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Full text of "Matilde de Orleim."

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'MATILDE DE ORLEMM. 





DRAMA EN CINCO ACTOS 


3 Y EN PROSA. 


e] 


, Pe pd A NUESTRO TEATRO 


DEL FRANCÉS, 


POR 
De As ISE; 


REPRESENTADA EN EL COLISEO 


DE LOS CAÑOS DEL PERAL. 


MADRID MDCCCHIHT, 


SEN LA IMPRENTA SITA CALLE 
DE CAPELLANES. 


PERSONAS DE ESTE DRAMA, 


EL CONDE DE ORLEIM. 

MATILDE , Su bija. 

AMELIA , amiga de la difunta Condesa de 
Orleim , y aya íntima de Matilde. 

ERNES , joven , sobrino del Conde. 

MR. HERMAN , Capellan de la casa, entrage 

de Abate. 

mr. BLuM , Mayordomo del Conde. 

EL BARON DE VODMAR ) j0U€N.» 

Luisa , Camarera de Matilde. 

FELIPE, amante de Luisa y criado del Conde. 

carzos, criado de librea del Conde, 

Criados del Conde y del Baron. 


La Escena es en el Palacio de Orleim, 
situado en una Granja. 


(3) 
ACTO PRIMERO. 


Representa el Teatro un espacioso salon del 
dicho Palacio. Habrá una pueria á la iz- 
quierda de los Actores , otra grande al fon= 
do que dá al jardin , puesta entre dos ven-= 
sanas , por las que se descubre vario espacio 
de terreno y camino que conduce á la puerta 
de la entrada. Dos grandes plantíos trans- 
versales á corta distancia de las ventanas. 
Una papelera cerrada al lado derecho, y va= 
rios asientos y muebles correspondientes 
á la magnificencia del salon. 


ESCENA PRIMERA. 
LUISA Y FELIPE, 


FELIPE. a por último , mi querida 
Luisa, estás determinada , y me pro- 
metes amarme siempre? 

Luisa. Sí, Felipe mio,siempre , siempre; 
y puedo asegurartelo sin el menor miedo 
de faltar á mi palabra , porque soy de 
una familia que jamás supo lo que es 
la infidelidad. 

FELIPE. No, pues tales familias no dexan 
de ser hoy harto raras en el mundo. Ni 
me atrevería yo á jurarte que sea de 

A 2 


(4) 
ese número la mia ; pero en fin yo 
serviré de exemplo á mis descendientes. 
xuisa. Como que lo espero así..... El 
Conde, nuestro amo, llega hoy , y en 
el mismo dia le harás la propuesta. ¿Que- 
damos conformes? 

FELIPE. Dos horas le doy de descanso, 
porque no es corto el paseo que hay des- 
de Berlin á este Palacio. ... Déxole 
alentar un poco , y luego me abalanzo 
áél, y con la mayor política le hago 
sabedor de nuestros proyectillos ; los 
aprueba , nos dá un buen dote, nos 
casamos , somos felices y principiamos 
prontamente con una nueva raza de esa 
dichosa clase de gentes que ignoran lo 
que es la infidelidad. 

Luisa. Cuidado conque te se escape esa 
palabra delante del amo; mira que lo 
perdiamos todo. 

FELIPE. 3 Y por qué? 

Luisa. No te lo puedo decir, en primer 
lugar porque es un secreto , y en segun- 
do porque. ... no lo sé. | 

FELIPE. ¡Esa si que es una poderosa ra- 
zon! Pero digo ¿será tal vez porque el 
Señor Conde habrá dado con alguna 
infiel? 

Luisa. (Arrimandose al oido de Felipe.) Así 
se decia á la sordina. 

FELIPE, Pues no es posible que lo fuese 


(s) 


la Condesa , su esposa, cuya muerte 
ví que lloró toda la familia. . 

Luisa. (Aparentando saber mas de lo que 
quiere decir.) ¡Ha!.... 

FELIPE. ¿Esverdad lo que he oido de que 
vivieron separados unos diez años? 

LUISA. Si ¡diez años! mucho tiempo es 
para quien ama de veras, y mas si ni 
aun puede quejarse. 

FELIPE. HAñadamos á eso, que sabiendo 
el Conde que estaba ella para morir, se 
encerró con obstinacion en su Palacio, 
y no permitió el ir á recibir sus úl- 
timos suspiros. 

LUISA. ¡Y esta absoluta prohibicion de 
que por ningun caso se le pueda nom= 
brar á la difunta!.... 

FELIPE. ¡Y el modo de portarse con Ma- 
tilde , su hija, que despues de la muer- 
te de su madre se la traxo aquí, donde 
está peor que una estraña!.... 

muisa. Todo esto dá muy bien en que 
pensar. 

FELIPE. Yo te aseguro, que á estar yo 
en esta casa anteriormente , ya estaría 
algo mas adelantado en el particular... 
Tal vez la Condesa, á quien todos su- 
poneis tan virtuosa , habria en efecto..... 

LUISA. (Interrumpiendole con viveza.) No 
digo yo tanto. 

FEHPIDE.  ¿Puesqué es lo que dices? 


(6) 

juisa. Nada. ,.. Sino que tú me haces 
hablar... . Supon con certeza que nada 
sé de positivo, y que nadie en casa 
sabe sobre esto mas que yo... Niaun 
nuestro Abate Herman, íntimo del 
amo. . .. Y como este no lo sepa á fon- 
do , á nadie seguramente se le ha con- 
fiado el asunto. 

FELIPE. ¿Y Madama Amelia , esa amiga 
antigua de la Condesa de Orleim , que 
nunca ha abandonado á Matilde. ... Ma- 
dama Amelia , no lo sabrá? 

Luisa. ¡Oh! ¡siesa hablára!. .. Enton- 
CES... . Pero no, no se la escapará 
ni una sola palabra. 

FELIPE. Pero el sobrino del Conde, el 
joven Ernés , que le heredára seguramen- 
te á pesar de su propia hija ¿ qué dice 
á todo esto? 

LUISA. “¿Quién? ¿ Mr. Ernés? Desde su 
pasada enfermedad , cuya fecha se cuenta 
desde el arribo de Matilde á esta casa, 
se mudó su caracter enteramente. .. El 
que era ántes tan alegre , ha caido aho- 
ra en una melancolía. ... ¡y en tal es- 
pecie de languidez!.... No, que me 
enmelen sino le ha petadosu prima. 

FELIPE. ¡Puede ser! pero ¡y qué nos im- 
porta á nosotros!, . . . Ello'es que en ca— 
si todas las familias suele haber unos 
secretos, que el diablo quelos entienda. 





(7) 


Vaya , dexemos ya esto en que no nos 
debemos metet. ... Me dá lastima el 
amo, eso sí, porque no es muy dicho- 
so; y no me compadezco ménos de la 
pobre Matilde , cuya madre fué culpa- 
ble, pero aun así no debia ella pagar 
delitos agenos. . . . | 
Luisa. ¡Delitos!... ¡Culpable!.... ¡Su Ma- 
dre!... ¿ Y quién te ha dicho una pala— 
bra de todo eso? Cuidado con que ha- 
bles así delante de otros ; mira que nos 
pondrian 'en la calle 4 entrambos. 
FELIPE. (¿Yo? ¿hablar? Si, si, con to- 
dos parezco mude , ménos contigo. .. + 
Pero calla , que el Abate Herman viene, 


ESCENA Il 
MR. HERMAN, LUISA Y FELIPE, 


HERMAN. 3 Qué tal ha pasado la noche 
la Señorita Matilde? 

vuisa. Señor Herman, harto mal. 

merman. (Aparte) ¡Pobre criatura! (En 
voz alta.) ¿Y Madama Amelia? 

ruisa. Procura esforzar á su amiga. 

HERMAN. ¿Qué, no baxarán aquí un rato 
esta mañana? sE 

zuisa. ¡Ay Dios! ¡si, baxarl. ... Mr. de 
Orleim está para llegar. 

HERMAN. Ya lo sé; pero €s aun muy 


(8) 
temprano , y no cgasá el Conde hasta 
medio dia. 

guisa. Mr. Ernés , su sobrino, creo que 
vá á montar á caballo para salirle al 
encuentro. 

HERMAN. . El sSDpEO) será bien recibido.... 
(Aparte.) y la hija tendrá que escon- 
derse. ... (4 Felipe.) ¿Está en casa el 
Mayordomo? 

FELIPE. ¿Quién? ¿Mr. Blum? Yo acabo 
de estar con él, 

HERMAN. Podeis decirle que se sirva pa- 
sar aquí. Tengo que decirle, y le espe- 
ro en esta misma sala, 


ESCENA II. 
HERMAN Y LUISA. 


guisa. Me subo á la habitacion de Ma- 
damas. ¿Nada mas quereis quelas diga? 
HERMAN. Aquí las veré quando baxen. 
xuisa. ¡Ha!... abora me acuerdo, Mr. 
Ernés , que me vió al amanecer en el 
patio, me preguntó si podría veros. 
HERMAN. Me importan muy poco sus vi- 
sitas. 
LUISA. Sin embargo esun joven, precioso. 
HERMAN. Sí, su exterior no cabe mas. 
Luisa. Pues su fisonomía anuncia su hon- 
tadezo 





MERMAN. Los hombres saben hoy muy 
bien tomar la fisonomía mas Conve- 
niente á sus intereses. 

Luisa. (Aparte. Vaya , este no quiere 
bien á Mr. Ernés, y es el único de- 
fecto que yo le hallo. (4 Mr. Herman.) 
Con que en ese supuesto le diré, si le 
vuelvo á encontrar , que no quereis verle. 

MERMAN. No, no tan á secas. ... Yo 
puedo pensarlo así , pero sería un gro- 
sero en decirselo de ese modo. ... Es 
el sobrino del Señor Conde.... Si os 
pregunta otra vez por mí, decidle que 
estoy ocupado , y con extremo. 

Luisa. Bien está. ... (Aparte al marchar- 
se.) No sé cómo hay quien no estime á 
Mr. Ernés ; eso lo siento, 


ESCENA I1V. 


HERMAN SOLO. 


¡Mr. de Ernés!. ... Mr. de Ernés, que 
se aprovecha de la preocupacion de un 
padre irritado, que recogerá los frutos de 
la injusticia ; que privará de sus bienes 
á la heredera natural, enriqueciéndose 
con sus despojos!.-: .... ¡Eh! le aborrez- 
CO. . ... O quando menos hago lo posi- 
ble para ello, aunque á la verdad no de- 
xa de serme costos0, . . Ya se vé, tiene 


10 
un ayte de EA cierta sensibili- 
dad , y tal candidez , que hablan á su 
favor , á pesar de quanto pueda encon- 
trarse en él de malo. ... Pero, ¡vaya 
Vimd. á penetrar el secreto de la con- 
ciencia de los hombres! 


ESCENA V. 
HERMAN Y BLUM. 


spLuM. Me acaba de decir Luisa ahora 
mismo , que teniais que hablarme. 

HERMAN. Verlad es, mi estimado Blum. 
El Señor Conde de Orleim estará aquí 
pronto. ... ¿Lo teneis dispuesto todo 
en el palacio, como os encargué de su 
órden £ 

BLUM. ¡Ah mi padre Capellan! Si Señor, 
todo está arreglado ya. Está puesta tam- 
bien la reja. de hierro, y la puerta gran— 
de que cierra el corredor , y ha de se- 
parar los quartos del amo , delos que 
habitan su amable hija y Madama Ame- 
lia , su compañera. En fin todo está lo 
mismo que os previno. 

HERMAN. Mas vale asi. 

mum. En los quatro años que ha que 
sirvo á Mr. de Orleim', nada me ha man- 
dado cuya execucion me haya sido tan 
costosa. ' 


| 


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: 


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| 








(0) 

HERMAN. Bien lo creo. 

BLUM. ¿Con que tenemos otra vez ya á 
la amable Matilde prisionera , mientras 
que su padre esté aquí? 

HERMAN — (Suspirando.) ¡Prisionera ! Sí, 
con todo el rigor del término. 

BLUM. ¡Y por la orden de un padre! 

HERMAN. Lo que debe admirar mas es que 
lo manda asi un hombre bueno , gene- 
roso, humano, bienhechor con todo lo 
que le rodea , y solo bárbaro para con 
su hija. 

BLUM. Yono concibo ¡cómo es que puede 
aborrecerla! 

HERMAN. El la adoraba, Mr. Blum.... 
Como que es su hija única. Yo mismo le 
he conocido por seis años enteros el 
padre mas tierno. Matilde es un retra- 
to perfecto de su madre , y nadie igno- 
ra el intenso amor que tenia el Con- 
de á Carolina su amable y desgracia- 
da esposa. 

BLUM. Eso de amar á su muger y des- 
terrarla de su vista; dexarla perecer en 
el último abandono; tener de ella una 
hermosa hija , y constituirla prisionera 
en la misima habitacion en que estan; 
no"consentir jamas en verla, y amena= 
zar á qualquiera que se la nombre con 
echarle de casa sin arbitrio. . . No de- 
Xareis yos mismo de conocer que hay 


(12) 
en todo esto un extremo de rareza sin= 
SUE 

HERMAN. ¡Oh! todas las mayores contra- 
dicciones se suelen abrigar en el cora- 
zon humano. Razon y desvarío, crímen 
y virtud, venganza y remordimientos... 
Tal es todo hombre, mi querido Mr. 
Blum , con corta diferencia ¿ así somos. 
No tenemos ciertamente de que enso- 
berbecernos. - 

BLUM. Pues yo he oido que el Baron de 
Vodmar tiene sus ciertas miras sobre 
Matilde. ¿Por qué no se la dará nuestro 
amo? 

HERMAN. Nunca conseguirá Vodmar á 
Matilde. Con solo oir su nombre se mu= 
da de color Mr. Orleim ; se estremece, 
y se suscitan en él tales sentimientos, 
que apenas basta su razon á conte- 
nerlos. 

BpLumM. Y en cierto tiempo Mr. de Orleim 
fué el amigo desu padre. 

HERMAN. Sí, su intimidad fué extrema- 
da ; pero hallandose viudo el difunto 
Vodmar , y ya con este hijo, preten- 
dió casarse con Carolina. Obtuvo la pre- 
ferencia Mr. de Orleim.... Venció su 
pasion Mr. de Vodmar, y se hizo su 
mas fino amigo. .. Pasaronse seis años 
en su.mutua amistad.... Un viage de 

Ar. de Orlcim, su ausencia por el espa- 





(13) 

eio de quince meses, y su vuelta aquí 
tan repentina como inesperada , sepa- 
ran los amigos , desunen á los dos €s— 
posos , y siembran la desolacion en to- 
da la fami, La Condesa y su hija par- 
ten de aqué"á la media noche ; yanse 
á encerrar á una casa de campo imuy 
distante de esta : Mr. de Orleim se re- 
tira 2 Berlin, no vuelve á dexarse ver 
mas el Baron de Vodmar; huye de la 
Prusia, viaja, y no dá la vuelta á su 
patria , sino para venir á espirar en ella. 

BLuM. Eso prueba ya que algun justo mo- 
tivo de zelos.... 

HERMAN. ¿Pues qué? ¿necesitan jamas los 
zelos de un justo motivo?.... 

pLuM.* Pero en fin Madama la Condesa... 

MERMAN. Era la muger mas íntegra y 
respetable. .. .. Pereció víctima de un 
misterio, que acaso nunca se cono- 
cerá. 

BLUM. Aquí entra Mr. de Ernés. 

HERMAN, (Con disgusto.) ¡Vaya!. . . No le 
puedo ya evitar. . . Retiraos , amigo (4 
Mr. Blum) y no tardarémos en volvernos 
á juntar.... pues no será larga esta 
conversacion , porque gasto pocas razo= 
nes con los que me acomodan poco. 

(Salese Blum y saluda al paso 4 Ernés, que 

le corresponde con cortesía.) 


(14) 
ESCENA VL 
ERNES Y HERMAN. 


ERNES. ¿Vengo tal vez, Señor Abate, 
á ocasion en que os importuno? 

HERMAN. (Sentado junto áuna mesa en que 
habrá varios papeles. ) Me: encontrais 
ciertamente ocupadísimo con motivo del 
pronto arribo de vuestro Tio. .. Tengo 
mil cosillas que arreglar. 

ERNES. No espero distraeros por mucho 
rato... He oido esta mañana que mi 
prima Matilde estaba algo indispuesta, 

HERMAN. De modo es, que la perspecti- 
va de un futuro cruel... Ciertos dis- 
gustos nuevos. +. +. 

ERNES. ¡Ah! ¡quánto lo siento! 

HERMAN. (Con una sonrisairónica.) ¿Quién? 
¿Vos los sentís, Jirnés ? 

ERNES. ¡Mas de lo que pensais! Tambien 
me han dicho que mi tio ha. enviado 
ciertas órdenes concernientes á ella. 

HERMAN. (Levantandose ,con sentimiento.) 
Y harto rigorosas. . .. pero bien sé yo 
que no las ignorais. 

ERrNES. (Con afabilidad y tristeza. y Eso 
es manifestarme claramente que me 
teneis por sospechoso, y que me acu- 
SalS. 


(15) 

HERMAN. Tengo la desgracia de no s$a- 
ber disimular. 

ERNES. Pues como es que quando me e€s- 
timabais anteriormente. ... 

HERMAN. — (luterrumpiendole vivamente.) 
Entónces estaban Matilde en los brazos de 
su padre, no sela tenia aun peor que á 
una extraña en el seno de su familia, 
y no habia sido aun sacrificada á quien... 
no tiene, ni puede tener ningun dere= 
cho para ser preferido á ella, 

ERNES. Teneis razon , Señor Herman , ese 
tal de quien hablais , pues os comprendo, 
era un huerfano desgraciado , abando- 
nado desde su cuna , y reducido por 
una reunion de varios acontecimientos 
fatales á la necesidad de existir gimien- 
do en el olvido y la pobreza; ese tal 
debió su vida y su fortuna á la madre 
de Matilde , pero tampoco ha sido ni 
un solo instante ingrato; pues adoró 
siempre á su generosa bienhechora ; ha 
reconocido y respetado los derechos. de 
Matilde, de modo que el menor de sus 
sentimientos es un suplicio para el co- 
razon de él ; y ese tal por último pue- 
dejurar por los mismos cielos que ja= 
mas ha contribuido al daño ageno. 

