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Full text of "Por balcones y ventanas : juguete cómico-lírico-gimnástico en un acto"

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POR BALC0I1S \ VITIMS, 



JUGUETE COMIGO-LIRICO-GIMNASTICO EN UN ACTO, 




ARREGLADO DEL FRANCÉS 



9 



;AFAEL BLASCO 





VAI.ENGXA: 

IMPRENTA. DE JOSÉ RIUS. 

1861. 



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POR BALCONES Y lEMA^'AS. 



POR BALCOIS Y VEIAMS, 

JUGUETE GÓMICO-LÍRICO-GIMNÁSTICO EN UN ACTO, 



ARREGLADO DEL FRANCÉS POR 



RAFAEL BLASCO 



Música de D. Carlos Llorens» 



Estrenado en el teatro de la Princesa de Valencia el dia 24 
de Diciembre de 1860. 



4025^^ 



IMPRENTA. DE JOSÉ RIUS. 

4861. 



Digitized by the Internet Archive 

in 2010 with funding from 

University of North Carolina at Chapel Hill 



http://www.archive.org/details/porbalconesyventOOIIor 



La propiedad de este arreglo pertenece á D. Rafael Blasco . 
Los corresponsales de la galería dramática y lírica , titulada 
El Teatro, son los encargados esclusivos de la verda de 
egemplares y del cobro de derechos de representación en todos 
los puntos. 

Queda hecho el depósito que exige la ley. 



PERSONAGES. ACTORES. 

DOLORES Señorita Olaso. 

DOÑA JACOBA Señora Bagues. 

MANZANEDO Señor Mora. 

AGUAC AECHE Señor Sanz. 

UN CABO Señor N. N. 

Transeúntes invisibles , soldados. 

La acción pasa en Madrid en la calle de la Luna. 

IDEA DE LA DECORACIÓN. 



Ventana 

de 

Manzanedo. 






3.° piso. 



Ventana 

de 

AíTuacaeche. 



Balcón 

de 
Dolores. 



1 A 















A [ i. 
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l.*^' piso. 



Y ? í 













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Raleen 

de 

D.* .lacoba. 



A i r 

í ? ? 



Farol de gas. 






Cialeria. 



ACTO ÍMCO. 



El teatro representa en primer término una galería- En el fondo, 
la fachada de una casa. Entre la galería y la casa se supone 
una calle , para lo cual se levantarán las tablas comprendidas 
en el espacio dicho. La fachada tiene dos balcones en el pri- 
mer piso y dos ventanas en el segundo , en la misma línea. El 
balcón de la izquierda del actor será algo mayor que el otro, 
si es posible , y á su lado , á la izquierda , habrá un farol de 
gas sostenido por una columna de hierro. No se verá mas que 
el estremo superior de la colimina. 



ESCENA PRIMERA. 

IVlANZANEDO en la ventana de la dcreclia de la fachada con una cana de 
pescar en la mano. Al estrcmo del bramante hay una pelota de goma en 
vez de anzuelo. 

Parece que no ha cerrado bastante la noclie. Toda- 
vía hay imbéciles que me miran con la boca abierta 
(mirando á la caiif). Esto dc pcscar á la caña desde un 
segundo piso no está al alcance del vulgo. Eh! 
(á los de la calle) SÍ no desalojan retiro los aparejos. 

CORO EN LA CALLE (1). 

Mañana se abaratan 
la trucha y el salmón. 
Seíior, por compasión, 
no sea usted guasón, 

(I) En los teatros donde por la falta de coros no pueda cantarse esta 
pieza no hay inconveniente en que se suprima. 



i^ í~(i ST) ,1^ ^ f— 



— 8 — 

que el que pesca de noche y al vuelo 
no tira el anzuelo 
con buena intención. 
Manz. Si llegara el anzuelo 

junto á la calle 
no haria yo mala pesca 
(le badulaques. 
Coro. Ja! ja! ja!,ja ! 

qué pescará! 
Manz. Je! je! je! je! 

yo me lo sé ! 
Coro. ¡Ay ! ay ! ay ! coja usted ese barbo, 

¡Ay¡ ay ! ay ; que se escapa un besugo, 
¡Ay ! ay ! ay ! tire usted de la caña 
con maña , con maña 
que va un tiburón. 
Manz. ¡Ay! ay! ay! basta ya de broniita, 

¡Ay ! ay ! ay! que me enturbian el agua, 
¡Ay! ay! ay! si les tiro un puchero 
verán qué salero 
tendrá la función. 
Coro. (AiejáncJüsc) Ay! ay! ay! coja V. ese barbo, etc. 

HABLADO. 

Manz. Ya se van: buen viage, transeúntes. Ah! voy á dar 
á ustedes una tarjeta... verbal por si gustan utilizar 
mis talentos. Yo soy pintor, retratista, miniaturista 
y paisista; pero como no tengo que hacer en estos 
momentos me dedico á pescar á la caña desde una 
ventana de un piso segundo , con una pelota de 
goma elástica por aparejo.... Ah! bueno!... se 
alejan satisfechos de la esplicacion Comienza á cer- 
rar la noche , no tengo que temer la luz de ese fa- 
rol de gas que no encienden nunca bajo el frivolo 
pretesto de que vivimos en la calle de la Luna , ni 
la mirada impertinente de mis vecinos que, de se- 
guro, no saldrán á la galería. Vamos.... atención. 

(Asomándose mucho á la ventana.) El balcon dc mí VCCina 

continua cerrado... Pero ¿en qué diantre estará 
pensando la encantadora Dolores? ¿Me va á dejar 



con la caña en la mano toda la noche? (Agita ei 

bramante de raodo que la pelota clástica dé en los cristales del 
balcón situado debajo de su ventana. Momentos de silencio,) 

¡Ah! ¡ya está ahí!... 



ESCENA 11. 



