Mi castigo.... le merezco muy gías-
de, pues yo os he vendido.
- ORLEIM. ¿Cómo? ¿tú?
CARLOS. Soy quien facilitó al Varon de Vod=
mar el medio de introducirse aquí, dam—
dole la llave de la puerta falsa del jardin,
Jamás sin mí lo hubiera tal yez inten
tado...
ORLEIM. ¡Tú! ¡¡nfelíz!,.. ¿Pues qué te movió
á tal crimen?
cantos. El llegar á creerme que aborreciais
de veras á vuestra hija.... Veía yo que la
abandonabais ; que sus estados serian la
herencia de otro ; y considerandomela sin
amparo , me esperaba que Mr. de Vod-
mar (como me lo aseguraba él mismo) re=
pararía todo el mal de que erais causa...
Lo que esta noche os he visto, Señor, ha-
cer por ella , me prueba ya que me he en-
gañado. Cometí en fin el crimen persua-
(96)
dido á que era una heroica accion : sé que
no soy por eso menos culpable , Y vengo
por lo mismo á someterme á la pena des
- bida.
ORLEIM. (Despues de un rato de agitación. y
silencio.) Con que por último has cometi-
do ese delito por afecto é interés: de Ma-
tilde ; pues retirate de haí. . ... estas per-
donado.
CARLOS. ¡Qué exceso de bondad!.., cn, ya
que habeis vuelto vuestro cariño á nues -
tra amable señorita vuestra hija.... ahora
que sois un buen padre ya , daré mi vida
por vos, y lo mismo hará toda vuestra fa-
milia. ... ¡Ay amo mio! esto solo os -fal-
tabajost
orLeIm. (Confuso. y) Ya te he dicho que me
dexes.... ¿quieres marchartet... (Salese Cár-
los lleno de alegría despues de haber besá
do las manos de Orleim.) |
ESC A.
ORLEIM.
¡Qué predominio tiene esta criatura ojal lós
que la rodean!... es siempre dueña. de; los
corazones de todos!... ¿y será el mio el so-
lo?... ¡pero , cómo no! si su madre me fue
infiel y criminal.... aun asi, Matilde es
inocente ; se cree mi hija , y á pesar.de mi
continuo rigor , su tierno amor para con-
(97)
migo, su respeto y su humilde paciencia
“Jamás se han desmentido!... su Juventud,
sus gracias, su virtud y su misma des-
gracia ¿no debian hacermela querer?...
¡Orleim!... dexate ya de aborrecerla : el
odio es un tormento... ¡Orleim! adopia,
adopta esta niña que tanto te ama, y á la
que no puedes mirar con indiferencia....
Si, Matilde ¡venciste! no sería justo que
tu filial ternura luchase en vano contra el
honor , que te arrojaba de mí, y contra el
recuerdo de una injuria de que no eres
culpable. Yo, yo seré tu protector, tu
amigo y tu amparo, y tu harás que mi úl-
timo dia me sea felíz.... ( Alterado viendo
entrar 4 Vodmer.) ¡Hola! ¿qué ve0?4...
QUES. A
ESCENA Y.
VODMAR Y ORLEIM.
ORLEIM. ¿Cómo te atreves , vil raptor ?....
vobmar. (Con resolucion. ) Poco ruido Ot-
lg 1 Ea
ORLEIM. ¿Pues qué? ¿tu osadia?....
VODMAR. Dexemonos de voces.
ORLEIM. ¡Cómo que! insolente.... No sabes
que tengo á mi disposicion una multitud
de hombres , que á la menor señal mia....
VODMAR. Cuenta con que la dés, Conde, que
G
(98)
estoy ya desesperado.
ORLEIM. ¿Íntentas acaso quitarme la vida?
voDMaARr. ¡Yo! ¡Dios mio!... Pues ¿no eres el
padre de Matilde?
ORLEIM. 5 Y qué quieres tú con eso?