MERMAN. Yo me alegraré de eso por su 
propio bien. 

ERNES. ¡Y quánta sería mi desgracia, 


(16) 
(con pena) si mi prima es de vuestro mo-= 
do de pensar! 

HERMAN. (Alterado.) Ello es que estais dis- 
frutando de las prerrogativas que la ase- 
guraba su nacimiento, . .. Heredareis sus 
bienes. .. (moderandose, pero insistiendo 
siempre.) En fin, comparad vuestros de- 
rechos con los suyos.... Cotejad su 
suerte con la vuestra. ... y senten— 
ciad vos mismo, | 

BrNES. 3Cómo?... ¡Yo habia de quitar- 
la su fortuna !. . . ¡Yo! 

HERMAN. (Con una sonrisa dolorosa.) ¿Pues 
qué prueba ese suntuoso matrimonio que 
os tiene preparado el Conde? 

ÉRNES. (Con firmeza.) Aun no está hecho. 

HERMAN. Pero se hará; y los inmen- 
sos estados que debian recaer algun 
dia en Matilde.... 

ERNES. (Interrumpiendole con entereza.) Ja 
más serán mios. ... (procura observar la 
intencion de Mr. Herman.) Mas seguro es 
el que pasen al joven Vodmar , que ha 
hecho bien pública su intencion , desde 
que murió su Padre, de unirse con mi 
prima. 

HERMAN. (Deun modo vago.) Si que ha 
concurrido aquí bastante. 

ERNES. (Con una curiosidad tímida.) Y sin 
duda que se le mira de un modo favorable, 

FIERMAN. Liso, lo sabrá vuestra prima. 


f 


e. 


(17) 

ERNES. ¿Conque si mi tio aprueba esta 
union?.... 

HERMAN. Lo juzgo harto dificil. 

ERMES. (Con un movimiento de alegría que 
procura reprimir.) ¡Ah! El tiempo mejusti- 
ficará ,si, y él me volverá vuestra amis= 
tad y estimacion.... Ya viene gente... 


Voy á dexaros. .... (aparte.) ¡O Dios 
mio! ¡Es Matilde!. ... 


ESCENA vVIL 
MATILDE ) AMELIA , ERNES , HERMAN. 


MATILDE. (Sobresaltada al ver á Ernés;) 
¡Ay mi querida amiga! ¡No estaba solo 
el Abate Herman! 

ERNES. (Aproximandose á ella con respe- 
t0,) No: os asusteis , Señorita , que yo 
me retiraré si os incomodo. 

MATILDE. (Con timidez y embarazo.) Me 
pensé que estuviese solo Mr. Herman...., 
pero tampoco es cosa de que vuestra 
presencia me ofenda. 

ERNES. Me lo llegué á temer , como: sé 
que seme juzga con todo rigor. . . Pe- 
ro, prima mia , no sé que me indica la 
palidez de vuestro rostro. ..- ¿Estaisiin- 
dispuesta ? 

MATILDE. (Suspirando.) Soy poco dichosa, 
y por lo comun participa el cuerpo de 
la afliccion del espíritu. 

B 


(18) 

ERNES. (Con sentimiento.) ¡No sois dicho- 
sal... ¿pues para quién debe ser la fe- 
licidad? : 0 

MATILDE. Parece que no para mí, como 
lo sabeis vos mismo mejor que nadie. 

ERNES. (Suspirando.) Si, yosé... que no 
merezco vuestro odio. 

MATILDE. Tampoco es aborreceros el que 
me veais suspirar por la dicha que es- 
tais gozando ¿ ademas de que el odio es 
un sentimiento muy roedor , para que 
quiera yo añadirle á la multitud de mis 
penas. 

amerta. (Como ¿mpaciente de que dura tan= 
so la conversacion , pero sin ¿mpolítica.) 
Matilde que tenemos poco tiempo, pues 

- que queriais pasear un rato antes del 
arribo de vuestro padre.. ...¿Si nos lo 
permite el Caballero Ernés?..... 

ERNES. Os obedezco y me retiro. .. Ja- 
mas se opondrá HErnés al deseo mas 
mínimo de su prima. ... Bien lo veo, 
todo depone aqui contra mí, y las apa- 
riencias me acusan; pero siempre esta- 
rá á mi favor el testimonio de mi co- 
razon. (41 salirse se detiene viendo en- 
¿rar ú Luisa.) 


(19) 
ESCENA VI. 


LOS MISMOS Y LUISA. 


Luisa. Señoras , Mr. de Vodmar viene con- 
migo á veros. Estaba abierta la reja ca- 
.«smalmente , y sola yo enla entrada. Por 
mas que le he dicho que no recibidis hoy 
á nadie, no ha desistido. 

MATILDE. (Con humor.) Huyamosle , Ame- 
lia 5 vamos. 

ERNES. (Enel fondo aparte , y con Fita, 
¡Qué es esto! ¡Reusa el verle! 

AMELIA. (Llevandose á Matilde. Protit- 
rad , Herman, que se marche pronto. 

MATILDE. (Con viveza.) Vamonos antes que 
pueda encontrarnos. (Marchanse.) 

ERNES. (Enel fondo y aparte.) Pues ¿có- 
mo huiría de él si estuviese prevenida 
á su favor? 

Luisa. Ya está aquí Mr. de Vodmar, 


ESCENA IX, 
VODMAR, ERNES, HERMAN Y LUISA. 


voDMAR. (4 Errés.) No creí tendría el 
gusto de veros aqui, persuadido :á que 
impaciente por ver á un tio á quien de- 
beis tanto. ... 
p 2 


(20) 
ÉrneESs. No tardaré en cumplir con mi 
obligacion. (Con frialdad.) 
vobmar. 3 Debe llegar esta mañana? 
ERNES. A lo menos le esperamos ; y por 
lo mismo me permitireis que os dexe. 
[Vase.) 
voDmaR. Perdonad mi distracción , Se- 
ñor Herman , que no os habia visto. 
HERMAN. No hay de qué , Mr. Vodmar. 
vopmar. (4 Luisa.) Señorita ¿podré ofre- 
cerme á los pies de la bella Matilde? 
zuIisa. Ahora no Señor , no está en su 
' quarto. ) 
vVODMAR. Aquí me dixeron que la encon- 
traría. . . . ¿Estará en el jardin?.... 
Luisa. Podrá ser muy bien, mas no lo sé 
de Cierto... ., Yo misma la buscaré... 
( Aparte. ) por donde no la encuentre. 
Y ase.) 
$l ESCENA X. 


LOS MISMOS MENOS LUISA, 


HERMAN. Acaso no será facil que podais 
hoy hablarla. .. . Estando su padre pa- 
ra llegar. ... 

VODMAR. Eso mismo es lo que me hace 

lsinsistir en el deseo de verla, para ro- 

<,garla que me escuche un instante. In- 

-Steresaos por mí: á este efecto, mi esti- 
mado Abate, empeñaos con Amelia y 





(21) 
su bella amiga, á fin de que me Con 
cedan esta gracia, de la que depende 
tal vez nuestra mutua felicidad. 

HERMAN. Sin atreverme á aseguraros que- 
daré ayroso , podeis estar cierto que de- 
seo serviros. (Vase.) 


ESCENA XL 
VODMAR SOLO» 


¡Con qué ojos me miraba antes el amigo 
Ernés! descubrian claramente su inquie- 
tud.... ¿Si amará tambien á Matilde? 
No es la primera ocasion en que se me 
ofrece esta duda... . Aun mas, ¿si se- 
rá él acaso amado?. ... pero no; por- 
que debe creerle muy culpable... ¡Ah! 
yo sí que lo soy mucho mas que no él; 
una sola palabra mia , sin mas que con 
una palabra sería feliz Matilde , mas el 
honor ó álo menos lo que ponemos los 
hombres en su lugar, una preocupacion 
cruel no medexan que la pronuncie.... 
¡Ay padre mio! ¡Qué es lo que hicisteis! 


ESCENA XIL 
VODMAR Y CARLOS. 


CARLOS. (Con exterior agitado é inquicto c0- 


22” 

- mo que teme"que le vean.) Ya hace rato 
que os busco, Señor Baron. 

voDMAR. ¿Qué es lo queme quieres Cár- 
los? 

carzos. (Mirando á todos lados con al 
do.) No creo que puedan vernos. . . ¿es- 
perais aquí á la Condesita Matilde? 

VODMAR, SÍ. 

carros. Pues sabed que será en vano, 
Al pasar por este lado. al ultimo del 
jardin , estando yo detras de un enreja- 
do. que impedia me viesen., oí á eila y 
su amiga Madama Amelia que decian 
iban á buscar un sitio extraviado para 
que no pudieseis  hallarlas. 

voDMAR. ¿Pues qué he hecho para que de 
mí huyan? 

carros. No lo sé... pero digo , cuidado 
con que puedan sospechar que los dos 

' estamos acordes en el particular. ... 
Aquí todos se fian de mí , y merezo de 
todos la confianza 5... pues como mi 
pobrecita ama fuese mas dichosa... co- 
mo llegára «yo á creer que su padre la 
volviese algun dia. á su cariño, y como 
no fuese el matrimonio el único obge- 
to de vuestros proyectos con ella, no 
creais que por todo el oro del mundo 
fuese yo capaz. de hacer semejante trai- 
cion, nial Señor Conde, miamo , que 
me ha «visto nacer , mi mucho menos á 


23 

su preciosa a an quando niña la 
llevaba yo en mis brazos. 

VODMAR. (Presentandole un bolsillo que no 
acepta.) No dudo eres un hombre de 
bien, y conozco que jamás te pagaré 
lo mucho que te debo, 

CARLOS. No Señor , no, guardaos vuestro 
dinero , que no tengo necesidad de él 
para serviros en esto con todo corazon; 
porque solo aspiro á la felicidad de mi 
Señorita Matilde quando me meto en 
tales asuntos. Hacedla dichosa, y que- 
do así muy recompensado... . Pero ya 
que nos hablamos con esta franqueza, 
Señor Baron, tened la bondad de oir- 
me,sin enfadaros de lo que voy á de- 
ciros. Por lo que es en el dia sé de 
cierto que aun no sois amado ; tal vez 
lo conseguireis; pero al presente está tan 
distante. . . . Si la Condesita (ví poco 
ha) que se lo decia así á su íntima 
Amelia , por consiguiente si vais á pe- 
dirla su consentimiento, estad bien se- 
guro de que no le obtendreis. 

vVODMAR. Así me lo temo, 

CARLOS. Si lo sé yo de cierto; así mi- 
rad con cuidado lo que haceis.... 

voDMAR. Recurrir al medio que tenemos 
hablado. . . ¡el es harto terrible! 

carios. Sí, violento es sin duda. | 

vonmMar, El rapto repugna á mi corazon. 


| (24) | 

farzos. Y tambien al mio, como soy. 

vopmAR. De ningun modo me resolveré, 
hasta que tenga perdída toda esperanza. 

carzos. ¡Ah! es que me temo de que an- 
tes que anocheza.... pero, por lo que 
pueda suceder, aquí está una llave de 
la puertecilla falsa del jardin. Me he 
hecho con ella sin que el mundo lo sien- 
ta. Haced que esten aqui bien tempra- 
no los criados de mayor satisfaccion. 
La llave esa les facilitará la entrada; 
que se pongan entre la cerca y el en- 
rejado.. .. Estaré yo bien alerta , y to- 
maremos de mancomun las medidas mas 
convenientes al caso. 

VODMAR. Quiero antes volver á ver á 
Matilde , y hablar ásu padre ; á lo me- 
nos quedemos libres de los remordimien- 
tos de una excesiva precipitacion. 

CcArLos. Eso es pensar como hombre de 
bien... . pero digo... . podiais procurar 
tambien el travar amistad con Luisa, 
doncella muy querida de las amas. En 
tales casos una camarera es una alda- 
ba indispensable. .. Creo que es toda 
de mi compañero Felipe, un buen mu» 
chacho, muy apasionado de Mr. Ernés... 
Vaya que estas noticias podrán seros 
útiles ; mas sobre todo suspirad , que- 
jaos , instad con arte á Matilde, y no 
perdais tiempo. Marchaos ya hácia el 











25) 

jardin, pues Le ellas que estais aquí, 
y por lo mismo no vendrán , estoy muy 
seguro. A lo ultimo de esa calle de ar- 
boles , detras de la cascada , en el bos» 
quecillo espeso , allí es donde se habran 
metido. 


VODMAR. ¿Qué camino he de tomar? (an- 


dando para marcharse.) 


CARLOS. Por “acia: despues á la dere- 


char ESOMES PpPorrali.. Pero”, digo, 
cuidado con la llave , y que esten aquí 
los muchachos al amanecer, muy tem- 
prano.... Vaya, maña, viveza, ani- 
mo y todo se compodrá. (Vanse por la 
puerta del fondo tomando cada uno su di- 
ferente camino.) 


(26) 
ACTO SEGUNDO. 


ESCENA PRIMERA. 
HERMAN SOLO. 


Ma no anda por aquí Mr. de Vodmar; 
sin duda que cansado de esperar tomó 
el partido de retirarse. 


ESCENA IL 


MATILDE , VODMAR, AMELIA, HERMAN 
Y LUISA, 


VODMAR. (Que viene siguiendo á Matilde 
y á Amelia.) No huyais de mi Señorita. 
Dignaos oirme un corto instante ; haced 
este ligero sacrificio al grande interés 
que tomo por vos. 

AWELIA. No dudeis Mr. de Vodmar, de 
que las miras honrosas que habeis he- 
cho ver á Matilde os aseguran de toda 
su estimacion ; pero pues que os ha ma- 
nifestado que no puede su corazon corres- 
ponder al vuestro , desde vuestra última 
conversacion , no creo que haya podido 
mudar de sentimientos. 

YODMAR. Aun así, permitidme sepa yo 


== — e 
== A A - 


2 
de ella misma (4 Amelia) , Sise ha dig- 
nado reflexionar bien sobre mis propo- 
siciones. | 
| MATILDE. Pedian, sí, por su naturaleza 
toda mi atencion (con cierta contempla- 
cion, y no he dexado de aplicarsela... 
pero no puedo aceptarlas. 

' VODMAR. Con que en fin deducirémos que 

me aborreceis, ¡bella Matilde! 

| maTILDE. (Con imgenuidad.) Yo jamás su- 
pe aborrecer. 

vODMAR. ¿Pues qué? ¿Sois asi dichosa? 

| MATILDE. Sé conformarme con mi suerte. 

| VODMAR. ¿Os lisonjeais á lo menos de que 
se cambiará algun dia? 

MATILDE. Se necesita ser muy infeliz pa- 
ra perder hasta el consuelo de la es- 

y peranza. 

-¡vODMAR. ¿Llega hoy vuestro padre? 

MATILDE. Si Señor. 

VODMAR. Y sus repetidas ordenes ponen 
otra vez un muro de separacion entre 

, él y vuestra persona. 

HERMAN. (Con despego.) ¿Y qué? ¿Os cree- 
Teis A POr eSOÉ6 «0.4 
voDMaR. (Interrumpiendole.) Si Señor , me 

creo que la hija del Conde de Orleim 
será desterrada al pabellon mas retira- 
do del Palacio que él habita ; que la 
reja y la puerta de hierro del quarto que 
. €lla ocupe no volverán á abrirse hasta 






1 





| 





(28) 


que le dé gana al Conde de ausentar- ' 
se ; añadese á esto ( dirigiendose ahora | 
la palabra á4 Matilde. ) el precepto mas 
rigoroso de que por ningun caso 09. 
presenteis delante de él, Señorita. Ha. 


impuesto tambien á todos el de que no 


Y . | 
se 0s/nombre de ningun modo en su pre=. 


sencia, y mucho menos para hablar a 


vuestro favor. . .. Todo, todo lo sé; 
podrá tal vez condenarse mi curiosidad, | 


pero me disculpan mi humanidad y mi 


amor. En fin , Condesita, estais humi-' 


lada, abandonada y aborrecida. .. Mas 





jay de mí! ¡ya llorais!. .. Perdonadme 
estos arbitrios rigorosos que la necesidad 


me hace emplear para convenceros, har- 
to lo siento , pero lo cierto es que lle- 


ga hoy vuestro padre, y vienen con él | 


las penas, las pribaciones , el desprecio 


y aun el odio para la desgraciada Ma- ' 


tilde. En una ocasion tan triste Vodmar 
está á vuestros pies. .. este Vodmar que 


os adora , que quiere cambiar vuestro | 


infeliz destino, que os presenta su ma- 
no , sus bienes y su corazon... A vues- 


tra menor palabra hablaré al punto al: 


Conde , y tal vez obtendré su consen- 


timiento ; cesareis de continuar en el 
oprobio, os elevo al estado que os es: 
debido y dedico toda mi vida á haceros | 
olvidar los excesivos males que habeis 


padecido, 








29 


¡uIsa, (Aparte.) ¡Vaya que las intenciones 


de este Señor no pueden ser mejores! 


AMELIA. Sin duda que sois acreedor al. 


mayor reconocimiento. 


HERMAN. Á la verdad que deberiais ser 


mas dichoso. 


MATILDE. (Confusa.) No dexo de hacer jus- 


ticia á vuestro proceder, Mr. de Vod- 
mar. .. pero yo dependo de un padre.... 

voDMAR. Pues por lo mismo, permitidme 
que le pida su permiso, y prometed- 
me solamente en el caso de que nos le 
conceda .s. +» 

MATILDE. (Le interrumpe con firmeza.) No, 
eso no, (Como reprimiendose.) No es en 
mí decente el hacer ninguna Promesa. 

voDMAR. (Mas acalorado.) Pues si decis que 
vuestro corazon está aun libre, y que 
no me aborreceis. . .. dexadme reparad 

: vuestras desgracias. ... dexadme termi- 

- Nar Vuestros males. ... de los que me 
acuso interiormente , por los que vivo 
mortificado , y de los quales soy, en 
fin,la causa. 