MANZANEDO , DOLORES. 



UOLORES. (Abre el balcón situado debajo de la ventana de Manzanedo y 

sale á la parte esterior.) ¡Caballero! que va "V. á rom- 
per los cristales.... 
Manz. ¡Ah, señorita! era para ahorrarme un sello de dos 
cuartos. Voy á echar una carta al correo.... soy 

con V . (Retira la caña y ata una carta al estrerao del bra- 
mante.) Ya sabe V. , es una carta del mismo á la 
misma.... Ahí dentro va, como siempre, el co- 
razón de Juan Manzanedo traspasado por una 
flecha.... un corazón negro, herido de arma blan- 
ca. Van también cuatro páginas de texto compacto, 
sin erratas.... Tome V. pronto, señorita. 

Dolor. No sé si debo.... 

Manz. Debe V. , debe V.... estoy seguro.... No seria de- 
cente dejar mi corazón al estremo de un bramante. 

Dolor. (Tomando la carta.) Pcro , caballcro , yo apenas conoz- 
co á V.... y ya es esta la tercera carta que me en- 
vía por la ventana. 

Manz. Pues justamente eso lo hago para que V. me co- 
« nozca. Sepa V. que la amo como solo un colorista 
sabe amar. 

Dolor. Yo bien quisiera creerlo, ¡pero dicen que los hom- 
bres son tan embusteros! 

Manz. ¡Oh! señorita.... eso es una impostura. Si pudiera 
V. leer en el fondo de mí corazón vería grabadas 
con caracteres de fuego estas palabras: ¡ángel mío, 
yo te amo! 

Dolor. ¡Silencio! ¡viene mí tía! 

Manz. ¡Diablo! (Retira aceleradamente la caña y se esconde.) 



— 10- 

ESGENA III. 

DOLORES, DOÑA JACOBA. 

D.» Jac. ¿Qué haces aquí , sobrina? Me ha parecido que ha- 
blabas. 
Dolor. ¿Yo.... tia? no, es que tarareaba. 

D.^ Jac. (Mirando á la ventana de arriba.) PueS haclaS HlUy mal: 

una señorita que tiene dote no debe tararear en el 
balcón , especialmente si hay en el piso superior un 
pelambrón , un pintor al óleo que ha tenido la au- 
dacia de pedirme tu mano por el correo interior. 

Dolor. Pero tia, V. le ha cerrado la puerta.... y él entra 
por el buzón. 

D.^Jac. Afortunadamente el señor de Aguacaeche, nuestro 
casero, ha despedido á ese embadurnador. Mañana 
acaba el plazo que le ha dado , y al fin nos dejará 
en paz. 

Dolor. ¡Mañana! 

D.^Jac. Si, señorita, mañana.... ¡Parece que eso no es 
de tu agrado! Basta que ese joven sea antipático al 
señor de Aguacaeche para que le tenga afición la 
señorita. 

Dolor. Pero tia, ¡siempre me está V. hablando del señor 
de Aguacaeche, á quien no puedo ver!... 

D.* Jac. Bien está, señorita: de un momento á otro espero 
á su tio de V. , cuyo buque ha llegado ya á Ali- 
cante. Veremos si él consiente que no pueda us- 
ted ver á un hombre de calidad y que tiene cuatro 
mil duros de renta.... 

ESCENA IV. 

DICHOS, AGUACAECHE. 
AgUAC. (Aparece en su ventana, que es la de la izquierda. Ha oido las 

últimas palabras.) (Sin duda Bstoy sobrc el tapete.) 
Dolor, (contestando á su tia.) Sí , pcro cuando mi tio vea que 
es muy feo, muy viejo y muy tonto.... 



— 11 - 

Aguac. (Respiro; no se habla de raí....) Saludo afectuosa- 
mente á la amable Doña Jacoba y á su seductora 
sobrina. 

D.^Jac. ¡Ah! es nuestro simpático casero.... Muchas gra- 
' cias , señor de Aguacaeche. (a Dolores.) ¡Saluda! 

Aguac. Mi señora Doña Jacoba, ¿Quiere V. permitirme un 
obsequio simbólico? Tengo aquí dos rosas que están 
solicitando bajar al cuarto principal en busca de sus 
compañeras.... ¡je! ¡je! 

D.* Jac. ¡Delicioso! ¡delicioso! ¿Sabe V., señor de Aguacae- 
che que eso se llama un madrigal? (Bajo á Dolores.) 
¡Ya lo ves, dice cosas muy bonitas cuando quiere! 

Dolor. ¡Ese g^'opo lo habrá encontrado en alguna caja de 
fósforos! 

Aguac. Voy á atar al estremo de este hilo mis dos rosas, 
la tia y la sobrina.... je! je! Allá van, señora Doña 

Jacoba. (Baja las rosas atadas al cstremo de un hilo: Doña Ja- 
coba pasa al balcón de la izquierda, las toma, vuelve al déla 
derecha y dá una á su sobrina, que la recibe de mal humor.) 



ESCENA V. 



DICHOS, MANZANEDO. 



MANZ. (Saliendo á su ventana y viendo lo que pasa.) (¡Hola! ¡hola! 

¿Tú también estás de pesca , gato viejo? Aguarda 
que te voy á poner en tu centro.) 
Aguac. (sinverá Manzanedo.) ¿Me atrcveré á preguntar á la 
señorita Dolores, si el perfume de esa rosa?... 

MANZ. (a Aguacaeche, interrumpiéndole.) iCalle!... CsV. OStima- 

do señor de Agua.... chirle?... El portero me ha 
dicho quaayer le afligia á V. el reuma. 

Aguac. (Con sequedad.) Señor mió; yo rae llamo Aguacaeche 
y no Aguachirle.... Y en cuanto á mi salud.... há- 
game V. el favor de dejarme en paz. (¡Este inqui- 
íino me rebien ta!) 