VODMAR. Dar fin á tus males ; revelarte un
terrible secreto, ú perecer á tu vista si
lega tu imprudencia al extremo de no
querer escucharme , despreciando la feli-
cidad que vengo á ofrecerte , y la tran-
quilidad dichosa que quiero restituir á tu
corazon. Esa multitud de hombres que
tienes á tus ordenes, á quienes habias en-
cargado que me custodiasen , agobiados
por la fatiga se han rendido al sueño. Me
he aprovechado de la ocasion : les he co-
gido sus armas ; (enseña dos pistolas) y si
ahora te hallo infiexíble , sabré arrancar-
me de la muerte ignominiosa que me obli-
gaste á merecerme.:.. Te ruego , Conde,
que me oigas ; voy á hablarte de Matilde -
por la última vez.
ortzim. (Despues de un rato de silencio.)
Despachate ; habla.
VODMAR. Te Sedí ya SU Mano...
ORLEIM. Y te la negué porque debia hacer-
lo asi,
voDMAR. Tu la aborrecias....
ORLEIM. No tal.... |
VODMAR. Si, pues que la abandonabas , la
desterrabas de aqui. bl
(99)
ORLEIM. Pero sintiendolo yo mas que ella.
voDMAR. Como es cierto que la privabas de
sus bienes , de su familia , reposo y feli-
cidad , intenté darla todo esto...
ORLEIM. Por medio de un crímen.
voDMAR. Ya vengo ahora deseoso de repa-
rarle. Dame tu hija , eligeme por tu yer-
no , y te doy en cambio la felicidad de tu
vida.
ORLEIM. ¡Y te atreves aun á insistir en eso!
¡tú!... ¡el hijo de Vodmar!... ¡como ha de
ser Matilde tu esposa! ¡infeliz!... ¡si inten-
tas un nuevo crimen!... ¡Oh, si pudiera
yo hablar!
voDmar. Habla; ¿qué cosa hay que no pues
da yo oirte , y á la qual no pueda res-
pondertef
ORLEIM. Pues en ese supuesto, ya que es pre-
ciso que te revele mi oprobio para salvar-
te de un remordimiento eterno, sabete
que Matilde....
VODMAR. Prosigue...
ORLEIM. Es tu hermana.
vVoDMAR. ¿Mi hermana? ¿Y tu lo has llegado
á creer... ¿Y esla causa esa de la aversion
que la tienes , de tus menosprecios , y de
su triste desgracial... Llegó en fin el tiem-
po de que se abran tus ojos. Un falso ho-
nor , y una fatal preocupacion me han
tapado hasta aqui la boca; pero la virtud,
la humanidad y mi amor me obligan ya a
G,2
(100)
romper mi silencio.... Orleim mirame 4
tus pies.... perdona á un hijo el que no ha-
ya querido deshonrar á su padre.... per-
doname el miedo que he tenido de que me
mirasen las gentes con vergúenza si te
descubria este secreto de iniquidad , de
que fue autor mi difunto padre , y tu co-
razon fue la víctima.... (pone las pistolas
sobre la mesa.) Aqui tienes armas: me en-
trego en tus manos para que determines
de mi suerte despues de que hayas leido
este papel.... (dale una carta.) Toma , y
lee esta carta que un padre moribundo de-
xó en mi poder : monumento eterno de su
arrepentimiento , y de la inocencia de la
persona que tu mas amabas : este escrito,
en fin, que si hubiese yo cumplido con su
última voluntad , hubiera debido entre,
gartele un año há; pero me le he guarda-
do-por orgullo , por un culpable respeto
por la memoria de mi padre, y ya mis re-
mordimientos me fuerzan á ponerle á tus
plantas.
ORLEIM. (Cogiendo la carta con.una mano trén
mula.) Si y reconozco su letra , ella es;
pero ¡que voy á leer! (Lee en voz alta.)