TODOS. (Con admiracion.) ¿Quién? ¿Cómo?.., 

AMELIA. ¿Qué es lo que acabais de decir? 

HERMAN. Explicaos algo mas. 

YODMAR. (Con ansia.) No puedo: el honor 

me lo impide. Digo solamente que soy 
inocente y culpable... Sí, soy la yic- 
tima' de un crimen que no he cometi- 


30 
'" do; y que me (39) encadenado. Dad= 
me , Matilde, el poder y derecho de re- 
parar este atentado. .. Compadeceos de 
vos misma , y de mf... Libertaos de la 


humillacion y del desprecio ; y salvad="" 


me de los remordimientos y desespera- 
cion. Matilde concededme vuestra mano. 
MATILDE. No puedo llegar á comprehen- 
der cómo podeis tener tan gran parte 
en mis penas , pero no intento descu= 
"brir este misterio. Os agradezco el'in- 
terés que tomais en mi triste situacion, 
y deseo me creais sensible á esos testi- 
monios de una estimacion á que sola- 
mente puedo corresponder con mi gra- 
titud ; mas de ningun modo condes- 
ciendo con las diligencias que intentais, 
porque no mees posible aceptar vues- 
tra mano. Ojalá que seais muy dichoso, 
pero con otra... Por lo respectivo á mi 
desgracia podrá tal vez minorarse: un 
padre no es por siempre inexórable, aca- 
so el Cielo moverá algun dia el corazon 
del mio ; y si por mi desgracia fuese mi 
suerte siempre igual, sabré someterme 
Con resignación , pues una conciencia 
pura, y una vida sin delito son con- 
suelos muy poderosos contra el infortu- 
nio, ademas que el valor nos familiari- 
za con él; y: por último rre muerte vie» 
ne á ser su término, 


=— — 






| ELIT 

et Bien , pues yo, á quien jamás 
faltó esco el valor , y á quien el mis- 
mo amor dará fuerzas, yo sabré oponer- 
«me á que deis ese exemplo, que admi- 
ran los hombres, á su inhumana pie- 
dad. .. Pongo al Cielo por testigo de que 
si no hay otro arbitrio , á pesar de vues- 
tro padre, y aun de vos misma... 


ESCENA Ill. 
LOS MISMOS Y FELIPE. 
Entra corriendo é interrumpe á Vodmar. 


FELIPE. Señores, Señores, ya está aí el pos- 

tillon que viene delante del amo , y dice 

que no tardará en llegar con su sobrino 

Ernés que le acompaña. 

|¿MATILDE. ¡Dios mio! ... ¿mi padre!... 

¡dichoso Ernés!... ¡desgraciada Matil- 

de! ... (Marchandose con Amelia , llenas 

de confusion.) 

| HERMAN. (Acompañandolas.) ¡O quánto me 

_compadezco de vos!... ¡quánta lástima 

¡me causais!... 

| vobMar. (Mirando á Matilde.) ¡Ah! depa, 

1. .Cradad. Js yo por*mí'D. 

' 3ulsa. (Aparte mirando á Vodmar. y El 
se queda todavia. ¿Qué intención será 

la suya? ¡AMC 


32 

HERMAN. (4 Vodmar con una especie de 
embarazo.) En llegando el Señor. Con= 
de... se entrará aquí sin duda. 

vVODMAR. Como es preciso que yo le ha- 
ble , me estoy quieto en esta sala. 

HERMAN. Acaso no sea esta la ocasion mas 
favorable. .. No os espongais. . . 

vopmMar. (Con soberbia.) ¿A qué? (mitigan- 
dose.) Veame en hora buena Mr. de Or- 
leim. Mi suerte depende de él ; pero la 
suya de mí. 

HERMAN. (Aparte.) Harto le he dicho. Es- 
te encuentro podrá ser fatal. . . (4 Lu1- 
sa aparte al salirse él.) Mirad si podeis 
apartarle de aquí Luisa. ... Tal vez 
conseguirá una muger lo que niega él 
á mis ruegos. (Vase.) 


ESCENA 1V. 
YODMAR Y LUISA. 


vonmar. (4parte.) Procuraré calmar la in- 
quietud que me agita. esforzando toda 
¡mi razon. y. 2 

Luisa. (Aparte.) Hallo en este joven exce- 
lentes: qualidades ; pero tiene su cabeza 
un paco á la gineta. (4 él.) Tened á 
bién-, Señor Baron, de que me atreva á 

> manifestaroS. .... 

VODMAR. (Inserrumpiendola con Pisos dy Es- 





33) 
tá demas. , Señorita; ya -oisteis lo que 
dixe ahora mismo al Capellan. Estoy 
resuelto , y se acabó. 

Luisa. En tal caso está demas mi dae 
tencia. (Hace que se vá y.el la detiene.) 

VODMAR, Creo , Señorita, que os llamais 
Luisa. 

LUISA. Si Señor , para serviros. 

VODMAR. ¿Os hnos criado con la hermo- 
sa Matilde en, aquella casa de campo, 
donde en. su infancia vivió con su madre 
diez años?.. ls 

LUISA. Así es, y, allí nací. | 

VODMAR. Sé tambien que la Condesita os- 
distingue con su confianza, y os estima 
muy particularmente. 

Luisa. Procuro merecerme esos honores. 

¡vobmar. Aquí debe haber un joven de be- 
llas circunstancias, llamado Felipe... A+ 
quien. mirais con gusto. «;.; 

Luisa. (Sonriendose.) day que. aunque 
fueseis adivino!. ... +1] 210% 

VODMAR.«; Sís, lo sé la o 

Luisa. Pero, y ¿qué consequiencias ACA 
de todas esas preguntas! eS Y 

vODMAR. Que si os hiciescis de mi parte 
en mis «proyectos laudables con la ajmma- 

.. ble: Matilde , me tendriais. eternamenje 

reconocido , y yo procuraría con señala- 
dos favores hacer dichosa vuestra uniqn 
con Belipe. Rad * 
c 


avisa. No continueis hablandome mas por 
ese estilo ,-Señor Baron. 

VODMAR. Soy generoso , y sé quando se 
me sirve. ..- 

Luisa, (Interrumpiendole. ) Pues yo soy 
tan desinteresada , que jamás east un 
favor. 

VODMAR. No es eso muy comun. 

Luisa. En mí es natural. ] 

voDMAR. Podrá serlo, pero «sin embargo 
una que tiene talento para penetrar. .. 

Luisa. Es que soy tan discreta para saber 
callar lo que se me dice, como para 
no querer sáber lo que se 'me calla. 

“vODMAR. Sois, á la verdad , singularísima. 

LUISA. ¡Qué! algunas habrá así en 'mi se- 
xó ,á pesar de su mala fama. 

“voDMAR. Pues decidme á lo menos. ¿El 
joven Ernés que vé continuamente á Ma- 
tilde, y que sin duda lográ'tambien en- 
trar en su compañía íntima... 

1uisa. Mr. Ernés es su primo... 

VODMAR. ¿Y qué importa para “qué le pa- 
rezca hermosa su prima?- 

ruisa. Tal vez suceda así, como que bas» 
ta para eso el tener buena vista, y los 

“> ojos de Mr.' 'Ernés no son 'malós. 

vVoDMAR. Ola ¡con qué atencion se los ha= 
beis mirado! 

“kuisa. Con gusto, y sin riesgo. .. pero va- 
mos claros , Señor Baron , bay-os tomais 


un trabajo inutil, ni vuestras. preguntas, 
ni vuestras promesas conseguirán de mí 
nada. Digo yo solamente lo que quiera 
que se sepa, sin que se me' pueda cegar 
por el soborno. Me empleo únicamente 
en mis ocupaciones, y de. ningun mo- 
do en. los secretos agenos. Carezco de 
toda «habilidad para la intriga, porque 
me falta el talento que exigc. En fin, 
os creo Caballero digno de la Condcsi- 
sita Matilde , y siento que degradeis 
vuestro «caracter , intentando «así envi- 
lecer el.mio. Os respeto quanto debo 
pero noyjpuedo serviros en. n2da para 
con mi Señorita ; todo: lo mas que haré 
en favor del interés que me inspirais, 
es el: rogaros que. os retireis de-este.sis 
tio. Va á:entrar en él nuestro amo , quien 
sabemos que justa Ó injustamente no os 
vé con gusto. Dexad «de:exponeros sos 
licitando de él una explicacion que. no 
os serámagradable. Creedme, y si es ver- 
dad que: amais sinceramente á. Matilde, 
dadla úna prueba con apartaros de aquí 
para ahorrar á su padre un sentimien- 
to que: no podrá faltarle si llega á veros. 

VODMAR. Muy bien , yo; adoro. 4 Matilde; 
respeto á su padre. . . y no olvidaré que 
sois preciosísima. 

Luisa. En esto no hago mas que cumplir con 
mi obligacion. ... pero. ya se oye el 

Cc 2 


36) > 
ruido. «. . Mi amo ha llegado. . ... 
(Aparte.) ¿Cómo se saludarán al verse? 
voDMaAR. (Aparte.) Tendré presente que es 
desgraciado... y que lo. es por mi cau- 
sa... . ¡Ya entra!... ¡Cómo palpita mi 
corazon! .. . ¡Qué ascendiente tiene so- 
bre la alma una persona, de cuya vis- 
ta solamente debemos avergonzarnos! 


ESCENA Y. 


EL CONDE DE ORLEIM, ERNES ( Ámbos 
en trage de camino), HERMAN, BLUM, 
LUISA , FELIPE Y VARIOS CRIADOS 
DE LA CASA, 


Vodmar se pasea retirado por el fondo del 
Teatro sin ser visio del Conde. 


ORLEIM. (Abrazando 4 Ernés.) Dadme mil 
abrazos, querido sobrino... ¡Qué susto 
me dió tu enfermedad!... pero estás ya 
bueno , y veo eumplidos mis deseos... . 
(Volviendose á la familia que: le tiene ros 
deado.) Os estimo mucho-á todos el exo 
presivo recibimiento que me haceis. Co. 
nozco que me volveis á ver con gusto, 
y no es menor el que yo tengo en vol» 
ver á vuestra compañía... (:4! Padre 
Capellan que con mucho respeto está algo 

lo retirado.) Herman , mi querido amigo 


a 


| (37) 
Herman, corred á los brazos de quien 


os estima de veras. E 

HERMAN. Perdonad, Señor Conde, á mi 
respeto... 

ORLEIM. Dexémonos de cumplimientos. Yo 
estoy siempre deseoso de veros , y muy 
contento despues que os visto, (mira á 
todos lados con una especie de imquie- 
tud, y alarga la vista muy amenudo hácia 
la puerta de Matilde.) Me parece que 
no hay por aquí novedad. .. Todo está 
bien. .. y el que menos logra de una 
perfectísima salud. 

HERMAN. Cada qual de nosotros deseaba 

vuestra vuelta, porque vuestra presen- 
cia es el colmo de nuestra felicidad. 

ORLEIM. (Con un desasosiego involuntario.) 
¿Me podriais decir Herman?... ¿Ernés, 
sabes acaso? 

ERNES. (Con prontitud.) ¿Qué? tio... 

HERMAN. ¿Qué mandais? 

ORLEIM. (Procurando reienerse.) Nada, que- 
rido....: Nada , Mr. Herman... (4par- 
te.) ¡Apenas puedo reprimir los movi- 
mientos de mi corazon! 


(38) 
ESCENA VL 


LOS MISMOS Y AMELIA. 


Vodmar se pasea siempre por el fondo , y pro-= 
cura no ser aun visto por Mr, de Orleim. 


ORLEIM. (4/ ver 4 Amelia hace movimientos 
de indignación que reprime al punto.) ¡Ah 
Madama!... Bien, ¡sois vos! (con frial- 
dad.) No creo haya novedad en vuestra 
salud. 

AMELIA. (Con despego y nobleza.) No he juz- 
gado conveniente el retardar mi venida 
para manifestaros, Señor Conde, mi es- 
timacion á vOS , y .. . á quanto debe se- 
ros precioso; esto es un efecto de mi gra- 
titud, 

ORLEIM. Ninguna me debeis, Madama... 
He creido deber hacer lo que he hecho. .. 
Jamas mudaré de opinion. 

AMELIA. (Aparte.) ¡Qué recibimiento este! 
¡qué frialdad! ) 

VODMAR. (4un en el fondo , dice con indig- 
nacion.) ¡No , no sele oirá nombrar á 
Matilde! | 

ORLEIM. Hoy no puedo tener el gusto de 
que comamos juntos , sobrino mio ; cier- 
tos asuntos importantes me llevan á al- 
guna distancia de aquí á cierta casa de 


9 

campo , donde debo ir dentro de un ra- 
to ; pero mañana cuento contigo y con 
Madama Amelia... Me subo á mi quat- 
to. Ernés , dentro de una hora estarás 
por aquí que tenemos que hablar... y 
no nos dexeis Capellan. (4l salir vé á4 
Vodmar. ) ¡Ay cielos!, +. ¿Aquí estais, 
Monsiurt 

ERNES. (Con admiracion y pena.) ¡ Este es 
Vodmar! ... 

HERMAN. (Áparte.) ¡ Mal encuentro! 

voDmar. (Con. nobleza y algo de confusion.) 
Espero que tendreis la bondad de escu- 
charme dos palabras. 

ORLEIM. (Con sequedad.) Ya recibí vuestra 
carta. | 

vODMAR. Pues vengo eat á buscar 
_la respuesta. 

orLeIm. Tendré luego el honor de darosla 
. por escrito. 

VODMAR. ¿Y para qué se me ha de diferir 
ALS estamos tan próximos uno de 
otro? 

OrLEIM. En otra ocasion... 

VODMAR. (Interrumpiendole con suavidad.) 
Tal vez el aprovecharnos de esta: será 
muy útil á ¿entrambos. 

orLEImM. Pues que lo exigis así con tanto 
empeño,» «(á los demas) dexadnos solos. 

HERMAN. (4Aparte.) Convendrá el. no. per- 
derles de vista, 


(40) 
ERNES. Aparte.) ¿Qué cosa será esta? 
AMELIA. (Aparte.) ¡Pobre Matilde! Aquí se 
vá á hablar de tí, y “acaso para perder- 
te mas. (Vanse todos. Amelia entra en la 
habitacion de Matilde.) | 


ESCENA VI. 
ORLEIM Y VODMAR. 


Estan un corto instante en silencio. Orleim 
CES no alza los ojos del suelo. Vodmar 
como confuso. 


voDMAR. Señor Conde... 

ORLEIM. Señor Baron... (Con sequedad y 
sin mirarle.) 

voDMAR. (Con timidez.) Mi presencia os in= 
comoda.... 

ORLEIM. Es que no me esperaba encontra- 
ros aquí; pero en fin 53podré 2 qué 
es lo que os ha traido? 

VODMAR. Ya lo dixe antes y la respuesta de 
mi'carta, 

ORLEIM. Creo que su contenido se reducía 
á decirme que deseabais hablarme sobre 
un importante asunto; pero no'me ha 
“sido posible adivinar qual' sea'él. :'. (Con 
una atencion fria.) Ahora que os escucho 

“os: servireis de. decirme 'el “motivo “que 
me procura el honor de vuestra visita. 


: (41) 

VÓDMAR. No es otro que el del amor. .. Yo 
adoro á vuestra hija. 

orLEiM. (Con admiracion y cólera.) ¿A Ma- 
tilde? .. ¿Y venis á pedirmela ? .. 

VODMAR. De vuestro consentimiento depen- 
de toda mi suerte. 

ORLEIM. (Mirandole ahora de fijo.) ¿Cómo? 
¿quereis por esposa á Matilde?. .. 

voDbMaAR. Mi fortuna , mi honor y mi vida; 
todo , todo lo ofrezco á sus pies. 

orLem. (Con altivez despues de un corto si- 
lencio.) Dios me libre de consentir jamas. 

voDMaR. 3Jamas?.. ¿Y porqué... 

orLEImM. (Con un triste suspiro.) ¡Ay!.. Ni 
puedo , ni debo decirlo. .. pero el honor 
y mi obligacion “me imponen la necesi- 
dad de negarosla. 

voDMaAr. (Con admiracion.) ¡ Vuestro honot 
y obligacion! .. | 

ORLEIM. Sí, (Con resolucion.) Y sabré obe- 
decerles. 

vODMAR. Pero ¿Y no me direis? .. 

ORLEIM. No; nada. 

voDMAR. (Pronto á irritarse , y procurando 
contenerse.) Acaso quando sepais que no 
han sido del todo desechados mis res- 
petos.... 

orLemm. (Con susto.) ¿Pues qué? ¿Ella os ama? 

VODMAR. Es muy prudente Matilde para 
llegar á hacer semejante confesion : sabe 
muy bien que depende de un padre, 


(42) 
ertemm: No, depende solamente de sí mis- 
ma ; puede disponer de su corazon y. de 
su mano. No me opongo á su eleccion, 
sea qualquiera. .. (Cun firmeza.) Con tal 
que no recaiga en vos. | 
VODMAR. (Colérico. ) ¡Mr. de Orleim!.... 
ORLEIM. (Con MANS ¡Mr. de Vodmar!.. 
VODMAR. Mirad que me injuriais mucho. 
ORLEIM. No tal. Sios la niego , es porque 
debo hacerlo. 
VODMAR. ¿Y sin darme un motivo? 
ORLEIM. Debeis suponer que tengo infinitos 
para no hablar ; y vuestra prudencia de- 
be obligaros á respetar mi secreto, 
vobMar. Vuestra conducta le ha publicado 
con demasía... . Bien , no insistiré mas; 
pero Matilde es infeliz : aborrecida de su 
padre, desgajada por las penas que él 
la procura, y acaso desheredada ya , tie- 
ne á su vista la perspectiva de un futuro 
cruel; mas aquí estoy yo que haré á su 
favor lo que debo, (Vase.) 