Manz. Sin embargo , señor de Agua. . . . turbia , ¿seria in- 
discreción preguntar á V. si tendremos tempestad 



— 12— , 

esta noche? Las personas de su edad suelen ser á 
manera de barómetros ambulantes. 

Dolor. (Riendo.) ¡ja, ja! 

D.^Jag. (Bajo á Dolores.) ¿Quieres no celebrar las insolencias 
de ese hombre? 

Dolor. Pero, tía, eso no es una insolencia, sino una obser- 
vación.... atmosférica. 

Agüac. Señor artista; estoy hablando con las señoras del 
cuarto principal y la buena educación exige que V. 
no interrumpa.... 

Manz. ¿Lo exige? Pues me retiro.... Pero debo advertir á 
V. que comienza á caer relente y á su edad no es 
bueno fraternizar con el sereno.... Quenas noches. 
Mañana preguntaré al portero si el reuma continúa. 

(Se retira de la ventana dejándola abierta. Momento de silencio.) 
AGUAC. (¡Infernal pintamonas!) (Dirigiéndose a las señoras.) ¿Me 

permite V., mi estimada señora Doña Jacoba, que 
continúe la conversación? Me atrevia á preguntar á 
la señorita Dolores si el perfume de esa rosa.... 

(Se oye estornudar á Manzanedo.) 

Dolor. (Con malicia.) Jesús, señor de Aguacaeche. 

Aguac. ¡Cómo! ¡si yo no he estornudado!... ha sido ese 
diablo de pintor!... Pero no importa; doy á V. las 
gracias como si hubiera estornudado y vuelvo á mi 
pregunta. Decia , pues, señorita.... si el perfume 
de esa rosa.... 

(En este momento Manzanedo, sin dejarse ver, comienza á to- 
rar en el serpenton una especie de preludio estravagante con el 
cual comenzará el terceto que sigue. Aguacaeche deja de ha- 
blar mostrando mucho enojo.) 

0.=» Jac. ¡Ese hombre es insoportable! (se retira colérica.) 



ESCENA VI. 



.\GUACAECHE, DOLORES, MANZANEDO. 



Aguac. ¡Habrá bruto semejante! ¡qué calamidad! 
Dolor. Vamos, es una serenata. 



TERCETO. 



Aguac 

Dolor. 
Aguac. 



Manz. 

Aguac. 

Dolor. 

Aguac. 
Dolor. 
Aguac. 

Dolor. 

Aguac. 



El diablo que te lleve 
á ti y al serpenton! 
El viejo está furioso! 
Me inflama ese pintor! 

(Cada vez que canta Aguacaeche sueoa el serpenton de Man- 
zancdo acompañándole ó terminando la frase de una manera 
estravagante. Manzanedo se acercado vez en cuando á la ventana 
con el serpenton en la mano observando á su vecino.) 
(Asomando, después de mirar á su vecino.) 

Si el campo no me dejas 
te aturdo como hay Dios! 
Ya calla ese maldito- 
¡qué plaga tan atroz! 
Se fue, sin duda, el viejo. 

(Mira á la ventana.) 
(Suspirando.) ¡All! 

¡Malo; suspiró! 
Probemos.... está sola.... 



¡vecina! 



Me llamó. 



Niña del alma mia, 
yo siento noche y dia 
un fuego que me abrasa, 
me incendia el corazón. 

(Suena el serpenton.) 

¡Maldito trompetero!... 

(A Dolores, con sentimiento cómico.) 

Apaga tú esta llama.... 

Manz, (Asomando á la ventana.) 

Mejor será un bombero 
para esa operación. 
Dolor. Señor de Aguacaeche, 

si está tan encendido 
yo encuentro en su apellido 
remedio salvador. 
Con agua los incendios 
se apagan noche y dia: 



— Id- 
si el agua está muy fría 
aun es mucho mejor. 

(Suena el serpentou como hacicodo burla de Aguacaeche.) 

Aguac. ¡Ah, bribonazo... 

no puedo mas!... 

mañana mismo 

la has de pagar. 

Sopla esta noche, 

que, voto á San, 

que muy en breve 

te haré bufar. 
Dolor. Si al fin no cesa 

de importunar 

con sus piropos 

ese Abrahara, 

es que no hay sordo 

mas contumaz 

que un propietario 

viejo y galán. 
Manz. (Asomando.) Pobe abuelito, 

que tiste está, 

baja el hilito, 

no sube ná.... 
Aguac. (interrumjjicndüic.) Ah , bñbonazOj etc. 

(Repetición del allegro, á los últimos compases Manzanedo saca 
el serpenton y toca las notas finales, acercándolo todo lo po- 
sible á Ja ventana de Aguacaeche.) 



ESCENA VII. 

DICHOS , DOÑA JACOBA. 

D.» JAC. ¡Esto es insoportable! ¡Vamos, sobrina, adentro! ¡Tú 
no puedes autorizar tales desbordamientos! (Coje del 

brazo á Dolores y la hace entrar. Esta se relira riendo.) 



-15- 



ESCENA VIII. 



AGUACAECHE, MANZANEDO^ luego DOLORES. 

Aguac. ¡Señor mió! eso ya pasa los limites.... Si es V. afi- 
cionado á berrear en música , compre un perro y 
vayase á tocar por las calles! 

Manz. ¿Qué dice papá? 

Aguac. Digo que está V. en una casa decente y que no la 
he construido para perrera. 

Manz. Cómo V. vive en el cuarto segundo! 

Aguac. V. tiene la culpa de que esas señoras, con quienes 
tenia el honor de hablar, se hayan retirado del 
balcón. 

(Dolores aparece en el balcón de la derecha.) 