>» Yo muero, y todo va á acabarse pa-
»ra mí , sin que me siga á la eternidad
»otra cosa alguna que el penetrante ar-
»»repentimiento que me está deborando.
»»¡Perdon! ¡perdon Orleim! Si tu me per-
(101)
»donas tal vez me perdonará tambien un
» Dios terrible y vengador.... Orleim abre
>»tus ojos , mira mi crimen , y cerciorate
sde la inocencia de tu esposa Carolina,
>»que siempre te fue fiel.... (Con exclama-
>>ciom.) ¡Ella inocente! ... ¡Ay de mí!...
»»( prosigue leyendo , y quanto mas ve la
>>carta aumenta mas su ilanto.) Pretendi-
mos tu y yo su mano, y despreciando-—
>»»me hizo mas caso de la tuya. Reconcen-
»tróse en mi corazon mi rabia , y medité
una venganza horrible, que pude lograr.
- >» Estando tu para hacer un viage quisiste
» llevarte el retrato de tu muger y no sé
>»»encontró, porque tuve arbitrio para ha-
»Ccerme con él. Vuelves de tu ausencia, y
esta miniatura con una carta calumnia—
»dora que la acompaña y que hize caer
>» en tus manos , producen el triste efecto
sque yo deseaba. Es deshonrada á tus
ojos tu virtuosa Carolina 5 la arrojas de
»tu lado ¿ desconoces á tu hija , tu propia
»»sangre.... la maldices.... y9... (Repre-
senta.) ¡Cielos!... no puedo mas. (Cae so-
bre un camapé.)
voDMAR. (Abrazandole y de rodillas aun.) ¡O
Dios!... Felipe.... Cárlos.... Ernés....
(102)
ESCENA Vl
LOS ANTERIORES , FELIPE Y HERMAN.
FELIPE. (41 entrar hablando con Herman.) Se
nos escapó.... pero no ; aqui está.
HERMAN. 5Y qué gritos han sido estos?..sm..o
(Corriendo hácia Orleim.) ¿Qué es esto? ¿en
qué estado os hallo?....
ORLEIM. (Como fuera de sí y con. una voz dé-
bil.) ¡Mi hija!.... ¿dónde está mi hija? id y
traedme á Matilde.... quiero abrazar á mi
hija...
HERMAN. Ya vuelvo á encontrar 4 mi vir-
tuoso Orleim. (Corre á la habitacion de
Matilde.)
A
ESCENA Vil
ORLEIM Y VODMAR.
vonmMar. Volved en vos Orleim : recobrad
vuestros sentidos.
ORLEIM. Vías facilmente se sobrelleva una
- mala noticia, que la de una dicha ines-
perada. (Alcanzando á ver á Matilde.) Esa
es mi hija , si, mi hija,
(103)
ESCENA VI
ORLEIM , MATILDE que baxa de su quarto
CON AMELIA Y HERMAN 5 VODMAR , ERNES,
LUISA , FELIPE , BLUM , CARLOS Y TODOS
LOS CRIADOS entran con precipitacion por
la puerta del fondo.
orLEImM. (Sentado aun.) ¡Hija mia! Ven, ¡cot-
rey huqant.t.
MATILDE. (Echandose en sus brazos.) ¡Ay
Dios , y que dulce nombre...
ORLEIM. Echate sobre mi corazon , y estre=
chame contra el tUY Om...
MATILDE. ¡Ay padre de mi alí
QRLEIM. Repiteme ese nombre : haz que le
oiga yo mil veces de tu boca.
MATILDE. ¡Padre!... Cora á todos.) ¡ Mi
padre!...
ORLEIM. Perdona , hija: mia , mis injustos: ti-
gores ; efdbnote las Loa que te hi-
ce verter : esta es la- única gracia que tu
padre te pide ¿me la concederás?...
MATILDE. ( Llorando.) ¡ Ay!... Si estoy en
vuestros brazos: ya no me acuerdo de mis
penas pasadas.