ESCENA VIII 
ORLEIM SOLO. 


¿Qué me queda ya que oir?... ¿No estoy 
harto atormentado? .. Matilde , (Con fue- 
go.) tu á quien quisiera yo aborrecer , y 
no puedo dexar de amar. .. (Con ternura.) 


€ 


43) 


¡Matilde! ¿serás tu siempre la causa de 
mi oprobio y de mi desesperacion? 


ESCENA IX. 


ORLEIM , HERMAN , BLUM , ERNES , LUISA 
Y FELIPE, 


HERMAN. ¡Con qué desesperada agitacion sa. 
le de aquí Mr. de Vodmar! , . Ya lo ha- 
bia yo previsto. 

ERNES. Tio mio ¿qué pena es la vuestra? 

HERMAN. ¿Llegais , Señor Conde , hasta 
el extremo del llanto? .. 

ORLEIM. Dexadme todos , dexadme solo un 
instante. (Procurando retener las lágri- 
mas.) 

ERNES. ¡Como supiese yo que Vodmar se 
habia excedido! . ,. 

ORLEIM. El es desgraciado , pero tu tio. .. 
(Con una voz sofocada por el llanto.) Vues- 
tro Orleim lo es infinitamente mas que él, 
(Vase.) 

HERMAN. (4 Ernés.) No le perdais de vista. 
(A Luisa y Felipe. ) Estemos un poco 
alerta. .. (Al marcharse.) ¡Desdichado!.. 

ERNES. (Al salirse.) ¡Ay Matilde querida!.. 


(44) 
ESCENA X. 


LUISA Y FELIPE. 


FELIPE. ¿Qué es lo que han tenido? ..¿De | 
dónde provendrán estas nuevas penas 
del amo? .. | 

-1uIsa. Te dixe ya , y te repito, que este 
es un secreto impenetrable. 

FELIPE. Quanto ras me lo dices , mas me 
aprieta la curiosidad , sin embargo de'que 
no es ella mi defecto dominante. | 

Luisa. Niel mio tampoco; pero por lo co- 
mun quanto mas se estima á una perso- 
na , mas se desea saber la causa de su 
desgracia , y esto no tanto por curiosi- 
dad como por afecto, 

FELIPE. Dices bien Luisa , así vamos á ver 

* si por afecto solamente podemos satis- 
facer algun tanto nuestra curiosidad. 
(Vanse.) | | 





ll 
" 
| 
1 
( 


| (45) 
ACTO TERCERO. 


ESCENA PRIMERA. 


CARLOS SOLO, 

li 

,. Entra acechando muy despacio si. alguno 
Ñ le vé, 


| Solo está todo esto. . .. nada tenemos que 
| temer. . . (Vuelve por la puerta del fondo, 
y dice átres criados que le esperaban fue- 
ra.) Vaya , enterarse bien de todos los 
sitios. . . Pasad por aquí. .. Siempre el 
plantío y la cerca... Yo estaré del otro: 
- lado como que no estamos juntos, y nos 
podrémos hablar... ¡Ola! que se siente 
ya ruido; pronto , pronto que vienen... 
Escapad por la orilla de la cerca , que 
no es posible que os vean. (Vanse , en- 
trando por la habitacion de Matilde.) 


ESCENA Jl 





AMELIA Y HERMAN. 











AMELIA. No me he atrevido á pregunta- 
ros cosa alguna delante de Matilde. En 
| hablando de su-padre, temo siempre ois 
| ; 


46) 

algo que sirva á humillarla todavía mas. 
HERMAN. Ello es que Vodmar salió con 

una agitacion harto fuerte , y no quedó 

el padre de Matilde en un estado menos 

violento. . . Pero ¿por qué Madama no 

le preguntais á él mismo sobre esto?... 

La estimacion que debe teneros. .. 
AMELIA. Porque habiendo sido yo siempre 


la mas íntima de su esposa , de la que 


tuvo sin duda algunas falsas sospechas, 
y á quien condenó sin siquiera oirla , á 
pesar de que fué siempre la muger mas 
virtuosa ¿ me h: creido su cómplice, y 
léjos de estimarme , ya me aborrece. Me 
tiene sin embargo alguna consideracion, 
pero por su propio respeto , y yo estoy 
en su caza por solo €l de Matilde , por- 
que «¿cómo he de abandonar á la hija 
desgraciada de mi-única amiga?- 

HERMAN. Esos nobles. sentimientos que en 
vos admiramos , deben haberos sido har- 
to costosos. 

AMELIA. Y me cuestan cada dia mas, pues 
no sé qual deba sernos mas doloroso, si 
el sufrir una justa acusación , Óaguan- 
tar la que no se merece. 

HERMAN. Distingo alguna gente. .. y es el 
Conde de -Orleim. 

AMELIA. Ahorremosle del disgusto de ver= 
me. 


HERMAN. Viene muy despacio, y está aun 


bien distante. 








| ¿AMELTA. Siendo así que antes le estimaba yo 
¡con tanta ternura , ahora yasu presen- 
(cia es para mi un cruel suplicio.... 
(Acercase á la puerta de la habitacion de 
Majilde.y ¡No es un tormento continuo 
y terrible el tener que cuidar de que 
esté cerrada esta puerta , como si oOcu- 
' ||pase esta habitacion su mayor enemigo! 
HERMAN. Ya llega. 
AMELIA. ¡Ha! huyamosle. . - (Oyese como 
cierra. por dentro.) 


ESCENA IL 


HERMAN SOLO.» 





Creí que se hubiese ya marchado, como 
dixo que tenia que pasar para un asunto 
importante á una casa vecina. 





ESCENA IV. 
ORLEIM 'Y HERMAN. 


+ ORLEIM. (Con unos papeles en la mano , y el 
exterior” siempre inquieto.) No he podido 
hallar en mi gabinete todos los papeles 
que necesito. Veré si los tengo en esta 
papelera. (Abrela.) 
- HERMAN. ¡Si EN seros algo útil, Señor 
| Cónder,.,. 








(48) 
orrrim. Gracias, mi estimado Herman, 
gracias... y 2un podeis favorecerme con 
decir á mi sobrino Ernés que le espero 
aquí para hablarle. 
HERMAN. Os obedeceré sin dilación: (Y. arco] 


ESCENA v. 


ORLEIM SOLO. 


| 
| 
j 


Sientase junto á la papelera, 


Respiremos un instante... ¡Pero el buen 
Vodmar!... ¡El hijo de mi cruel enemi- 
go se presenta con osadía , y se atreve á 
pedirme! .. ¡Con que el malvado intenta 
ser mas criminal aun que su padre! ,-... 
(Levantase y se pasea muy agitado. ) ¡Es 
posible que esta idea horrorosa: jamas ha 
de dexarme!... Yo venia á buscar aquí | 
la paz de mi corazon que huyó de él | 
en Berlin... ¡Ah! ¡aquí donde fuí tanto 
tiempo dichoso!:¡Aquí , donde yo ama- | 
ba , creyéndome correspondido! .. pues | 
en Berlin , en Berlin estaba quando:era | 
engañado , vendido, y deshonrado, ... 
(Descansa un instante, reclinando su:ca= 
beza entre sus menos.) ¡De Crleiml¡.. 
apela á tu razon ,' y dexa de entregarte | 

.ávunas tristes reflexiones que traspasan 
tu corazon. . . (Incorporáse y abre varias 





(49) 
gabetas de la papelera.) No puedo en- 
contrar estos poderes que me son indis- 
pensables. .. Ni sé dónde los guardo, si 
no estan aquí. (Dira de otra gabeía don- 
de saca otra cartera.) Tal vez en esta 
cartera... la miraré con cuidado... (Con 
un grito fuerte y agudo.) ¡Dios santo , la. 
carta de aquel perverso y el retrato de 
la pérfida! .. Sí; (mirandole) ella es... 
Estas eran sus facciones... esta es la 
misma á quien amaba é idolatraba yo, 
esta es la traidora é infiel... (Tira so- 
bra la papelera el retrato , y desplega la 
carta.) ¡Y tú, quete liamabas mi amigo, 
monstruo de perfidia!... tu formaste 
estas letras , manchadas aun con las lá- 
grimas que me arrancó la desesperacion, 
¡Ah, tu fuga precipitada, Ó mas bien tu 
temprana muerte, que solamente este 
brazo hubiera debido darte, te arrancan 
ron de mi venganza! ... (Lira tambien 
la carta sobre la papelera , se pasea, vá 
y vuelve acercandose á ella, y como ce- 
diendo á una fuerza irresistible , cosela 
otra vez.) Mil veces he leído ya esta 
horrible carta, y jamás la veo sin que 
me inspire la terrible necesidad de leerla 
de nuevo. Como quedudo de mi des- 
gracia, y procuro llegar á convencerme... 
(Abrela y la lee con una voz trémula.) 
»» Cedo , en fin, á tus miedos , mi amada 
D 


(so) 
»»Carolina; te entrego á tí misma , pues 
>»que te sospechas que Deorleim ha pene- 
»»trado ya nuestro secreto; como lo prue- 
>»ba su vuelta repentina de Berlin , oca- 
»»sionada por sus zelos. Yo estoy pronto 
4 Separarme para siempre de 11: voy 
74 huir de mi patria, llevando en mi 
>»»corazon la desesperacion rabiosa , y la 
>»ceguedad de mi amor, con que espiraré. 
>» Pues que me pides tu retrato, haí te le 
»»remito , sin embargo de que me serviría 
>»de algun consuelo : es el mismo que 
>»»guardaba Deorleim, y supiste tu quitarle 
>»para presentarmele ; pero pues que ab- 
>»solutamente le quieres, tomale. A Dios. 
>» Me amabas antes de que fueses de Or- 
>»leim 5 supiste amarme aun siendo su 
>>»esposa , y ahora quieres romper nues- 
»»tros lazos. El obedecerte me costará 
>» la vida ; pero debo someterme. ... á- 
» Dios, otra vez : celebraré que seas fe- 
»»líz, y que al mirar á nuestra Matilde, 
>»ese tierno fruto de nuestro amor , te 
>»acuerdes alguna vez de tu desgraciado 
>»amante.... de tu triste = Vodmar.c 
(Representa.) Nuestra Matilde , ese tierno 
fruto de nuestro amor. ¡Matilde á quien 
yo en el espacio de seis años que duró 
mi error , prodigué los nombre mas dul- 
ces , y las mas tiernas caricias! . .¡Ma= 
tilde. .. á quien yo abrazaba, estrechan 

















(51) 
dola contra mi sincero corazon , cubrien= 
do sus mexillas con mis besos, y juz= 


gandome dichoso de ser su padre! Ma- 


tilde, hácia la qual me arrastra una fuer— 


za irresistible. .. ¡Pero, sino es mi hi= 
ja! ¡Si es solamente el fruto desgraciado 
del crímen! ¡Si su nacimiento fué el se- 
llo de mi oprobio! . ... ¡Mas qué digo, 
Dios mio! ... ¡Si alguno por casualidad 
me oyera! ... (Mirando con ansia á todas 
partes.) Todo está habierto, y qualquie- 
ra puede entrar... álo menos Ernés á 
quien hice advertir. .. Contengamonos. 
Ocultemos midebilidad, ya que no han 


bastado diez años para hacerme triun= 


far de ella... Este es mi sobrino. . . 
ESCENA VI. 


ORLEIM Y ERNES, 


ERNES. Á vuestra disposicion , Señor tio. 
ORLEIM. (Con mucho agrado.) Acercate Krt- 


nés: no tengas conmigo ese ayre tímido 
y embarazado , que hace injuria á tu 
mayor amigo. Dame esa mano, ¿ Me: 
amas y amarás, dí, siempre?. .. 


ERNES. (Besandole varias veces la mano.) 


¡Oh querido tio. . .. Mi generoso bien=. 
hechor! ¿Cómo podreis dudar de mi amor 
y gratitud para con voss 

D 2 


52 

orzzim. No lo digo por eso.... sientate. (Sen- 
zandose , ambos confusos.) Bien te acorda- 
rás aun , hijo mio , de una conversacion 
séria que tuvimos ahora seis meses, 

ERNES. (Baxando los ojos.) Si Señor. 

ORLEIM. ¿Te acuerdas de qué tratamos? 

ERNES. Creo que de un matrimonio. 

ORLEIM. Sí, te le llegué á proponer, y 
procuraste tú diferirle , dandome alguna 
sospecha de que ese corazon no estaba en- 
teramente libre... . Sin embargo: nota- 
ba yo en tus palabras un verdadero de- 
seo de complacerme ; y esperé por lo 
mismo que triunfarias al fin de un gus- 
to momentaneo. .. De una locura ju- 
venil , á cuyo tiempo caiste enfermo. Ig- 
noro si se debe atribuir aquella enfer- 
medad á los esfuerzos que hiciste en- 
tonces para vencer tu pasion ; y respe- 
tando yo tu situacion, tomé mucho in- 
terés en ella: callé y nada he vuelto á 
decirte en el espacio de los tales seis 
meses : tiempo en que has podido ya es= 
cuchar la voz de la razon; pero no por 
eso he olvidado mi proyecto. .. Res- 
pondeme claro Ernés. 

ERNES. (Suspirando.) ¡Qué es lo que exigis 
de mí, tio! | 

orLEiM. Que aceptes la felicidad que te 
ofrezco por medio de una muger hermo- 
sa y amable, con una alianza de las mas 


4 





53 
ilustres. Sobre bl , acuerdate de que 
te he hecho el heredero de mi nombre; 
de mis estados y de mi título. No des- 
truyas mis esperanzas castigandome asi, 
por los sentimientos de amor que me 
debes. 

ERNESs. (Levantandose del asiento.) ¡Ahora si 
que soy desgraciado! 

orLEIM. No te entiendo. ¿Pues qué? ¿Por 
una ligera preocupacion? .. 

ERNES. Si, ¡ligera! Acaso la creí yo así al. 
gun dia. 

ORLEIM. ¿No me decias tú mismo que estas 
bas seguro de poder vencerla? 

ERNES. Lo esperaba así ; pero me engañé, 

ORLEIM. Con que ¿me sacrificas sin mas , á 
una pasion insensata?.... Te sacrificas 
tu mismo á las fatales conseqúuencias de 
una eleccion. .. . vergonzosa sin duda, 
pues que no te atreves á decirme su ob- 
jeto. | 

ERNES. (Como queriendo hablar y contenien= 
dose.) ¡Ah , si pudiera yo hablar! 

ORLEIM. Pues ¿quién te lo estorba? 

ERNES. (Como pronto á nombrar el. objeto 
de su amor , y deteniendose con una refle= 
xion dolorosa.) ¡Es invposible!. .. No, no 
puedo. 

ORLEIM. (Con altívez.) Tu podrias muy bien 
si no te fuese vergonzoso. 

ERNES. No Señor.; gracias á vuestros Cui= 


| (s4) 
dados paternales , y á los buenos exem- 
plos que me habeis inspirado : jamas 
Ernés tendrá que avergonzarse de los 
sentimientos de su corazon. 

ORLEIM. Sin embargo este mismo Ernés des- 
destruye el mejor de mis proyectos; tie- 
ne por nada mi felicidad ; habla de 
virtud, honor, sentimiento, y de de- 
licadeza , y su conducta es propia de un 
ingrato. 

ERNES. ¡Dios mio, quéinjusta acusacion! : 

orLEIM. (Con amargura.) ¡Así son los hom- 
«bres! | 

ERNES, (Con ¿ono de súplica.) No, tio mio. 

ORLEIM. Es efecto, sin duda , de mi mala 
estrella. A todos quantos he dedicado 
mi afecto no he debido otra correspon= 
dencia que la de. su estudio particular 
para martirizarme. 

ERNES. No digais tal por mí , tio mio: dig- 
naos oirme, y no me condeneis con pre- 
cipitacion , con rigor, y aun con in= 
Justicia. Muchas veces no es uno dueño 
de su corazon , pero si que puede uno 
siempre resolverse á desgajarle por sí 
mismo : no depende acaso de uno el 
triunfar. de la mas fuerte de todas las 
pasiones ; pero puede, es verdad , con- 
denarse á vivir eternamente infeliz, y 
voy á dar prueba de ello. Jamas seréin- 
grato , ni destruiré vuestras esperanzas» 


(ss) 


No quiero que me acuseis de ser la cau< 
sa de vuestra infelicidad. Señaladme el 
dia de mi himeneo , que ya estoy pron- 
to á obedeceros. Quiero renunciar antes 
á mi ventura que no á vuestro afecto. 

ORLEIM. (Abrazandole , se dexa caer sobre 
un camapé , procurando ocultar su llanto.) 
Y dime ¿cómo podré yo ser dichoso , si 
ocasiono tu desgracia?... 

ERNES. No os acordeis de mí en esta oca- 
sion 3 me sabré someter á mi mala suer- 
te , sin que jamas me oygais murmurar... 
pero escuchadme antes, y concededme 
desde ahora vuestro perdon..... Des- 
cubridme abiertamente vuestro corazon, 
pues con él es solamente con quien quie- 
ro hablar. Sí, con ese corazon tan tier- 
no y bueno, en el que es la generosi- 
dad una necesidad absoluta, y al que 
jamás llegó en vano la virtud perse- 
guida. | 

orLEIM. (Oyendole con inquietud.) Habla , si, 
explicate. 

ERNES. (Con timidez y cobardía.) ¡Tio del 
alma mia!.. 

orLEImM. (Con ansia.) ¿Qué?. .. ¿Qué? ... 
DE... 

ERNES. (Con un tono tierno y tímido.) Yo he 
sido el objeto de vuestros dulces cuidados, 
Os debo quanto valgo y soy... pero te= 
neis una hija. .. Matilde. «.. 