Manz. (ai vería.) (¡Ahí está la vecina! y ese Noé no piensa 

todavía en irse á la cama!) 
Dolor. (Felizmente ha venido una visita de mi tia y estoy 

libre por ahora.) 
Aguac. (viendo tarabien á Dolores.) (¡La ^'£cina! 'ly cso maldito 

pintamonas que no se va!) 
Manz. (Apelemos á la estrategia.) Buenos noches señor 

de Agua.... ardiente (Se retira un poco dela ventana 

y se queda á la vista del espectador.) 

Aguac. Buenas noches, muy buenas noches , vecino. (¡Gra- 
cias á la Verónica!) (Asomándose á la ventana y tosiendo 

quedito.) ¡Jem! ¡jem! ¡jem! 
Dolor. (¡Aun está ahí ese moscardón!) 
Manz. (sin asomarse.) (Tose , pedazo de momia , tose , que 

aquí estoy yo para curarte el catarro.) 
Aguac. ¡Jem! ¡jem!... (a media voz.) ¡Bella Dolores!... ¡Psit! 

¡psit!.... ¿Estamos solos?... 
Manz. (Sí, solos los tres.) 
Aguac. (a media voz.) ¡Psit!... ¡psit!... 

Manz. (Asomándose bruscamente.) ¿Me llamaba V. , SCñor de 

Escabeche? 

Aguac. ¡No señor! ¡Así le lleven á V. cuatro legiones de 
demonios! 

Manz. ¡Es que estas condenadas habitaciones son tan so- 
noras!.... Todo se oye. Hace poco, cuando ha re- 



— 16— 

cibido V. á su lavandera.... porque V. anda á picos 
pardos, papaito!... 

Agüac. ¡Señor mió , esa es una indirecta pérfida!... ¡mi la- 
vandera!... 

M.\Nz. Nada, nada, anciano.... refuerce V. las paredes.... 
¿estamos? se oye todo. ¿Comprende V. la fuerza de 
la espresion? Todo. 

Aguac. (Colérico.) ¡Caballero!... 

M.\NZ. ¡Nada! Refuerce V. las paredes, tiene V. una ha- 
bitación demasiado acústica. Cuando entra la lavan- 
dera , V. la llama Rosita con voz sincopada, y des- 
de mi cuarto se oye perfectamente. 

Dolor. (¡Habrá viejo mas desvergonzado! ¡Se lo diré á 
mi tia!) 

Aguac. ¡Cómo se entiende, señor pintor! ¿qué chisme es 
ese? 

Manz. Aquí no se trata de ningún chisme , sino de la la- 
vandera. 

Aguac. ¡Es una falsedad , una calumnia! ¡yo no tengo la- 
vandera! 

Manz. ¡Entonces V. no juega limpio!... ¡Desdichado!... 
¡reniega de su lavandera! 

Aguac. ¡Joven! ¡joven! ¡retráctese V. ó rae salgo de mis 
casillas! 

Manz. (con énfasis cómico.) ¡Que me retracte! ¡has dicho que 
me retracte! No me conoces, anciano!... Permíteme 
que te tutee.... es un homenage que debo á tu 
edad avanzada. 

Aguac. (Furioso.) ¡Scñor pintor, es V. un hombre malévolo, 
insoportable! ¡Si mañana á medio dia no ha dejado 
V. el cuarto , haré que tiren los muebles por la 
ventana!... ¡Es mi ultimátum!... ¡Ahora toque us- 
ted el piporro! (cierra la ventana con fnria.) 

Manz. ¡Diantre! ¡Creo que me ha despedido perentoria- 
mente! 
Dolor. ¡Pobre joven! mañana.... 



— 17- 

ESGENA IX. 



MANZANEDO , DOLORES , después DOÑA JACOBA, 
MaNZ. (Mirando al balcón de Dolores.) (Aun GStá DoloreS OH el 

balcón,,., bueno! esta es la ocasión.... audacia.) 
(Llamando.) ¡Pst!... ¡pst!... ¡Señorita! Ya ha oido 
V. á ese chacal.... Me pone de patitas en la ca- 
lle.... niafiana á medio dia.... ¡Se acabó!... ¡me 
voy en busca de un asilo paralas bellas artes!... 

Dolor. {\ media voz.) ^.Se irá V.?... 

!\Unz. ¡Ah, señorita!... ¡ah, Dolores!... Antes de aban- 
donar este techo,... que no se desploma sobre el 
mas injusto de los caseros , quisiera al menos.... 
me atrevo á esperar... ya sabe V. 

Dolor. (Con timidez.) ¿Qué, caballero?... 

Manz. ¿No ha leido V. mi carta? 

Dolor. No, no señor. 

Manz. Pues en ella le pedia á V. hablarle sin testigos de 
un proyecto.... 

Dolor. ¡Imposible, no debe V. pensar en ello!... 

Manz. Al contrario, señorita: hace tres dias que no pienso 
en otra cosa.... Pero tranquilícese V.: he encon- 
trado un medio, un medio que puede partirme por 
entero la cabeza,... pero no importa. 

Dolor. No comprendo. 

Manz. Descuide V.; tengo un plan y se lo voy á decir en 
dos palabras.... ,_vieudo á d." Jacoba.) (¡Uf!... mi tia 
política!...) 

D.* Jac. (Deiias ue Dolores.) ¡Cómo! ¿aun cstás aquí? ¡Yo te ha- 
cia en la cama! Ya sabes: hay en mi cuarto una 
persona con quien tengo que hablar de asuntos se- 
rios y no quiero que me interrumpan.... con que 
hazme el favor de entrar al instante y cerrar el 
balcón. 

Dolor. ¡Pero, tia; hace tanto calor en mi cuarto! 

D.' Jac. El tiempo amenaza tempestad y puede llover. 

Dolor. (¡Dice que tiene un plan.... Dios mió! ¿qué querrá 
hacer?...) 

(Dolores se entra con Doña Jacoba, cerrando el balcoD.) 