ORLEIM. (Dexando de «sus brazos á Matilde
se vuelve hácia Amelia.) Y vos , Madama,
amiga la mas fina de mi vittuosa Caro-
lina...
104,
AMELIA. (Con un grito de alegría.) ¿Qué está
ya justificada ?
ORLEIM. Si, si, lo está.... ¡Matilde , hija mia!
mira; haí tienes al que debes tú tu padre,
y yo mi hija ( Señalando 4 Vodmar. ) Te
ama, pretende tu mano y pero pues que
de semejante eleccion depende tu felici-
dad , tu sola debes decidir. Habla ; señ-
a
MATILDE. (Mudando su color ) ¡Yo!...
ERNES. (Aparte con susto.) ¡ Dios mio!...
ORLEIM. Dí tan solo una palabra.
MATILDE. (Tituveando.) ¡Ay po mio!...
ERNES. ¡Perdido soy]!...
ORLEIM. ¡Qué es lo que ahora Sto
VODMAR. No temais Ernés.... Señorita no me
temais , no... (4 Orleim.) Ahora descubrís
aqui otro secreto, que ya habia yo pene-
trado á pesar de la ilusion con que procu-
raba seducirme. Conde , haced felices pa-
ra siempre á Matilde y Ernés , segun os
lo ruego. De este modo debo expiar yo
mis errores , y asi es como conseguiré el
reconciliarme conmigo mismo : «dexarán
los dos de aborrecerme 3 vos mismo me
estimareis mas , y mi padre y mi corazon
no lo perderán todo.
or LEImM. (Coge 4 Vodmar la mano en. señal de
aprobacion , y dice despues á Matilde.)
¿Tiene razon Vodmar en lo que dicet di
Matilde.... ¿prefiere á Ernés tu corazon ?
(105)
¿MATILDE. (Con ingenuidad, Y Lo ignoraba yo,
«* padre mio”; pero acaban de hacermelo sa-
ber.
ORLEIM. (Con dulzura á Ernés.) Y tú , hijo
mio , tu que poco ha te negabas á de-
CUM...
' (ERNES. ¿Cómo habia yo de atreverme á de-
-Clarar , ni aun á mí mismo, un sentimien-
If to que mi situacion puede degradar en el
concepto de los hombres ?
¿'ORLEIM. Al que no le acusa su propia con=
ciencia nada le degrada.... te he llamado
siempre mi hijo , no quiero perder esta
costumbre ; recibe de mí lo que mas amo
en el mundo. Tuya es Matilde.
MATILDE Y ERNES. (Echandose á los pies de
Orleim.) ¡Padre mio!... ¡Amado padre!...
TODOS. Solo con eso somos todos dichosos.
ORLEIM. (Llevandose á un lado áVodmar le
dice con zelo.) Es el sepulcro un sagrado.
asilo que deben respetar el odio y la ven-
ganza....(Le da las dos cartas , la que es-
taba en la cartera, y la que le entregó Vod-
mar.) Perdono á tu padre, y no pertur—
baré su memoria.... mi corazon te prome-
te, Vodmar , un secreto inviolable de to-
do lo pasado.
Jyobmar. Procuraré hacerme digno de ese
“noble proceder.... Ernés lograd de vues-
tra dicha por muchos años, y acordaos
bella Matilde del que os procura vuestra
<= e
|
(106 e]
felicidad : no pierdo enteramente la mia, |
“pues que al fin he podido restituiroslas |
(Vase.)
ol
ESCENA IX. Y ULTIMA. |
orLErm. Permita el cielo que la aurora que |
va á parecer , ilumine vuestro himeneo y |
mi felicidad. (Abrazandoles con HHanto,)'
¡Querido hijo!... ¡hija del alma!... ¡Hal... |
¡Ya no vive mi adorada Carolina... pelo!
á lo menos soy aun padre!...
(Correse el telon. )
EIN DE LA PIEZA.
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