56) 

OrRLEIM. (Se' OO Sn BEI con un 
acento furioso , pero no fuerte.) ¡Infeliz.... 
te atreves á nombrarmela!..... Áparta- 
te dde mí. cu 

ERNES. (Con mucho fuego.) ¡Padre mio, 
acabad de oirme por Dios! ' 

orLEIM. (Con toda violencia , y una.v0z so- 
focada.) Huye al punto de: mi vista. 

ERNES. (Echandose á sus pies y abrazando 
selos.) No, ¡padre mio! Ya habeis de 
oirme. .. queos conyendré sin duda... 

ORLEIM. (Quiere desasirse de él, le mira, 
calla, le alza del suelo ; vuelve á sentarse, 
y con una voz débil dice, Vaya que te 
oigo , despacha. 

ERNES. ¡Mi bien hechor , mi. padre! bios 
Acordaos de aquella. . . (41 oir este nom- 
bre como que se extremece Orleim por un 
movimiento.) que fué madre de vuestra 
hija, á la qual sabeis que debo aun mas 
que la vida. La mia era vuestra herma- 
na, y murió viuda , dexandome sin apo-=. 
yo , pobre AN sin el menor aparato , como 

¡una debil caña: .combatida por tido viern- 
to. Tuvisteis piedad de mí en mi menor 
infancia; me arrancasteis de la miserias, 
por los muchos disgustos que os, habia 
ocasionado mi «madre , vuestra herma-—. 
na , no consentisteis en verme , conten- 
tandoos con embiarme á criar fuera de 
vuestra casa, La madre de Matilde me 





(57) 
trajo á sus brazos ¿ no pudisteis resistir 


á sus ruegos y lágrimas , y pasé yo á ser 
hijo suyo, y vuestro. No hizo diferien= 
cia de míá la hija que habia tenido en 
su seno, . . . Pues ¿cómo querreis que des- 
poje yo ahora á esa criatura de los bienes 
que la corresponden? ¿insultaré asi al es- 
píritu de mi amada protectora , usurpan= 
do los derechos que la naturaleza recla= 
ma á favor de su hija? ¡La usurparé la 
ternura de su padre, cerrando vuestro 
corazon! Y ¿seré yo dichoso, opulento, y 
respetado ; y ella , por mí , miserable, 
oprimida y desgraciada? ... ¡Há , en es- 
_ Te Caso si que me constituiría culpable, 

haciendome un monstruo de ingratitud! 
entonces si que seria yo aborrecido por 
mí mismo , y digno de la exécracion de 
los demas. .. . Algunas razones que igno- 
ro y no debo saber , y ciertas penas que 
Os atormentan , hablan aqui á vuestro fa- 
vor y escusan Resto proceder ; pero á 
mí ¿qué me habia de escusar , ni que lle- 
gará á justificarme? ... Vos sol0. ... . 
Solo vos , mi amado bienhechor. Si; vol- 
ved á Matilde vuestras bondades , vues- 
. tro corazon : sea ella dichosa y estoy 
_pronto á obedeceros ; cumpliré vuestras 
ordenes, y llenaré vuestras medidas. Se= 
ré menos rico , pero viviré en paz conmi- 
-g0 mismo 5 mis ojos se abrirán sin rubor; 


(58) 


nadie podrá aborrecerme ; sereis vos mis- 
mo justo ; y me estimareis aun mas. 

ORLEIM. (Sentado todavia.) ¡Con que eso es 
decirme que repruebas mi proceder! .... 
¡Es decirme que soy un bárbaro! ¡un pa- 
dre cruél é impío!. .. No eres tú quien 
debia echarme en rostro esa injuria apa- 
rente. .. . (Levantandose coge la mano de 
Ernés y le dice con calor , aunque con voz 
dolorosa.) ¿Conoces tú por ventura el in- 
terior de mi corazon?... ¿Sabes lo que hay 
en él? ;Has descubierto el secreto de mi 
conciencia?... Sobre todo ¿tienes tú el de- 
recho de sentenciarme?... ¿y dirémos que 
eres el que me amabas?... no , NUnca. ... 
(Con desesperacion.) ¡ Ay ! acabas de dis- 
pertar los agudos dolores que muchos 
años solo habian podido adormecer , y 
has refinado el veneno que me ha devora- 
do tanto tiempo , derramandole sin medi- 
da sobre mis llagas... (Como fuera de sí.) 
Huye de mí para siempre: apartaté de mi 
vista , y no vuelvas á ponerte delante de 
mí jamás ; no quiero ya ni aun saber de 
tí, Renuncio á la felicidad de amar y ser 
amado : viviré y moriré solo , olvidado é 
infeliz... (dexase caer sobre el camapé”) ¡ y 
tú me condenas á ello! 

ERNES. (De rodillas luchando con Orleim que 
quiere huir de sus brazos.) No , mi único 
apoyo : mi protector : mi padre... 


(59) 


ORLEIM. pDexame ; dexame ya! 
ESCENA VIL 
LOS ANTERIORES Y HERMAN. 


HERMAN. ¡Qué veo , Dios justo! 

orzelm. ¡Un ingrato... un ingrato!... pero 
ya debia yo estar acostumbrado. . ... 

HERMAN. Pues ¿qué es lo que Ernés ha he- 
cho ? 

orLEIM. Despreciando mi encargo mas seve- 
ro; sin respetar ciertos secretos que nunca 
debe saber; y sin consideracioná mi situa- 
cion dolorosa, se ha atrevidoá hablarme...» 

HERMAN. ¿De qué? 

orLeim. De Matilde , y de su madre. 

Herman. (Corriendo á alzar á Ernés que es- 
1á aun de rodillas entregado á la desespe- 
racion. Con el acento de la admiracion y 
de alegría á Orleim.) ¿Y qué? ¿ha sido á 
favor de ellas? 

oruzim. El ingrato me acusa ; condena mi 
proceder ; desecha mis favores y ternura 
porque vuelva yo á Matilde. .... 

HERMAN. (Abrazando á Ernés.) ¿A Matilde? 

ORLEIM. Quitadmele de mis ojos: huya de 
aquí para siempre ; ya le abandono, y no 
quiero verle mas. 

wÑermMaAN. Considerad Señor Conde que es 
un jóven, y que merece alguna indulgen- 


(60) 

cia su corta edad. (Orleim se queda immo- 
vil y pensativo.) Vuestra cólera es muy 
justa.... (volviendo á abrazar ú Ernés.) pe- 
ro su falta.... procede de su honradéz. 
ORLEIM.. (Despues de un rato de silencio coge 
la mano de Herman , se la aprieta , y di- 
ce conmovido 4 Ernés con una voz ahogada 
por sus suspiros.) Te doy hasta mañana 
de término para que me digas que objeto 
te ha inspirado esa pasion tan violenta.... 
Considera que no puedo aceptar el sacri- 
ficio de tu felicidad 5 hartos motivos tie= 
nes para conocerlo ; y sino preguntaselo 
á tu COraZzQM.... (Jorando. ) el debe tam- 
bien necesitar de mi afecto , si es digno 
de él. (Con cariño.) Retirate por ahora: 
marcha. (Ernés coge la mano de su tio y la 
besa con expresion ; está como débil ; se 
le caen algunas lágrimas; suspira , y.en 
todo su exterior se descubre la agitacion de 
su alma, Quando al salirse pasa junto á 
Herman , éste le coge la mano y le abraza 
sin que lo vea Orleim que está á un lado 
sumergido en sus reflexiones.) 


ESCENA VIILñ 
ORLEIM Y HERMAN. 


orLEImM. (En una agitación extrema, y con su 
voz cortada por las lágrimas que procura 


> 


(61) 
retener.) Voy á marcharme al punto. Ya 
os dixe que ¡o comia hoy en casa.... has- 
ta la noche , mi querido Herman : á la 


noche hablarémos. (Dá algun paso ; está 
en silencio un instante ; vuelve y echa so= 
bre la mesa unos papeles que cogió de la 
papelera quando se salió Ernés.) ¡Ay ami- 
g0.... ho conocen mi corazon! .. . ¡Cruél 
sensibilidad. . . . quántos males me haces 
sufrir! 
HERMAN. Esperad aun un rato : vuestra al- 
teracion está muy viva , y se nota. 
ORLEIM. (Mira á todos lados como cuidadoso 
de que mada se le olvide; pero está siempre 
distraido.) Tengo ciertos asuntos que me 
están gritando. ... aunque es verdad que 
mi cabeza y mi razon están agitadas , se 
me echará ya de menos. . .. (Vuelve á dar 
algunos pasos ; se para ; viene hácia Her- 
man , cogelé las manos ; y le dice lloroso.) 
¡Si tuviesen los hombres alguna sola idea 
de la crueldad de mis tormentos!... si su- 
pieseis vos mismo , .... lo que debo ya en 
fin deciros.... (aparte.) Pero ¡qué iba yo á 
decir , Dios mio!... (se para como asusta- 
do del riesgo en que ha estado de declarar-= 
le su secreto : reflexiona un instante y Mi= 
ra á todos lados ; da unos pasos ; vuelve; 
se mantiene silencioso un corto momento; 
llegase 4 Herman y cogiendole la mano se 


da aprieta , y le dice) Vaya , hasta luego 


(62) 
mi estimado Herman, hasta la noche. (va- 
se dexandose en la mesa los papeles.) 


ESCENA IX. 
HERMAN SOLO. 


En fin sé que debo avergonzarme del juicio 
precipitado y temerario que formé del 
buen Ernés.... Asi es como se hace á qual- 
quiera injusto y malo , quando suele ser 
el mejor del mundo.... Yo, yo veré como 
enmendarlo todo , (se acerca á la mesa y 
mira los papeles.) ¡Esta es otra! el Conde 
olvidó sus papeles ; y no lo estraño segun 
su dolorosa situacion ; aunque tal vez no 
tendrá necesidad de ellos , pues los ha es 
tado viendo y no los ha tomado.... Hasta 
la noche no vuelve , conque darémos un 
rato de libertad á mis pobres prisioneras, 
que tengo que darlas tambien la buena 
noticia de que pueden estimar y querer á 


Ernés. 
ESCENA X. 


HERMAN , LUISA Y FELIPE , (pasan estos 
dos agarrados de la mano por:fuera de la 
puerta del fondo.) 


HERMAN. Luisa, Luisa ; hazme el gusto de 
pasar á decir á tu señorita , y á Madama 


(63) 
Amelia su amiga , que acaba de salir el 
amo para no volver hasta la noche ; que 
baxen aquí pues tengo mucho que decirlas, 

LUISA. Allá vamos. 

HERMAN. Si basta contigo sola. 

FELIPE. ¿ Y qué he de hacer yo entre tanto? 

LUIsa. Nosotros dos hacemos siempre nues- 
tros recados á medias. 

HERMAN. Aun por eso la mitad de ellos se 
queda regularmente sin hacer , y la otra 
mitad va mal hecha.... En fin id juntos ya 
que no hay otro remedio. : 

LUISA, Padre Capellan ¡qué broma ha habi- 
do aqui muy poco ha! 

FELIPE. ¡Que disputas... que gritos! 

LUISA. El tio y el sobrino. 

HERMAN. Pues ; vosotros estariais escuchan- 
do á la puerta. 

FELIPE, No tanto. ¡Quién se habia de atre- 
ver á una cosa semejante!... pero nos ar- 
rimabamos de quando en quando á esas 
ventanas. 

LUISA. Y sin intencion ciertamente. 

HERMAN. Vaya , despachad mi recado; pero 
mirad que os prevengo que como se diga 
por la casa una palabra tan sola , que se 
haya oido aqui. ... una silaba sola de lo 
que en este salon ha pasado.... 

LUISA. Pero , cómo , si nosotros no sabemos 
nada de eso.... 

FELIPE. Pues si no hemos oido nada.(vanse.) 


(64) 
ESCENA XL 
HERMAN SOLO, 


¡El ámable.... el virtuoso Ernés!... ¡Qué, có- 
mo era posible que con una fisonomia tan 
búena , con un exterior tan humano, fue- 
se un pícaro!... Sí, ello es cierto , que no 
hay cosa mas freqúente.... pero á pesar de 
que uno en Sus juicios puedá engañarse, 
miejor es suponer buenos á los malos , que 
injuriar al hombre de bien, 


ESCENA XIL 
AMELIA ) HERMAN Y MATILDE. 


HERMAN, (Viendo á Matilde , que entra con 
miedo.) Vamos , pronto y sin miedo , que 
tengo excelentes nuevas que daros.... Mr, 
de Orleim ha salido, y no vuelve hasta la 
noche , conque ¿qué teneis que temer? .... 

AMELIA. Es lo que os dixe Matilde , que no 
comia hoy en casa. 

MATILDE. (4 Herman.) ¡ Ay señor Herman! 
habeis tenido la dicha de ver á mi pa- 
dre.... (con alegría.) y yo tambien le he 

- visto. Me puse detras de las almenas , en 
el mirador , ocultandome bien, y logré fi- 
¿jar sobre él mis miradas... (con tristeza.) 


| (65) 

¡pero era á tanta distancia... tan léjos!.., 
¡Ah , yo veía como abrazaba á todos , y 
(pobre de mí ) estaba obligada á escon= 
derme!... 

HERMAN. Pues vuestra situacion no es tan 
mala como me add yo. 

MATILDE. ¿Por qué?... 

HERMAN. Ya ha habido quien os ha nom- 
brado en presencia de Mr, de Orleim , y 
se le ha perdonado. 

MATILDE. (Con prontitud viva.) ¿Se han atre- 
vido á hablarle de míf... ¿y quál ha sido 
el generoso corazonf... 

HERMAN. El de Ernés.. 

MATILDE. (Con alegría y viveza á Amelia.) 
¿Lo oís amiga mia?... Ernés , Ernés ha 
hablado de mí á mi padre. 

AMELIA. (Con especie de severidad.) Pero 5y 
sabeis ya con que intencion? 

HERMAN. La mas pura , generosa y noble, 
A pesar del orden terrible del Conde para 
que jamas se le nombre á su esposa y Ma-= 
tilde , Ernés le ha hablado por esta; se ha 
negado él á aceptar la herencia que de 
derecho la pertenece ; ha reclamado á fa— 
vor de ella las bondades , el corazon y la 
ternura de un padre 5 y por último ante- 
poniendo él la ira del Conde á su protec 

_cion'; su abandono y miseria á la fca ac 
cion de despojar á su prima de sus bienes, 
se ha portado como un hombre singuiar, 

E 


(66) 

y ha hecho mas (4 Amelia) de lo que no- 
sotros mismos hemos siquiera intentado, 
aun quando teniamos menos que perder... 
es sin duda muy acreedor á nuestro afec- 
to, á nuestra gratitud , y aun á nuestra 
admiracion 3 y pensabamos ciegamente 
de él de un modo que le envilecia. 

MATILDE. ¡Qué alivio recibe mi corazon con 
tal noticia! ... (4 Amelia.) ¿veis ahora si 
tenia yo razon quando no queria se sos 
pechase nada malo en él?... 

AmeLIa. Esa prevencion vuestra á favor de 
Ernés.... 

MATILDE. (Intercampiaiaita ) ¡Prevencion!..: 
porque no me atrevo á pensar mal de na- 
die.... ¡es de tanto consuelo el dea bien 
de 100 el mundo!... 

Herman. (Cogiendola la mano con arrebato.) 
Decís bien amable Matilde.... 

AMELIA. Tampoco tendria yo necesidad dé 
aborrecer á nadie, si fueseis vos mas ue 
ChOsas ..'. 


ESCENA XI, 


LOS MISMOS ), LUISA Y FELIPE (llegan COr= 
riendo muy asustados.) 


HERMAN. 3 Qué es eso? Luisa... Felipesas, 
AMELIA. ¡Cómo venis asi!... 
Luisa. ¡Ay , que no puedo hablar!.., 





(67) 

- PELIPE. Yo estoy temblandome todo. 

- HERMAN. ¿De quéf... 

- FELIPE. lbamos por el jardin... 

| LUIsa. Sin meternos con nadie.... 

FELIPE. Y en la puertecilla de la cerca, que 
antes habiamos visto abierta , y cerré yo 
mismo con llaye.... 

¡Luisa. Por la parte interior , junto á las 
ventanas de mi señorita.... 

FELIPE. Hemos visto quatro hombres , ar- 

mados y enmascarados. Tuvimos la fortu- 

na de escondernos entre el plantío de ar- 
boles.... 

¡xuisa. Y desde alli les hemos oido.... Vaya; 

aqui hay contra esta Casa alguna conju- 

racion terrible.... 

|PELIPE. Seguro... »»Con esta ventana baxa, 

»decia uno de ellos, tenemos lo que bus- 

 3>CAMOS.> 

Luisa. »Serémos muchos , oí yo á otro , y 

1 s»bien armados, con mucho azero y tra- 

2 bUCOSI a... 

FELIPE. A mi me hizo tal eco esa palabra, 
como es un arma que desde niño he mira» 

| do siempre con el mayor respeto , que al 

¡+ punto dixe á Luisa.... 

¡xuisa. Yo, yo fuí la que te lo dixe á tí, que 
no acertabas á moverte, ni á hablar : va- 

:. monós ai salon del amo; y sin mover ni 

una hoja , mi pisar casi en el suelo , cor= 

riendo , muy acachados hemos llegado 
E 2 








(63) | 
hasta AQUÍ... 4 | 
FELIPE. Donde al fin respira un hombre, | 
HERMAN. ¿Qué podrá ser esto? 
FELIPE. Son vandoleros : es claro, 
AMELIA. ¡ Y qué habian de sacar de nuestra 
pobre habitacion! 
MATILDE. (Asustada ; y recostandose sobre un ' 
amapé.) ¡ Toda mi sangre se ha helado! , 
HERMAN. ¿Por qué os asustais Matilde? pues | 
que ya están descubiertos , cómo han de 
lograr su intencion, qualquiera que sea. 
AMELIA. No tardemos en juntar toda la fa= 
milia para recorrer el jardin , Y registrar 
el palacio. | 
HERMAN. Á €so VOY. 
AMELIA. Tambien Os sigo. * | 
MATILDE. (Procurando levantarse , sin conse= ' 
guirlo.) Tanto es el susto que he tomado, 
que no acierto á moverme. | 
HERMAN. ¿Para qué habeis de venir , seño= 
rita? No ; quedaos aquí , quedaos. 
AMELIA. Volverémos al instante. 
Luisa. Yo diré por donde estaban. 
FELIPE. Lo primero es juntar todos los nues= 
tros , mas que seamos quarenta.... | 
LUIsa. Ási es como nos defenderémos bien! 
de quatro. No, no temais señorita. i 
FELIPE. Quién dixo miedo. ... Valor amita 1 
mia ; aprended de nosotros que vamos á 
la batalla, (vanse.) 