3 



-18— 

ESCENA X. 

MANZANEDO, solo. 

Pues señor, la tal Doña Jacoba me ha declara- 
do una guerra cruel. Es una vieja antipática,... 
¡Qué malos ratos le habrá dado á ese pobre marido 
que anda surcando los mares?... Porque ese des- 
graciado es marino, como mi padre , á quien he es- 
crito suplicándole que interceda con él para que me 
conceda la mano de Dolores. 

Pero esa bruja me ha interrumpido en el mo- 
mento en que iba á revelar á Dolores mi atrevido 
proyecto.... No importa , mis fines son honestos y 
ella no puede negarme una entrevista que quizá 
voy á comprar al exagerado precio de cuatro ó 
cinco costillas..,. Manos á la obra.... La noche está 
como boca de lobo.... y es la última que paso en 

este cuarto. (Se aleja un momento de la ventana _v vuelve con 
una escala de cuerda que desarrolla por la parte de afuera.) 

¡Ajajá!... Yo he conocido mucho á Mr. Paul y por 
espacio de un año entero me he desnucado bajo sus 

auspicios dos veces por semana. (Sujetando la escoda 
detrás del antepecho de la ventana.) Ya CStá.... PcrO J'O 

quisiera bajar solo.... es decir, que no bajara con- 
migo la ventana. (Xira con luerza de la escala para ver íi 

está firme ) Bucuo: yo crco quo marchará ; ó por me- 
jor decir, que no se marchará.... (áaca la cabeza para 

mirar á la ventana de A^uacacche.) No SO VC luZ el Vas- 

congado se dedica en este momento á los visages y 
contorsiones del primer sueño.... No hay nadie en 
la calle,... ¡A la una, á las dos, á las tres!... 

(Se pone á horcajadas en el antepecho de la ventana.) ol Su- 
piera quien es el santo que preserva de los moli- 
mientos de huesos , me encomendarla á su protec- 
ción, ¡Ea! ¡valor! cernámonos en el espacio. 

(Pone el pie en ol pimer escalón.) ¡Diablo! ¡CrOO que me 

mareo! ¡todo me rueda!... con tal que no ruede 

yo.... (Baja algunos escalones.) Dcbo OStar Ú la mitad 
del CammO. (Baja mas, alarga una pierna y uo encuentra es- 



—19- 

caiones.) ¡Canaño! ¡no encuentro escalones! ¿me ha- 
brán cortado la escala? Probemos otra vez. (Estira mu- 
cho la pierna.) ¡ Ah ! creo que ya he llegado. (Dá un 

salto y se queda en el balcón. Dolores se asoma, dá un grito y se 
retira cerrando las maderas.) 

Dolor. ¡Un hombre! ¡Oh! 

ESCENA XI. 

MANZANEDO, después AGUACAECHE. 

MaNZ. (En el balcón de Dolores, después de un momento de silencio.) 
¡Si habré perdido el Viage!... (Acercáudosc á las made- 
ras y á media voz.) ¡Señorita, joven, criatura celes- 
tial!... soy yo, Juan Manzanedo. He bajado por 
una escala de cuerda desde el segundo piso y baja- 
rla de las nubes si fuera necesario.... Ya ve V. que 
no soy orgulloso: desciendo de mi altura y el genio 
de las artes se humilla por V. hasta el punto de 
comprometer su dignidad. ¡Dolores! ¡Abra V.!... 
(Momento de silencio.) ¡Nada!... ¡ uo rcspondc: se ha 
encerrado en su habitación! ¿La habrán seducido los 
piropos de ese fósil del cuarto segundo?... ¡Cana- 
rio! esta situación anómala no entraba en mi pro- 
yecto. 

AgUAC. (Saliendo á su ventana: lleva í;orro de dormir.) (¡jAh, briüO- 

nazo! ¡Ahora me la pagarás!... Voy á ver si ha 

dejado abierta la puerta.) (Desaparece.— Llueve.) 

Manz. ¡Comienzan á caer gotas.... Canario! ¡y son como 

avellanas!... f Acercándose de repente á las maderas y lla- 
mando.) ¡Ángel mió! ¡Contésteme V. una palabra, 
una sola palabra!... ¿Qué diantre? Yo no puedo 
acampar en este observatorio. (Momento de silencio.) 
¡Bueno! ¡me abandona al furor de los elemen- 
tos!... ¡qué derrota!... (Dando una patada en el suelo.) 

¡Si la Academia de San Fernando supiera esto!... 

- ¡Un pintor convertido en sopa! (Cambiando de tono.) 
Pues, señor, vamonos á casa. (AguacaccHe sale á la ven- 
tana de Manzanedo y retira la escala. En este momento Manza- 
nedo se vuelve hacia la pared y busca la escala á tientas.) 

Pero ¿dónde diablos está la escala? (\izando ios ojos y 



—20— 

viendo á Apiiacaeche.) ¡Ll Viejo! (Agiiaraeclie se ríe sardóui- 

cainente.) ¿Diga V,, señor de Ágiíacaeclie? 
Aguac. ¡Hola! ¿ya sabe V. mi apellido? 
Manz. '¿Ha encontrado V. por casualidad una escala? 
ÁGUAC. Si; pero la necesito. 
Manz. Es que yo la necesito mucho mas. 
Agüac. ¿Cómo es que se encuentra Y. en ese balcón á estas 

horas, vecinito? 
Manz. Por una casualidad: yo voy sonámbulo.... 
Aguac. ¡Ah! ¿si: y ha soñado V.? 
Manz. He soñado que bajaba á los profundos infiernos. 

(Mueve fuerte.) 

Aguac. ¡Qué lástima que los sueños no sean realidad! 

Manz. ¡Ah! ¿lo toma V. asi?... Oiga V., señor de Agua- 
fuerte , devuélvame V. la escala , porque está ca- 
yendo un chaparrón. 

Aguac. En efecto, creo que van á caer chuzos. 

Manz. ¡Casero, me voy á exasperar' ¡Cuidado conmigo! 
¡V. tiene la edad de un antidiluviano , pero yo pue- 
do tratarle como á un contemporáneo! ¡V. no co- 
noce á Juan Manzanedo! ¿lo oye Y.? ¡Manzanedo! 

Aguac. Quiero proporcionarle buena compañía. Voy á avi- 
sar á la guardia y puede Y. contar lo menos con 

cuatro soldados y un cabo. (Sc retira de la ventana.) 

Manz. ¡Y es capaz de hacerlo como lo dice! ¡Eh! ¡señor 
de Agua.... manil!... 

Aguac. (saliendo á la ventana.) ¿Mc llama Y., joven? 

Manz. V. viola mi domicilio.... ¡Le llevaré ante los tri- 
bunales! 

Aguac. (Desatando la escala y retirándola lentamente.') Mc permitirá 

Y. que retirela escala.... ¡je! ¡je! No quiero que 
se resbale Y. por casualidad y se vea en el com- 
promiso de saltar á la calle. 

M.ANZ. ¡Canario! ¡Cómo llueve! Al menos écheme Y. mi 
paraguas. 

Aguac. No veo ninguno, ¿quiere Y. su sombrero? 

Manz. Sí, pero el viejo.... el que tiene gasa.... 

Aguac. Allává: soy generoso. (I.e echaun sombrero y desaparece. 
El sombrero pasa por delante del balcón v cae en la calle. ^ 

M.ANz. (Asomándose) ¡Es el nucvo!... ¡Ah! ¡Pluguiera á Dios 
que no hubiera conocido nunca á Mr. Paul! ¡Qué 
buen tiempo debe hacer dentro de mi sombrero! 



—21 — 

¡Y se ha quedado el imbécil con las alas hacia ar- 
riba á estilo de maceta! ¡Que tenga tan poco ta- 
lento un mueble que está en contacto con mi ca- 
beza! ¡Eh! ¡señor de Agua.... á cántaros! 

Aguac. (Ed la calle.) Espere V. un poco , vecino ; el cuerpo 
de guardia está cerca. 

Manz. (Cogiendo una maceta del balcón.) ¡Aguarda , mico dccré- 

pito! (Tira la maceta. Se oye un grito de AguacaecheJ ¡LÓ— 

mo! ¡y corre todavía!... ¡Que no se haya descu- 
bierto aun la manera de matar á un casero! (rrm'na, 

la lluvia cae á torrentes. j 

ESCENA XII.* 



MANZANEDO, solo. 

¡Va á llamar á la guardia! Heme aquí entregado á 
la fuerza pública. (Mirando á la calle.) Saltar es impo- 
sible me romperla de seguro las piernas.... 

¡Brrr!... ¡Qué agua y qué frió! (Con tristeza y llamando 

á media voz.) Dolores , abra V. , soy yo.... esto es in- 
soportable.... el agua me corre por las espaldas. 

ESCENA XIII. 

MANZANEDO , DOLORES. 

ÜOLOR. (Sale al balcnii de D.* Jacoba con un paragua.s anierto.) ¡Ca- 
ballero , caballero! ¿qué significa esta imprudencia? 

¡VIANZ. ("Colocándose en el estremo del b.ilcoo donde se halla encerrado. 

¡Ángel, querubín, divinidad! perdone V.... 

Dolor. Silencio: no puedo escuchar á V. Mi lia está to- 
davía ocupada, pero puede venir aquí de un mo- 
mento á otro. Márchese V. , por Dios! (Riendo.) y 
seqúese V. 

Manz. Sí , me secaré , me quedaré como un espárrago si 
V. lo manda, pero en cuanto á marchar es impo- 
sible ; ¿por dónde? El señor Aguacaeche , á quien 
Dios confunda , ha retirado mi escala.... una mag- 
nífica escala de seda v akodon.... 



^ -22— 

Dolor. ¡Cielos! ¿y ha visto á V? 

Manz. ¡Que si me ha visto! pues ya se ve que si ; y se ha 
marchado á llamar á la guardia.... 

Dolor. ¡Dios mió! 

Manz. Como V. lo oye: de modo que si V. no quiere ver- 
me atado codo con codo, tiene que abrirme laven- 
tana. ' 

Dolor, ¡Eso jamás!... ¡V. en mi cuarto!... ¡de noche!... 

Manz'. (Es virtuosa, me alegro; ahora la quiero mas.) ¿Y 
qué hemos de hacer? 

Dolor. ¡Qué situación!.... (Dudando.) Si V. me promete.... 

Manz. Todo lo que V. quiera.... guárdeme V. en un al- 
mario, en una sombrerera, en cualquier parte. 

Dolor, (colocándose ni cstrcmo dd balcón.) EsCUClie V. , VOV.... 

pero V. debe hallarse mojado. 
Manz. ¡Como una sopa! 
Dolor. Tome V. el paraguas. 
Manz. ¡Bendito mueble! ¡Todavía me corre el agua por la 

espalda! 

(En el moincnto en que Dolores se aproxima al ángulo del bal- 
cón para dar el paraguas á Mauzanedo , D." Jacoba se acerca 
al balcón sin ver á Dolores , pronuncia las palabras que siguen 
V cierra la ventana.) 

D.^Jac. ¡Cielos! ¡qué tempestad! 

Dolor. (Volviéndose con miedo.) ¡Caballero , mi tia me ha en- 
cerrado! 

Manz. (Dando un salto de alegría.) ¿De VeraS? 

Dolor. (En tono de reconvención.) ¿Se alegra V.? Voy á llamar. 

Manz. Eso seria perdernos los dos. 

Dolor, fcon sentimiento.) ¿Y qué hemos de hacer? 