(69) 
ESCENA XIV. 


MATILDE solg y sentada. 


¡Me causa rubor tanta debilidad !... mas ¡ay 


de mí! ¡tan joven y con tantas penas!.... 
¡acabáron ya con mi aliento!... (rato de si- 
lencio.) ¡Oh que recuerdo este tan doloro- 
so para mí!... aquí , aquí estaba mi pa- 
dre esta mañana. Ahora respiro el mismo 
ayre que ha respirado. ...¡ Ah, tal vez 


_Ocupo el mismo asiento donde él estuvo 


sentado. ... y acaso es en él donde Ernés 
le habló de mí!... ¡el buen Ernés!... (se 
¿ncorpora.) Estas ideas alibian la opresion' 


- dolorosa que experimento siempre aqui; 


mas sin embargo no bastan á contener 
mis sollozos.... ¡Ay padre! escuchad á Er- 
nés.... abridme vuestros brazoS.... no des— 
echeis esta hija que os ama y respeta... 
Con una sola mirada vuestra.... cón ina 
sola palabra de vuestra boca , algo expre- 
siva , tendrian fin mis males.... (paseando 


el teatro se encuentra delante de la pueria 


del fondo , desde donde. se ve el Aug ) 


¡Por alli viene geñites.. “¿si será yaf... ¡Dios 


mio! no me engaño, no... ¡Ay Dios que 


es él; sí, mi padre!... ¿por dónde he de sas 


liré ¡cómo he de huir de él!... (anda atur— 


dida haciendo varios extremos de desespe- 


70) he 
racion.) ¿dónde me esconderé? ¡ay desdi- 
chada! perdida soy.... abreme tus senos, 
tierra.... (aumentando su desorden.) me es= 
oder en ellos para libertarme de la vis» 
ta airada y de la maldicion de un padre, 
(Ponese de rodillas á un lado uel teatro, un. 
poco vuelia hácia la puerta del fondo , con | 
las manos en el rostro, como queriendo cu= | 
brirsele.) 


ESCENA XV. 


ORLEIM , Un criado que le acompaña, 
Y MATILDE. 


orLEImM. (4un en el fondo , antes de entrar | 
por la. puerta habla con el criado.) Estaba | 
tan distraido que me olvidé de cogerlos 
(Ulegandose á lumesa.). Y yo melos dexé sin | 
duda sobre la papelera, óen la mesa... mi- 
ralos; si estaba. yo seguro, (vé ahora 4Ma= 
tilde y exclama con un fuerte grito.» ¡Qué 
. estoy viendo, Dios justo! Ella eS , Sie..o.o 
MATILDE. (Siempre de, rodillas ,.alargando 
dos brazos hácia.su- padre.) Perdonadme | 
padre mio.... perdon.... compadeccos de 
mi.... (ta faltan la voz y las fuerzas , y cae | 
en tierra desmayada.) 
ORLEIM. (Corre hácia ella; la levanta del sue- 
lo; la sostiene.en.sus brazos ; la esirecha 
contra su pecho , levantando los ojos al cie 


A 








(71) 
lo 5 suspira ; acomodala sobre un camapé, y 
dice:al criado con una voz mexclada de so 
dlozos.) Corre , corre ; llama gente , que 
vengan á socorrerla.... (sale precipitada 
mente el criado. Orleim mira con la mayor 
expresion á Matilde.) ¡Todas las facciones 
son de su madre!... el mismo sonido de 
voz... (cogela una mano , se la aprieta lle- 
vandosela á su corazon ; la desecha ; se 
aparta de ella en silencio con varios extre- 
mos ; vuelve , arroja un fuerte suspiro; 
cogela otra vez la mano , y dice mirandola 
aun.) Sí; el mismo rostro de su madre, 
el mismo en un todo.... (/a abraza con ar- 
rebato ; reflexiona un momento , y dice con 
una 70% alterada ; pero firme y resuelta.) 
¡Ay de mí! Si vuelvo á verla triunfará de 
mi flaqueza.... No, no; yo me defenderé 
de ella y de mí mismo. (Retirase de allí.) 


ESCENA XVI 


AMELIA , HERMAN ), BLUM , LUISA , FELIPE, 
MATILDE (continuando desmayada.) ORLEIM 


(apartado de ella , delante de la escena.) 
Y ERNES (en el fondo del teatro.) 


HERMAN. (Al entrar.) Pues, mucha bulla y 


nada se ha visto. 


AMELIA. Es que huyeron sin duda. (4hora 


ven á Ordeim y Matilde.) 


(72) 
HERMAN Y AMELIA. ¡Ay Diosl... 

HERMAN. (Viniendo hácia Orleim. ) ¿Cómo 
aquí ya, Señor Conde? 
orLEIM. Me olvidé de estos papeles, que he 
vuelto á buscar, (Cogelos de la mesa. Er— 
nés viene á dondz esta Matilde, y todo tur- 
bado procura socorrerla. Orleim pronto á 
salirse, mira á Matilde ; hace un. extremo 
de desesperacion , y despues de un. instante 
de silencio y de inacción mete en su volsillo 
los papeles , y dice con voz débil.) Herman 
venios conmigo ; y seguidme tambien 

Blum. (vanse.) 


ESCENA XVIL. 


LOS ANTERIORES MENOS LOS TRES 
NOMBRADOS. 


ERNES. ¡Oh que terrible acaso!... ¿Qué con= . 
seguencias tendrá? 
AMELIA. Matilde , Matilde. ¡Hija!... 
MATILDE. (Volviendo en sí.) ; Dónde, estoy? 
AMELIA. junto vuestra amiga Amelia y ro- 
deada de los que mas os estiman: 
ERMNES. Si bella Matilde : de vuestros mayo-= 
res amigos , prontos á sacrificarse por VOS. 
MATILDE. (Mirando á los lados.) ¿Dónde es= 
tá *.... ¿qué se ha hecho?...s a 009 mismo 
estaba aquí..:. y me ha apretado mi mano, 
AMELIA, Ármaos , hija , de valor; y sepamos 




















(73) 


Sufrir nuestra mala suerte. 

MATILDE. (Asustada.) ¿Pues qué , me sen 
tenció ya irritado? 

ERNES. No; nada ha dicho nuestro ti0...a 
antes bien os miraba suspirando... 

LUISA. Y con sus ojos (que yo ví) bañados 
de lágrimas. 

ERNES. No os ha condenado aun. 

MATILDE. (Mirando á Ernés y alargandole 
una mano , que él besa con modo y arre- 
hato.) ¿Aqui estais Ernés?... ¡Ya sé quanto 

os debo!... (4 los que la cercan.) He vido 
su voz.... ¡la mas dulce!... y aun creo que 
me ha estrechado contra su pecho... 

AMELIA. ¡Oh! si eso fuese asi... 

FELIPE Y LUISA. Pues asi debe de ser. 

ERNES. Estoy seguro de que asi ha sido, 


ESCENA XVII 


LOS MISMOS Y HERMAN que entra despacio, 
| triste y consternado. 

Luisa. Aqui viene el Señor Abate ya... y, 
valgame Dios , Felipe, ¡con qué señales 

.. de tristeza! ¡Qué teneis Mr. Herman! 

HERMAN. No sé si acertaré á decirlo.... mas, 
no hay remedio.... ¡traigo una orden la 
mas terrible! 

ERNES. ¿De quién es? 

HERMAN. De vuestro tio. 

AMELIA, ¿Qué contiene? 


(74) 


MATILDE. ¡Yo me estremezco toda ya! 

HERMAN. Ántes de anochecer es preciso que 
la Condesita Matilde... 

ERNES. Proseguid. 

HERMAN. Salga para siempre de estos sitios; 
y sin arbitrio para volver á ellos. (Todos 
á esta noticia manifiestan en sus extremos 
silenciosos su sentimiento.) 

ERNES. (Con una fogosa alteración rompe el 
silencio general.) No ; no se cometerá esa 
horrible injusticia.... No ha de sacrificar 
se asi esta preciosa víctima ,.ó he de ser 
herido al mismo golpe. Ya corro á donde 
mi obligacion me llama. 

MATILDE. Deteneos Ernés.... 

HERMAN. (Dice la primera palabra al mismo 
ziémpo que Matilde.) Deteneos..... yo -sé 
que no la salvais, y que 0s s perdereis 
tambien. ll 

ERNES, ¡Vá!,.. qué me importa mi ¡ pérdida si 
se veriica la de la: inocencia. «Mi honor, 
reposo , ventura, todo lo pierdo, perdien- 
do á Matilde ; ó he de salvarla ,'ó poreias 
ré con ella. (vase. 

MATILDE, ¡El va á aumentar mi desgracia!... 


ESCENA XIX. 


LOS MISMOS MENOS ERNFS. 
HERMAN. 3 Qué responderé al Conde? 
MATILDE. (Llorando.) Que voy al: punto á 


: 
| 


obedecerle; ( ponese de rodillas con'sus ma= 
nos estendidas hácia el cielo.) Sed, ¡ó Dios 
mio! mi amparo y mi refugio : no aban= 
doneis , Señor , esta débil y desgraciada 
criatura... (levantase y recortendose como 
débil” sobre Amelia , la dice.) Vamos ami- 
ga de mi corazon.... Ya no os veré sino es- 
te Corto rato. 

AMELIA. ¡Qué decis Matilde! no me injurieis: 
¡yo , dexaros! jamás.... Nos ha de caber 
siempre una misma suerte. Partirémos lo 
poco que tengo. No hay desgracia para 
quien tiene valor , ni pobreza para el que 
no teme el trabajo y la fatiga. 

MATILDE. (Despues de abrazar á Amelia ,.se 
vuelve 4 Mr. Herman, y besandole la mano, 
de dice con llanto.) A Dios , mi Padre Ca- 
pellan 5; no me olvideis nunca, pues yo os 
sabré tener siempre en mi memoria; y has 
blad alguna vez de la triste Matilde Con... 
(señalando á los criados', que todos lloran= 
do la rodean.) estos, que me son muy afec 
tos, y en los que he visto siempre un cier- 
to respeto por la desgracia : la ¡[amistad 
mas sincéta ; y la compasion mas desin= 
teresada. A Dios (á ellos.) A Dios. Se me 
arroja de la casa de mi padre, y tengo por 
fuerza que separarme de VOSOtrOS 5 pero 
yO, yo 05 amaré siempre. 

HERMAN. (Enjugandose las lágrimas.) Co- 
nozco aqui cerca los dueños de una Quin- 


(76) 

ta , donde os acogerán perfectamente. Yo 
haré por pasar á veros antes de la noche, 
y Os procurarémos mañana un asilo mas 
conveniente. (Con energía.) Este es el ins- 
tante en que debeis excitar todo vuestro. 
aliento : no os consterneis ni os aburrais, 
por Dios, MWiatilde. Reflexionad que para 
resistir á los golpes de la adversa suerte, 
os quedan aun... 

MATILDE. Vuestra amistad , mi inocencia, 
el cielo , y mi amiga... (Echase llorando 
en los brazos de Amelia , que sosteniendola 

«asi sale con ella. Las siguen todos con llan- 
to , y se van separando de ellas despues de 
baber pasado la puerta del fondo con varias 

- señales de dolor.) 


ACTO QUARTO. 


ESCENA PRIMERA. 
VODMAR SOLO: 


Caos , qué noticia para mi!... ¡Matilde 
desterrada de los sitios mismos que la vie- 
ron nacer.... y desterrada por- su mismo 
padre!... Ya no me queda otro medio que 
el que repugné siempre á mi delicadeza... 
Pues que lo quieren asi, cumplase nues 
tro. destinO.... ; 


(77) 
ESCENA Il 


VODMAR Y CARLOS triste , de botas , librea 
y latigo. 


VODMAR. ¿Qué es eso Cárlos ? ¿Cómo es que 
estás de ese trage? ¿Te se ha encargado á 
tí el conducir á Matilde? 

CARLOS. (Con un semblante triste.) ¡Ah! Este 
será ya tal vez el último servicio que yo 

- la preste. 

vVODMAR. ¿Pues qué, se marcha esta tarde 
misma ? 

carLos. Y Madama Amelia la acompaña: 
ya están en las últimas disposiciones... 
Luisa, Felipe y yo las hemos ayudado. 
La pobre señorita mojaba con sus lágri- 
mas la poca ropa que se lleva. Amelia, 
llena de indignacion , queria que se lo 
dexase todo ; pero mi ama dixo que eso 
seria una injuria contra su padre, á quien 
debe siempre , á pesar del rigor con que 
la trata , su sumision, su amor, y respeto. 

voDMAR. Ya lo ves Cárlos : ahora es quando 
mas necesito de tu zelo , de tu asistencia,. 
y de ese valor de que me has dado varias 
pruebas. 

Carzos. Si, si,¡valor!... Ese ya se pasó; 
quanto mas se acerca el instante, dismi- 
nuye mas mi aliento, Esta mañana yo 0s 


(78) 

animaba Señor Baron ; pero ahora nece- 
sito que me volvais á l. menos el que he 
perdido.... (Poniendose la mano en el co 
razon.) Siento aqui un yo no sé que , que 
me pronostica que es nuestro proyecto un 
horroroso delito ; y como jamás he come- 
tido ningun crímen , tengo pocas ganas 
de empezar esa carrera en la edad que 
tengo ya. 

voDMAR. ¡ Pero es posible! ¡Me habias de 
abandonar ahora! 

cantos. Reflexionadlo bien ; mirad que ro- 
bar una hija... 

voDmar. (interrumpiendole.) Pero 34 ¿Ulén 
se la robamos? No á su padre seguramen- 
te 3 Matilde no le tiene , pues que él es el 
que la arroja de sí. 

carLos. Eso es cierto 5; ¡y con la mayor 
crueldad! 

voDmMar. (Alterandose.) Ya está la infelíz 
desterrada de aquí para siempre, abando- 
nada , desheredada y envilecida. 

CARLOS. ¡Una criatura tan amable!.., 

VODMAR. ¿Y habias tu de permitir que caye- 
se en situacion tan desgraciada ? 

CARLOS. ¿Quién , yo! daría de mi vida por 
salvarla. 

vopmar. Pues bien: dí ¿qué es lo que yo in- 
tentot su felicidad, quando menos. ¿A qué 
se dirije el arrojo que te estoy proponien= 
do? á darla mi mano con mi corazon ; á 


(79) 


asegurarla mi fortuna, y á volverla al 
estado que debe ocupar en el mundo. 

CARLOS. Eso ya lo estoy yo viendo. 

voDMAR. ¡Cárlos, portate como hombre! haz 
por ser compasivo y generoso para salvar 
una inocente víctima. 

CARLOS. Si; si, no 0s Canseis ya MaS»... qué 
cosa habrá que yo no haga por el bien de 
Matilde ; ¡pero digo! que salis vos mismo 
fiador del suceso : de él dependen vuestra 
reputacion , y vuestro honor.... Yo soy, 
por mí , un pobre simple ; pero si abusa 
seis de af facilidad y me Rós Ad contri- 
buir á un delito.... mi vida me importa 
muy poco, como no viva yo en paz con 
mi conciencia... Mas quisiera morirme 
mil veces , que tener que avergonzarme 
de mí mismo. 

vobmar. Tranquilizate y confia en mí ; tan 
seguro puedes estár de mi corazon , como : 
del tuyo. 

cArLos. Ea pues , disponed en un todo 
de mí. 

voDmMar. Bien : tu vas á marchar 5 mis gen= 

| tes y yo os esperamos en el bosquecillo á 

un tiro de vala del Palacio. Quando el 

coche pase le seguirémos á cierta distan= 
| cia 3 y en quanto el paraje y la hora nos 
parezcan favorables... 

CARLOS. Pero digo, sin estrépito ni ruido... 
Cuidado con causar algun susto á la bue- 








80 
na Condesita , AN LA todos que 
llorar. | 
vobmar. Dexalo tu de mi cuenta..... Ea, á 
Dios, que viene gente: no quiero que me 
vean. Cuidado con que me faltes.... y no 
te pido mas á nombre de la misma Matilde, 


ESCENA II. 


CARLOS SOLO. 


¿De dónde proviene que mi corazon me pal- 
pita con tanta violencia.... que siento un 
desasosiego que me priva de las fuerzas, 
y aun trastorna todas mis ideas? 


ESCENA IY. 


CARLOS Y AMELIA que sale de la habitacion 
de Matilde, 


AMELTA. ¿Sabes , Cárlos , si el Capellan ha 
vuelto ya? 
carros. Me persuado , Madama , á que no. 
Si no quiso dexar á Mr. de Ernés. 
AMELIA. ¿Pues qué, fue Ernés en efecto 
buscar á su tio á la Quinta donde iba 
comer £ 
caros. Nada bastó á quitarselo de la cabe- 
za. Mr. Herman se empeñó en seguirle, 
encargandome que no os pusieseis en ca- 


Pay Bd 


(81) 


mino hasta que volviera. 


AMELIA. Si que le esperarémos. 


CARLOS. Ya está aquí ; él es: ya llega, 
ESCENA V.. 


AMELIA , HERMAN Y CARLOS. 
AMELIA. ¡Ay amigo! desesperanzabamos ya 
de poder:veros antes de nuestra marcha, 
HERMAN. No me ha sido posible volver 

antes. ! | 
AMELIA. ¿Hay algo de nuevo para nosotras? 