Manz. Figúrese V. que hemos naufragado en una isla de- 
sierta. 

Dolor. ¡Naufragado!... ¡Qué ideas tan estrañas tiene V.! 

Manz. (¡Demonio! ¡si yo tuviera una idea!) (Mira^ su alrededor.) 
(Ya la tengo.) Señorita, la lluvia continúa y tengo 
tantas cosas que decirle.... ¡Si V. me dejara la mi- 
tad lie su paraguas! (Toma una tnbla que está en el hal- 
cón para sostener las macetas y la coloca entre los dos balcones.) 

Justo : esto es. 
Dolor. ¿Qué hace V.? 
Manz. Construyo un puente, un puente colgante.... el 

amor me hace ingeniero. 



Dolor, 
Manz. 



Dolor. 
Manz. 



Dolor. 
Manz. 

Dolor. 
Manz. 



Manz. 

Dolor. 
Manz. 



Dolor. 
Manz. 

Dolor. 
Manz. 



—23 — 

¡Pero va V. á matarse, Jiianito! ¡por Dios! 
¡Jiianito!... ¡V. grita Juanito!... ¡Oh! yo no puedo 
detenerme ni un momento en acudir á su voz. (Suiíf 

sobre la tabla.) 

¡No puedo permitir!... 

¡Ay! ¡ay! ¡que me resbalo.... queme aplastólos se- 
sos!... Dolores, una mano ó soy perdido. (Dolores le 

dá la mano, Maazaiiedo se la besa ) |Qué manO, DÍ0S mÍO, 

qsé mano! 

¡Caballero!... es necesario que esto termine. 
Por terminado, señorita; aquí me tiene V. (.Saka aj 

balcón de Dolores y quita la tabla.) 

(9-etroced ende.) ¡Me dá V. miedo! 

(Aproximándose á Dolores.) VaffiOS , DoloreS , DolorcitaS, 

yo no soy ningún rinoceronte para causarle miedo: 

vengo á hacerle á V. una visita de vecino á 

buscar la mitad de este paraguas.... una dulce 

mitad. (Colocándose bajo del paraguas v tratando de apode- 
rarse de él.) ¡Yo mismo lo sostendré!... ¿Quiere us- 
ted aceptar mi brazo?... asi.... ahora nos encon- 
tramos cobijados bajo el mismo techo ; somos dos 
tórtolas que se arrullan en el mismo nido... ,ah! 
jV. me reconcilia con los paraguas! 

DÚO. 

Bella Dolores, — cuanto te adoro. 
¡Ah! Manzanedo, — calla por Dios. 
Si no me quieres — me voy al moro 
á que me rompan — un brazo ó dos. 

• Tú eres mi vida, — tú eres mi cielo 

¿Nada contestas? 

— ¿Qué he de decir?... 
Pues á la calle— bajo de un vuelo. 

(Haciendo adetuan de arrojarse.) 

Si, yo te amo. 

— Me arrepenti. 



Dolores, qué dolores 
me causas sin cesar, 
por fin de mis amores 
la cuerda armónica 
vas á tocar. 



Dolor. 



—24- 

Por ti con eco blando 
suspira el corazón, 
por ti.... ¿no escuchas? 
está sonando 
bim, bom , bim , bom. 

Juanilo Manzanedo, 
acepto tu querer; 
callar mi amor no puedo: 
debo á tus ímpetus 
corresponder. 

Muy bien has sorprendido 
mi pobre corazón; 
por ti el cuitado 
late afligido 
bim, bom, bim , bom. 



HABLADO. 

Dolor. Pero de cualquier modo es preciso que se vuelva 
V. á su cuarto. 

M.'VNz. Creo que con la humedad me he quedado tullido; 
es imposible. 

Dolor. Eso es un pretesto. 

Manz. ¿y V. quiere que me marche cuando dentro de poco 
nos va á separar la fuerza armada? 

Dolor. ¡Ah! ¡lo habia olvidado!... ¡pero si me encuentran 
aquí soy pérdida!... 

Manz. No, no lo con.^entiré; voy á inmolarme en tu obse- 
quio.... ¡Adiós, tórtola raia, adiós!... voy á tirarme 
de cabeza á la calle. 

Dolor. ¡Ah! no.... 

M.\.NZ. Pues me quedo. 

Dolor. Si yo pudiera entrar le daria escape al momento. 

Agu.\c. (F.n la calle.) Por aquí, cabo, por aquí. 

Dolor. ¡Aguacaeche! ¡viene con una porción de soldados! 
, ¡somos perdidos' 

Manz. ¡La guardia! Dolores, escóndase V aquí.... de- 
tras de nii. (l)olorcs se coloca a su espalda, MaDzaticdu abre 
el paraguas para ocultarla nicjor.) 

Aguac. (Eii lacaiic.) ¡Aquí cstá el bandido!... el salteador 

nocturno!... venga V., cabo. 
M.\NZ. ¡Así te llevaran los demonios! 



—25— 
Dolor. ¡Ay! ¡rae siento mala! 

MaNZ, (Mirando á su alrededor.) No, pOF DioS; 110 SB dcSmaye 

V eso no -viene ahora al caso..,, déjelo V. para 

mas tarde, ángel mió. (Apoya la tabla que le sirvió ante- 
riormente por un lado sobre d balcón y por el otro en el farol 
de gas.) 

Dolor. ¿Qué hace V.? 

Manz. Salvarla. Voy á aprovecharme de la oportuna colo- 
cación de este farol: defiéndase V. de esos bárbaros 
y no tenga cuidado por mi suerte, (se dispone á pasar 

á la tabla.) 

Dolor. ¡Cuidado, lleve V. cuidado! 

(Manzancdo se coloca a horcajadas sobre la tabla y llega de 
este modo al farol, se coje con una mano á la columna y con la 
otra deja caer la tabla á la calle.) 