- HERMAN: Nada hay de favorable Madama, 


y no he querido separarme de Ernés has- 
ta haber perdido toda esperanza. Le 
acompañé hasta la Quinta donde queda su 
tio, que sin duda lo habia ya previsto to- 
do. El sobrino solicita hablarle , pe:o se 
le niega la entrada ; Ernés insiste en ello, 
mas en vano. Nuestro querido jóven no 
oye mas que los impulsos de su edad, 
Oponénse á su paso los criados , y preten- 
de forzarles , á cuyo ruido se presenta el 
Conde y dice al sobrino.» Huid de aqui, 
>»respetad mi quietud , mi voluntad y mi 
2» desgracia. Yo, yo os mando que os re- 
»tireis , Ó llegaré á persuadirme que te- 
>»»neis la intencion de perderá la que apa- 
>»rentais venir ásalvar.»» A estas palabras 
cae Ernés pálido y desfigurado en-mis 
' brazos. Retirase el Conde , “acompañado 
YE 


(82) 
de los criados: nos quedamos solos ,: y le 
traigo casi arrastrando hasta aqui , donde 
el llanto , gritos y desesperacion del vir— 
tuoso Ernés han desgajado , y resuenan 
aun en mi COrazOn. | 

CARLOS. (aparte.) Vaya , con lo que ahora | 
oygo me determino con placer :. Haré en : 
ello una heroyca accion. | 

AMELIA. No solamente para con su hija es 
el Conde cruél. 

CARLOS. Si ; cruél é inhumano son los nom= 
bres que deben darsele. | 

HERMAN. ¡Ah! no; lo que sufre interior 
mente no manifiesta en él crueldad. Espe- 
remoslo todo del tiempo , de la paciencia | 
y virtud de Martilde.... Por último, par=. 
tid ya Madama.... Os va ¿conducir Cár- 
los, y mañana.... pero ¿no es este Mr, de 
Orleim? (Viendole llegar.) 

AMELIA. ¡ Y no puedo ya huir de él!... 


ESCENA VL 


ORLEIM , HERMAN , AMELIA Y CARLOS. 
orLEIM. Si ha vuelto aqui mi sobrino , le di- 
reis Herman de mi parte, que le ruego no. 
me vea hoy, que mañana nos hablarémos. 
(Vase Herman. Vuelvese á Amelia que ha= 
bia dado algun paso para marcharse.) Es- 
perad un instante Madama , pues tengo 
que hablaros... ¿Creo que vais á partir t.. 








83 

AMELIA. Si señor , da es imposible separar= 
me de la hija de mi mayor amiga. Vivo 
solo para amarla, consolarla en sus penas, 
y sabré dividir con ella sus pesares hasta 
mi último suspiro. Tampoco olvidaré Se- 
fior Conde , que habiendome vos visto 
viuda , joven y en la indigencia , reme- 
diasteis mi desgracia. Siempre tendré pre- 
sentes vuestros beneficios ; pero os con- 
fieso tambien que desde que empecé á no- 
tar el despego con que me tratabais , no 
los hubiera ya aceptado si las penas de mi 
difunta amiga , la infeliz juventud de su 
hija , y el futuro terrible con que estaba 
amenazada , no me hubiesen precisado á 
continuar recibiendo vuestros dones , im- 
poniendome la necesidad de existir á 
vuestro lado. 

ORLEIM. (Con un movimiento de desagrado 
que procura reprimir.) ¿Pues por qué esa 
altivez , que no me atrevo á desapro- 
bar , esa delicadeza , y esos nobles senti- 
mientos llegaron algun dia á dementirse ? 

AMELIA. ¿Qué me quereis decir con eso? 

.ORLEIM. (Como resuelto á explicarse y conte 
niendose.) Nada. 

AMELIA. (Alterada.) Explicaos Señor Conde, 
Tal vez de algun tiempo á esta parte se 
denigra mi proceder con algunas odiosas 
sospechas , y no sé de qué podais acusar= 
me... Habladme claro. 

E 2 


(84) 

-órtEIm. No; ¿ pues acaso me excedería. 

CEI RIPReO importa... ¿Qué testigos de= 
ponen contra mí? 

orzEIm. Vuestra misma conciencia , y ella | 
sabrá vengarme. 

'AMELIA. ¡ Ay Matilde , Matilde! Por tí su- 
Íro yO €StO.... | 

'ORLEIM. Esta es la primera ocasion en que 
se me ha escapado mi queja.... En fin el 
mal es ya sin remedio, conozco ahora que 
ni aun hubiera debido soltarla , pero no 
es uno siempre dueño de sí mismo.... (4 
Herman que entra en este instante. Cárlos 
siempre separado.) Venid acá, «aproxi- 
maos. (4 Amelia.) Aqui teneis, Madama, 
la escritura de donacion que os asegura á 
vos misma, y á la hija de vuestra amiga, 
la posesion de la heredad aquella , con 
casa , donde vivisteis diez años. En esta 
cartera teneis ademas varias letras con 
que podais procuraros siempre una exis- 
tencia honrosa y “cómoda ; pero cuenta 
con lo que vais á oir. Que yo viva ó mue- 
12)... (Como recargandose en ello.) harto lo 
sabeis vos misma , Jamás el Varon Vod- 
mar debe recibir la mano de la que vais á 

- acompañar. 

AMELIA. (Admirandose.) ¿Y yo sé eso? 

7-3 Quién... yo? j 

'ORLEIM. (Mirandola de fixo.) Sí; sí. 

AMELIA. Con cada palabra vuestra-se-au- 























(85) 

menta mas el motivo de mi confusion. , 

ORLEIM. (Lrónicamente.) Os lo creo... ¡ Cár= 
los! ¿Qué , estabas dispuesto para partir 
tú solo? 

CARLOS. Si señor. 

ORLEIM. ¿Pues cómo? 

HERMAN. Porque solo un coche de á par se 
habia preparado , y esperabamos... 

ORLEIM. (Interrumpiendole.) No ; haced que 
todos mis criados monten á caballo ¿ que, 
se armen bien, y que escolten ese coche... 

CcARLos. (Aparte.) Ya dió en tierra nuestro 
proyecto. 

ORLEIM. Tengo muy presente lo que dixo al 
salir de aqui el atrevido Vodmar.... No 
hay que fiarse de su edad , ni de su ge- 
nio,... (4 Amelia.) La Granja en que vais. 
á vivir, llena siempre de criados, os pon- 
drá á seguro de qualquiera osadia. En fin. 
cuidaré yo de todo €S0.... Vaya Cárlos, 
tú , ¿qué aguardas? 


/Ccarros. Allá voy.... (aparte marchandose. ) 


No nos queda mas que un medio , apela- 
rémos á él. (Vase.) 


ESCENA VIl 


LOS MISMOS MENOS CARLOS. 
brLzIm. (Con una voz débil y les ojos baxos, 
A Amelia. y Si en alguna ocasion hubiese. 
necesidad de mis consejos , de mi protec-' 


(86) 


cion , ó de mis intereses, aqui estoy ptoh- 


to;... (Con un sentimiento profundo.) el ho=> 


nor tiene sus leyes, aunque por lo comun 
crueles , pero la humanidad no debe ol- 
vidar sus obligaciones. 


ESCENA VIL 


LOS MISMOS Y FELIPE. 

FELIPE. ¿Qué, habeis mandado tambien, se- 
ñor Conde , que vuestro sobrino Ernés se 
marche hoy de aqui? 

ORLEIM. ¿Por qué? 

FELIPE. Porque tiene ya dispuesto su caba= 
llo con una maletica á la puerta falsa del 
jardin. 

ORLEIM. ¿Y dónde vá? ( 

FELIPE. Yo no lo sé ; pero le he visto en su 
quarto , entreabierta la puerta , y he po- 
dido notar que está escribiendo, que se le 


saltan las lágrimas, y que os nombra | 


mucho. 
ORLEIM. Hérman, Felipe , corred y traed- 


mele aqui al punto.... Id tambien con ellos | 


Madama á traerme á Ernés. (Vanse.) 
ESCENA IX. 


ORLEIM SOLO. 


¡Pobre simple! ¡Que quiere! ¿Qué es lo que | 
iba á hacer? ¡Vá á dexar á su amigo, á 


1 





(87) 
su padre!... pero ¿puedo yo afear su pro= 
ceder?... por otro lado ¿sabe el mundo los 
justos motivos que me obligan á obrar 
asif... ¿conocen los hombres mi injuria 
afrentosa , y mi desesperacion? Es claro: 
culparán á Ernés por las penas de Matil- 
de ; pero Ernés no es sino muy laudable, 
y por lo mismo no quiere tener de que 
avergonzarse.... Yo , yo soy quien debe 
perderlo todo. Yo, á quien ha condenado 
el cielo á no encontrar en el mundo sino 
afticcion, aun en aquellos afectos tan dul- 
ces donde todo ser humano halla su feli- 
cidad. 
ESCENA X. 


ORLEIM , ERNES , AMELIA Y HERMAN. 
HERMAN. Tenia razon Felipe. lba á mar- 
charse ya Ernés. Os dexaba una carta, 
donde os demostraba sus motivos ; pero 
en consideracion al tierno afecto que os 
debe , le he podido vencer á que os los 
manifieste verbalmente. Aqui le teneis. 
ORLEIM, ¿Conque es cierto que me dexa= 
baisf... ¡Es posible! ¡Ernés, Ernés! 
ERNES. ( Queriendo echarse á sus pies.) ¡ Ay 
padre mio!... Vuestro honor y mi obliga- 
CiON.es. 
ORLEIM. (Con bondad alzandole.) Ni mi honor, 
ni vuestra obligacion pueden exigir que 
me abandoneis.... eS UN CITOL.... 


(88) 

ERNES. ¿No vá á partir Matilde? 

orLEnm. (Con los ojos baxos y una VOZ: Sofo= 
cada.) Pero si es indispensable. 

ERNES. 3 Y sois vos mismo quien lo ordena? 

ortzm. (Con un suspiro que procura conte- 
ner.) Si no puedo menos. 

ERNES. Pues eso es tambien desterrar de 
aqui á Ernés para siempre. Vuestro cora- 
zon es imuy justo, y no dexará de conocer 
que asi debo hacerlo. 

orzEm. (Mirando y hablandole con ternura.) 
¿Eso es que os pensais que os acompaña” 
rán mis cuidados , en el sitio de destier-= 
ro que escojeis? Y 

ERNES. Ya sé que no debo solicitarlo, 

ORLEIM. ¿Pues qué arbitrios teneis paja 
vuestra subsistencia?  , 


ERNES. Uno solo : el de la feliz Mucacion , 


que debo á vuestros beneficios: vivir para 
amaros , y morir colmandoos de bendi- 
ciones : esta es mi esperanza. 

ORLEIM. ¿Pues , y el destino brillante que yo 
te preparaba? 

ErNEs, (Con f rmeza,) Si ya he dicho:con re- 
solucion que jamás querré enríquecerme 
con los bienes del desgraciado. ¡Tio mio! 
el momento en que vuestra hija aburrida 
dexa por fuerza la casa de su padre, es el 


instante en que debe tambien echarse fue=. 


ra de ella aquel á quien se podria acusar 
de haber tramado su pérdida. 


(89 


ORLEIM. Te reconozco por un hombre de: 


bien, y veo que tu corazon ha llenado mi 

esperanza. Léjos de que por ese modo de* 

pensar pierdas en mi concepto , aumentas 

con él la estimación que me habia inspi- 

rado tu caracter , y te amaré desde hoy 

aun mas ; por lo mismo , á pesar de tus 
Y” resoluciones , solamente la muerte podrá 
separarnos... (sin poder contener su llan- 
so.) Sí; tú recibirás mi último suspiro; 
cerrarás mis ojos; llorarás sobre mi sepul- 
Cro, y vivirá eternamente mí memoria en 
tu buen corazon.... Por estas lágrimas que 
me ves derramar te ruego que no abando- 
nes á un anciano que no tiene en el mun- 
do ótra persona que la tuya para su con- 
“suelo, ... ¡Ernés!. . . ¡Mi querido Ernés! 
Compadecete de tu padre á quien no le es 
permitido el explicarse. 





ESCENA XI. 







Los mismos y xuisa (á los principios desde 
dentro) FELIPE sale 4 su tiempo. 
LUISA. (Dentro.) ¡Amparo , socorro , amparo! 
¡[ORLEIM. ¿Qué es eso? 

¡1uisa. Favoreced á Matilde , á Matilde. 
|AMELTA. ( Asusiada.) De Matilde creo que 
hablan. 

¡FELIDE, (Corriendo , con otros muchos criados 
que salen.) Se oyen fuertes gritos en la 





(90) 
“habitacion de nuestra ama, y la voz de 
Luisa es la que mas se percibe. 

ORLEIM Y ERNFES. Veamos. lo que es. 

HERMAN. Vamos luego.. 

rusa. (Entra ahora en el mayor susto y des 
orden ; dexase caer en los brazos de los que 
la cercan, toda pálida y con una voz débil.) 

ORLEIM. ¿Qué tienest | 

AMELIA , HERMAN Y ERNES. Dí : habla. 

Luisa. Que unos malbados.... quando mi se- 
ñorita.... y Vodmar con ellos.... 

ORBEIM. Pero vaya ¿qué han: hecho? 

Luisa. Yo le he conocido : si; estabamos so- 
las mi señorita y yO... han quebrado una 
ventana , y se arrojan por ella á nuestro 
quarto unos hombres , guiados por Vod- 
mar , y.... se han llevado á Matilde medio 
muerte, y Casi á rastra. 

Tovos. Corramos todos. 

ERNES. ¡Dios justo!... 

orLEIm. (Con voz fuerte.) Ernés en tí confio; 
vuelveme mi hija.... traeme á Matilde (mo- 
derandose.) Cojed todos les armas. Vamos 
allá todos.... ¿()ué? ¡No soy aun bastante 
infelíz! (Salense precipitadamente y cae el 
telon! 





(91) 
ACTO QUINTO. 


ESCENA PRIMERA. 


HERMAN , ORLEIM , ERNES, MATILDE, 
AMELIA , FELIPE ) LUISA Y DOS CRIADOS. 


(A! alzarse el telon se ve toda la familia de 
casa junta. Matilde , á la qual se ha arranca- 
do de las manos de sus raptores , está recos= 
tada sobre un camapé , pálida y con los cabe- 
llos sueltos , mirando con temor á su padre, 
c04 cuyas miradas como que ¿implora su pie- 
dad. Amelia está junto á ella prodigandola 
sus caricias. Luisa , arrodillada delante de 
Matilde la tiene cogida una mano que besa con 
arrebato. Felipe , en pie, al lado de Amelia, 
manifiesta en su rostro la alegría quando mira 
á Matilde , y la inquietud mirando á su pa- 
dre. Herman junto á Orleim , y quando este 
mira á su su hija procura aquel con alguna 
accion acercarle á ella. Ernés puesto entre su 
tio y su prima se esfuerza con maña porque su 
padre vea á la hija. Orleim echa con disimulo 
algunas miradas hácia Matilde , y como que 
quiere der algun paso para aproximarse á ella; 
ero se contiene , aparta de alli su vista, y 

continúa hablando con los otros. 
Es de noche , hay dos bujias sobre la me- 


993 
sa, y en el fondo del teatro están varios cria- 
dos armados aun , y con hachas encendidas.) 


HERMAN. (41 Conde.) Habeis estado expues- 
to, Señor Conde ; siento no haberme ha-— 
llado á vuestro lado. 

orzzm. (Señalando á Ernés.) Ese es nuestro 
Libertador. Hay está el que ha desconcer- 
tado á Vodmar : aquel pícaro que huía de 

mí, y como que no quería pegar con otro 

- que con mi sobrino.... ¡Ah, querido! (Mi-, 
rando á Matilde y hablando con Ernés.) 

- ¡Valeroso Ernés! ¡no sabes quanto te de- 
bo!.. (Conteniendose como sintiendo haber 
dicho de mas.) A 

ERNES. He cumplido con mi obligacion , y 
nada mas. (Se vuelve 4 Matilde con un 
tierno interés.) ¿Estais , prima , algo mas. 
restablecida del susto? 

MATILDE. (Mirando alternativamente á Ernés 
y ásu padre ; áeste con miedo.) Ya podeis 
comprehender. ... la impresion que debe 
tener aun sobre mi corazon este suceso, 
aunque el conocimiento de lo mucho que 
os debo , y mi debida gratitud , suavizan 
algun tanto lo amargo de mi situacion. 
(Mirando la mano de Ernés embuelta en un. 
pañuelo con sangre.) ¡ Ay primo! ¡quánta 
sangre derramais! ¡Estais muy herido!..... 

ORLEIM, (Asustado.) ¡Qué!... ¡Herido! 

ERNES. No es cosa : esto es nada. 


(93) 


“ortEIm. Al menos que busquen un faculta 
tivo. 

ERNES. Si no merece la pena : es solo un 
arañazo. 

MATILDE. (Cogiendo la mano herida de Ernés 
casi el acento mas tierno.) ¡Ay! ¡ ¡herido!... 

| Y por mi causa!... 

Sd A voz baxa Pe cane que no leo oiga 
Orleim.) ¡ Ah mi vida!... (Con fuego. ) 
¡Quando detleia dichosa!... 

ORLEIM. ¿Y el insolente Vodmar, y sus mal 
bados cómplices?... 

FELIPE. Seguros están , y separados. Mis 
compañeros , bien armados , les hacen la 
guardia. 

ORLEIM. No tardará ya en amanecer...... Al 
punto Padre Capellan partireis á la Villa 
inmediata á avisar á la justicia. Os doy 
comision para que executeis quanto se de- 
ba contra unos viles raptores....pero Cár. 

«Jos no anda por aqui ; y quando alcanza- 
mos á los facinerosos , creo que le alcan- 
zé á ver muy retirado de nosotros. 

“FELIPE. Verdad es , si señor.... pero tal vez 
sería por tener miedo , pues no todos han 
de ser valientes... Ha, si, tambien ahora 

¿me acuerdo que luego ma se enzarzó la 

¡5 gresca se encendió su corazon , y daba el 
golpe que undia ; se necesita hacerle" en 
esto justicia. 

ORLEIM, (Mira á Marilde con expresion y ter- 








(94) 


mura , se acerca como para tomarla la ma- 
no , pero se contiene ; suspira y despues de 
un corto silencio se acerca á Amelia, y la 
dice con sentimiento.) Podeis Madama su- 
bir ya á vuestra habitacion , COM.... VUes- 
tra amiga ; y tenedme gran cuidado de 
ella si quereis complacerme.... (Procuran— 
do dominarse , habla con ternura , pero sin 
mirar 4 Amelia mi á Matilde.) Y ya oslo 
he dicho : en todo caso y por grande dis= 
tancia que nos separe, no dexaré de tomar | 
siempre el mayor interés en quanto os su- | 
ceda: ea id seguras. 

MATILDE, (Con un acento doloroso , y acompa-— 
pañada de vodos los actores , dice al mar- 
charse.) ¡Triste de mí! ¡aun no se cambia 
mi suerte! 


ESCENA Il 


ORLEIM (solo, ayoyandose sobre un camapé, 
y despues de un corto silencio.) 


¡Crueles resentimientos de un amor ultraja= 
do, os opondreis siempre á mi EUR 
¡Qué es esto!... ¡Qué es de mí!... ¿dónde, 
dónde iré á llevar mi desasosiego... el 
desorden de mis ideas , y los combates 
que desgajan mi alma?... 





(95) 
ESCENA IL. 


ORLEIM Y CARLOS (que entra descolorido, des» 
figurado , y con su vestido exterior mal 
puesto.” 

ORLEIM. ¿Qué me traes ahora?... Dexame, 

carLos. Vengo á rogaros, Señor Conde, que 
me oigais un instante.... tengo que pedi 
FOS La 

ORLEIM. ¿Qué cosa?... 

CARLOS. Mi castigo.... le merezco muy gías- 
de, pues yo os he vendido. 

- ORLEIM. ¿Cómo? ¿tú? 

CARLOS. Soy quien facilitó al Varon de Vod= 
mar el medio de introducirse aquí, dam— 
dole la llave de la puerta falsa del jardin, 
Jamás sin mí lo hubiera tal yez inten 
tado... 

ORLEIM. ¡Tú! ¡¡nfelíz!,.. ¿Pues qué te movió 
á tal crimen? 

cantos. El llegar á creerme que aborreciais 
de veras á vuestra hija.... Veía yo que la 
abandonabais ; que sus estados serian la 
herencia de otro ; y considerandomela sin 
amparo , me esperaba que Mr. de Vod- 
mar (como me lo aseguraba él mismo) re= 
pararía todo el mal de que erais causa... 
Lo que esta noche os he visto, Señor, ha- 
cer por ella , me prueba ya que me he en- 
gañado. Cometí en fin el crimen persua- 


(96) 
dido á que era una heroica accion : sé que 
no soy por eso menos culpable , Y vengo 
por lo mismo á someterme á la pena des 
-  bida. 

ORLEIM. (Despues de un rato de agitación. y 
silencio.) Con que por último has cometi- 
do ese delito por afecto é interés: de Ma- 
tilde ; pues retirate de haí. . ... estas per- 
donado. 

CARLOS. ¡Qué exceso de bondad!.., cn, ya 
que habeis vuelto vuestro cariño á nues - 
tra amable señorita vuestra hija.... ahora 
que sois un buen padre ya , daré mi vida 
por vos, y lo mismo hará toda vuestra fa- 
milia. ... ¡Ay amo mio! esto solo os -fal- 
tabajost 

orLeIm. (Confuso. y) Ya te he dicho que me 
dexes.... ¿quieres marchartet... (Salese Cár- 
los lleno de alegría despues de haber besá 
do las manos de Orleim.) | 


ESC A. 


ORLEIM. 

¡Qué predominio tiene esta criatura ojal lós 
que la rodean!... es siempre dueña. de; los 
corazones de todos!... ¿y será el mio el so- 
lo?... ¡pero , cómo no! si su madre me fue 
infiel y criminal.... aun asi, Matilde es 
inocente ; se cree mi hija , y á pesar.de mi 
continuo rigor , su tierno amor para con- 








(97) 
migo, su respeto y su humilde paciencia 


“Jamás se han desmentido!... su Juventud, 
sus gracias, su virtud y su misma des- 
gracia ¿no debian hacermela querer?... 
¡Orleim!... dexate ya de aborrecerla : el 
odio es un tormento... ¡Orleim! adopia, 
adopta esta niña que tanto te ama, y á la 
que no puedes mirar con indiferencia.... 
Si, Matilde ¡venciste! no sería justo que 
tu filial ternura luchase en vano contra el 
honor , que te arrojaba de mí, y contra el 
recuerdo de una injuria de que no eres 
culpable. Yo, yo seré tu protector, tu 
amigo y tu amparo, y tu harás que mi úl- 
timo dia me sea felíz.... ( Alterado viendo 
entrar 4 Vodmer.) ¡Hola! ¿qué ve0?4... 
QUES. A 


ESCENA Y. 
VODMAR Y ORLEIM. 


ORLEIM. ¿Cómo te atreves , vil raptor ?.... 
vobmar. (Con resolucion. ) Poco ruido Ot- 
lg 1 Ea 

ORLEIM. ¿Pues qué? ¿tu osadia?.... 


VODMAR. Dexemonos de voces. 


ORLEIM. ¡Cómo que! insolente.... No sabes 
que tengo á mi disposicion una multitud 
de hombres , que á la menor señal mia.... 


VODMAR. Cuenta con que la dés, Conde, que 








G 


(98) 

estoy ya desesperado. 

ORLEIM. ¿Íntentas acaso quitarme la vida? 

voDMaARr. ¡Yo! ¡Dios mio!... Pues ¿no eres el 
padre de Matilde? 

ORLEIM. 5 Y qué quieres tú con eso? 

VODMAR. Dar fin á tus males ; revelarte un 
terrible secreto, ú perecer á tu vista si 
lega tu imprudencia al extremo de no 
querer escucharme , despreciando la feli- 
cidad que vengo á ofrecerte , y la tran- 
quilidad dichosa que quiero restituir á tu 
corazon. Esa multitud de hombres que 
tienes á tus ordenes, á quienes habias en- 
cargado que me custodiasen , agobiados 
por la fatiga se han rendido al sueño. Me 
he aprovechado de la ocasion : les he co- 
gido sus armas ; (enseña dos pistolas) y si 
ahora te hallo infiexíble , sabré arrancar- 
me de la muerte ignominiosa que me obli- 
gaste á merecerme.:.. Te ruego , Conde, 
que me oigas ; voy á hablarte de Matilde - 
por la última vez. 

ortzim. (Despues de un rato de silencio.) 
Despachate ; habla. 

VODMAR. Te Sedí ya SU Mano... 

ORLEIM. Y te la negué porque debia hacer- 
lo asi, 

voDMAR. Tu la aborrecias.... 

ORLEIM. No tal.... | 

VODMAR. Si, pues que la abandonabas , la 
desterrabas de aqui. bl 





(99) 
ORLEIM. Pero sintiendolo yo mas que ella. 


voDMAR. Como es cierto que la privabas de 
sus bienes , de su familia , reposo y feli- 
cidad , intenté darla todo esto... 

ORLEIM. Por medio de un crímen. 

voDMAR. Ya vengo ahora deseoso de repa- 
rarle. Dame tu hija , eligeme por tu yer- 
no , y te doy en cambio la felicidad de tu 
vida. 

ORLEIM. ¡Y te atreves aun á insistir en eso! 
¡tú!... ¡el hijo de Vodmar!... ¡como ha de 
ser Matilde tu esposa! ¡infeliz!... ¡si inten- 
tas un nuevo crimen!... ¡Oh, si pudiera 
yo hablar! 

voDmar. Habla; ¿qué cosa hay que no pues 
da yo oirte , y á la qual no pueda res- 
pondertef 

ORLEIM. Pues en ese supuesto, ya que es pre- 
ciso que te revele mi oprobio para salvar- 
te de un remordimiento eterno, sabete 
que Matilde.... 

VODMAR. Prosigue... 

ORLEIM. Es tu hermana. 

vVoDMAR. ¿Mi hermana? ¿Y tu lo has llegado 
á creer... ¿Y esla causa esa de la aversion 
que la tienes , de tus menosprecios , y de 
su triste desgracial... Llegó en fin el tiem- 
po de que se abran tus ojos. Un falso ho- 
nor , y una fatal preocupacion me han 
tapado hasta aqui la boca; pero la virtud, 
la humanidad y mi amor me obligan ya a 

G,2 


(100) 

romper mi silencio.... Orleim mirame 4 
tus pies.... perdona á un hijo el que no ha- 
ya querido deshonrar á su padre.... per- 
doname el miedo que he tenido de que me 
mirasen las gentes con vergúenza si te 
descubria este secreto de iniquidad , de 
que fue autor mi difunto padre , y tu co- 
razon fue la víctima.... (pone las pistolas 
sobre la mesa.) Aqui tienes armas: me en- 
trego en tus manos para que determines 
de mi suerte despues de que hayas leido 
este papel.... (dale una carta.) Toma , y 
lee esta carta que un padre moribundo de- 
xó en mi poder : monumento eterno de su 
arrepentimiento , y de la inocencia de la 
persona que tu mas amabas : este escrito, 
en fin, que si hubiese yo cumplido con su 
última voluntad , hubiera debido entre, 
gartele un año há; pero me le he guarda- 
do-por orgullo , por un culpable respeto 
por la memoria de mi padre, y ya mis re- 
mordimientos me fuerzan á ponerle á tus 
plantas. 

ORLEIM. (Cogiendo la carta con.una mano trén 
mula.) Si y reconozco su letra , ella es; 
pero ¡que voy á leer! (Lee en voz alta.) 

>» Yo muero, y todo va á acabarse pa- 
»ra mí , sin que me siga á la eternidad 
»otra cosa alguna que el penetrante ar- 
»»repentimiento que me está deborando. 
»»¡Perdon! ¡perdon Orleim! Si tu me per- 


(101) 
»donas tal vez me perdonará tambien un 
» Dios terrible y vengador.... Orleim abre 
>»tus ojos , mira mi crimen , y cerciorate 
sde la inocencia de tu esposa Carolina, 
>»que siempre te fue fiel.... (Con exclama- 
>>ciom.) ¡Ella inocente! ... ¡Ay de mí!... 
»»( prosigue leyendo , y quanto mas ve la 
>>carta aumenta mas su ilanto.) Pretendi- 
mos tu y yo su mano, y despreciando-— 
>»»me hizo mas caso de la tuya. Reconcen- 
»tróse en mi corazon mi rabia , y medité 
una venganza horrible, que pude lograr. 
- >» Estando tu para hacer un viage quisiste 
» llevarte el retrato de tu muger y no sé 
>»»encontró, porque tuve arbitrio para ha- 
»Ccerme con él. Vuelves de tu ausencia, y 
esta miniatura con una carta calumnia— 
»dora que la acompaña y que hize caer 
>» en tus manos , producen el triste efecto 
sque yo deseaba. Es deshonrada á tus 
ojos tu virtuosa Carolina 5 la arrojas de 
»tu lado ¿ desconoces á tu hija , tu propia 
»»sangre.... la maldices.... y9... (Repre- 
senta.) ¡Cielos!... no puedo mas. (Cae so- 
bre un camapé.) 
voDMAR. (Abrazandole y de rodillas aun.) ¡O 
Dios!... Felipe.... Cárlos.... Ernés.... 


(102) 
ESCENA Vl 


LOS ANTERIORES , FELIPE Y HERMAN. 


FELIPE. (41 entrar hablando con Herman.) Se 
nos escapó.... pero no ; aqui está. 

HERMAN. 5Y qué gritos han sido estos?..sm..o 
(Corriendo hácia Orleim.) ¿Qué es esto? ¿en 
qué estado os hallo?.... 

ORLEIM. (Como fuera de sí y con. una voz dé- 
bil.) ¡Mi hija!.... ¿dónde está mi hija? id y 
traedme á Matilde.... quiero abrazar á mi 
hija... 

HERMAN. Ya vuelvo á encontrar 4 mi vir- 


tuoso Orleim. (Corre á la habitacion de 
Matilde.) 


A 


ESCENA Vil 


ORLEIM Y VODMAR. 


vonmMar. Volved en vos Orleim : recobrad 
vuestros sentidos. 
ORLEIM. Vías facilmente se sobrelleva una 
- mala noticia, que la de una dicha ines- 
perada. (Alcanzando á ver á Matilde.) Esa 
es mi hija , si, mi hija, 


(103) 
ESCENA VI 


ORLEIM , MATILDE que baxa de su quarto 
CON AMELIA Y HERMAN 5 VODMAR , ERNES, 
LUISA , FELIPE , BLUM , CARLOS Y TODOS 
LOS CRIADOS entran con precipitacion por 
la puerta del fondo. 


orLEImM. (Sentado aun.) ¡Hija mia! Ven, ¡cot- 
rey huqant.t. 

MATILDE. (Echandose en sus brazos.) ¡Ay 
Dios , y que dulce nombre... 

ORLEIM. Echate sobre mi corazon , y estre= 
chame contra el tUY Om... 

MATILDE. ¡Ay padre de mi alí 

QRLEIM. Repiteme ese nombre : haz que le 
oiga yo mil veces de tu boca. 

MATILDE. ¡Padre!... Cora á todos.) ¡ Mi 
padre!... 

ORLEIM. Perdona , hija: mia , mis injustos: ti- 
gores ; efdbnote las Loa que te hi- 
ce verter : esta es la- única gracia que tu 
padre te pide ¿me la concederás?... 

MATILDE. ( Llorando.) ¡ Ay!... Si estoy en 
vuestros brazos: ya no me acuerdo de mis 
penas pasadas. 

ORLEIM. (Dexando de «sus brazos á Matilde 
se vuelve hácia Amelia.) Y vos , Madama, 
amiga la mas fina de mi vittuosa Caro- 
lina... 


104, 

AMELIA. (Con un grito de alegría.) ¿Qué está 
ya justificada ? 

ORLEIM. Si, si, lo está.... ¡Matilde , hija mia! 
mira; haí tienes al que debes tú tu padre, 
y yo mi hija ( Señalando 4 Vodmar. ) Te 
ama, pretende tu mano y pero pues que 
de semejante eleccion depende tu felici- 
dad , tu sola debes decidir. Habla ; señ- 
a 

MATILDE. (Mudando su color ) ¡Yo!... 

ERNES. (Aparte con susto.) ¡ Dios mio!... 

ORLEIM. Dí tan solo una palabra. 

MATILDE. (Tituveando.) ¡Ay po mio!... 

ERNES. ¡Perdido soy]!... 

ORLEIM. ¡Qué es lo que ahora Sto 

VODMAR. No temais Ernés.... Señorita no me 
temais , no... (4 Orleim.) Ahora descubrís 
aqui otro secreto, que ya habia yo pene- 
trado á pesar de la ilusion con que procu- 
raba seducirme. Conde , haced felices pa- 
ra siempre á Matilde y Ernés , segun os 
lo ruego. De este modo debo expiar yo 
mis errores , y asi es como conseguiré el 
reconciliarme conmigo mismo : «dexarán 
los dos de aborrecerme 3 vos mismo me 
estimareis mas , y mi padre y mi corazon 
no lo perderán todo. 

or LEImM. (Coge 4 Vodmar la mano en. señal de 
aprobacion , y dice despues á Matilde.) 
¿Tiene razon Vodmar en lo que dicet di 
Matilde.... ¿prefiere á Ernés tu corazon ? 








(105) 

¿MATILDE. (Con ingenuidad, Y Lo ignoraba yo, 

«* padre mio”; pero acaban de hacermelo sa- 
ber. 

ORLEIM. (Con dulzura á Ernés.) Y tú , hijo 
mio , tu que poco ha te negabas á de- 
CUM... 

' (ERNES. ¿Cómo habia yo de atreverme á de- 

-Clarar , ni aun á mí mismo, un sentimien- 

If to que mi situacion puede degradar en el 
concepto de los hombres ? 

¿'ORLEIM. Al que no le acusa su propia con= 
ciencia nada le degrada.... te he llamado 
siempre mi hijo , no quiero perder esta 
costumbre ; recibe de mí lo que mas amo 
en el mundo. Tuya es Matilde. 

MATILDE Y ERNES. (Echandose á los pies de 
Orleim.) ¡Padre mio!... ¡Amado padre!... 

TODOS. Solo con eso somos todos dichosos. 
ORLEIM. (Llevandose á un lado áVodmar le 
dice con zelo.) Es el sepulcro un sagrado. 
asilo que deben respetar el odio y la ven- 
ganza....(Le da las dos cartas , la que es- 
taba en la cartera, y la que le entregó Vod- 
mar.) Perdono á tu padre, y no pertur— 
 baré su memoria.... mi corazon te prome- 
te, Vodmar , un secreto inviolable de to- 
do lo pasado. 

Jyobmar. Procuraré hacerme digno de ese 

“noble proceder.... Ernés lograd de vues- 

tra dicha por muchos años, y acordaos 

bella Matilde del que os procura vuestra 


<= e 








| 
(106 e] 
felicidad : no pierdo enteramente la mia, | 
“pues que al fin he podido restituiroslas | 
(Vase.) 

ol 


ESCENA IX. Y ULTIMA. | 





orLErm. Permita el cielo que la aurora que | 
va á parecer , ilumine vuestro himeneo y | 
mi felicidad. (Abrazandoles con HHanto,)' 
¡Querido hijo!... ¡hija del alma!... ¡Hal... | 
¡Ya no vive mi adorada Carolina... pelo! 

á lo menos soy aun padre!... 
(Correse el telon. ) 








EIN DE LA PIEZA. 





A O ATA 


CEN 


sa ne 


¿a dl nea 
ES e