Manz. Adiós, ídolo mió, hasta la vista, (se oye un gran ruido 

en el interior.) 

Dolor. Ya están aquí. 

Manz. ¡Ángel mió! ¡alma mia! (Dejándose caer á lo largo de la 

columna.) ¡Un dcsgarrou! mi pantalón se rie de mí. 

(Desaparece.) 



ESCENA XIV. 



dolores, doña jacoba, aguacaeche, un cabo, soldados. 

(Al desaparecer Manzanedo se abre el balcón donde está Dolores y se 
precipitan en él Doña Jacoba, Aguacaeche, el cabo y los soldados. 
Momento de asombro al ver á Dolores.) 

Aguac. ¿Dónde está ese pinta monas? 

D.^Jac. ¡Dolores! 

El cabo. 1 Es hembra!... 

D.»Jac. (Irritada.) ¿Qué hace V. aquí, señorita? ¿cómo es que 
se encuentra V. en este balcón?... 

Dolor. (Turbada.) Vine... á observar el tiempo.... V. me 
encerró.... y no me he atrevido á llamar, temien- 
do su cólera. 

D.^ Jac. ¿No hay nadie con V.? 

Dolor. ¡Conmigo! ¿dónde? 

(Aguacaeche v el cabo pasan al balcón de la derecha.) 



—26- 

D.^ Jac. Pues qué enredos son esos que nos cuenta V., se- 

/ ñor de Aguacaeclie?... 
Aguac. ¿Por dónde diablos se ha escapado?... Si yo le he 

visto, le hemos visto desde la calle.... ¿verdad, 

cabo? 
ElCab. Le he visto.... le he visto.... Por cierto quede 

noche se ve bien.... yo no he visto mas que un 

paraguas. 

UOLOR. (Abriendo el paraguas y volvicodosc hacia la calle.) ¡uOmO eS- 

te!.... Era yo. 

Aguac. ¡No puede ser!... (a Doña jacoba.) Si, yo he visto á 
Manzanedo en este balcón y he hablado con él, y 
he quitado después la escala de que se sirvió para 
bajar, y la he cerrado bajo llave en mi cuarto!... 

D.=» Jac. Pero hombre de Dios, ¿por dónde quiere V. que se 
haya escapado? 

Aguac. ¡Quién sabe!... ¡de un salto!... 

D.^Jac. ¿Así sin mas ni mas se da un brinco á la calle? 

Dolor. ¡Señor de Aguacaeche.... V. ha soñado! 

Aguac. Cabo, por Dios, baje V. á la calle; estoy seguro de 
que encontrará el cadáver del malhechor.... es ru- 
bio, no puede "V. equivocarle con ningún otro.... 
un cadáver rubio.... 



ESCENA XV. 



DICHOS, MANZANEDO. 



MANZ. (Asomándose á su ventana con gorro de dormir.) ¿'JUiercn US- 

tedes callar? ¿A qué viena este escándalo? ¡No se 
puede dormir en esta casa!... 

Dolor. ¡Ha resucitado el cadáver rubio! 

Aguac. (Esmiieíacto.) Ese hombre tiene siete vidas como los 
galos.... 

Manz. ¡Soldados!... ¿qué significa este asalto nocturno? 

D. Jac. ¿Quiere V. bajar un momento. Señor D. Juan? ne- 
cesitamos que V. nos esplique.... 

Manz. Con mucho gusto.... allá voy. (Se retira de la ventana.) 



.27- 



ESGENA XVI. 



LOS MISMOS, menos MANZANEDO. 

Aguac. Señor cabo, lleve Y. mucho cuidado con ese joven; 
tratará de embaucarlo con sus enredos.... es un 
artista, le hablará de colores , le entrará á la car- 
ga.... 

El Cab. Yo le cargaré á la bayoneta. 

Aguac. ¡Bien, bien! ¡Es V. un valiente!... pero aquí está 
el bergante. 

ESCENA XVII. 

LOS MISMOS, MANZANEDO. 



MANZ. (Que se ha quitado el gorro de dormir.) SeñoraS , mil pcr- 

dones: no he tenido tiempo de afeitarme.... ¿qué se 

ofrece?... ¿Necesita alguna cosa el señor Agua.... 

sucia? 
Aguac. ¡Desdichado!. .. ¿negará V. que ha descendido hace 

20 minutos al balcón inmediato por una escala de 

cuerda? 
Manz. ¡Qué chistoso está el señor momia esta noche' Ca- 
bo, V. rae parece hombre de talento. 
El Cab. En efecto, lo soy. 
Manz. Y modesto además. ¿No ve V. cómo miente este 

pobre anciano? Dice que yo he descendido, ¿dónde 

está la escala? 
El Cab. Si señor; ¿dónde está la escala? 
Aguac. La he guardado en mi habitación. 
Manz. ¡Ah! ¿pues si V. la ha retirado, viejo podenco , por 

dónde he vuelto yo á subir? 
El Cab. Justo; ¿por dónde ha vuelto á subir? 
Aguac. ¡Justo!... (¡Y hacen cabo á un hombre tan bruto!) 

Lo que sé es que la escala está en mi cuarto. Voy 

por ella. 
Manz. Note V. bien, cabo; el señor tiene una escala que 

quiere hacer pasar por inia. 



—28— 

El Cab. Precisamente. 

Aguac. ¡Precisamente!... pero V. no sabe lo que se dice. 

Manz. ¡Bien, bien!... ¡insulta V. al cabo! 

El CABO. ¡Cómo se entiende! ¡V. rae insulta! Venga V. preso. 

Agüac. Pero , hombre de los infiernos , yo no insulto á 
nadie , yo no sé , ni quiero saber nada , yo quiero 
volverme loco, imbécil siquiera.... Voy creyendo 
que soy sonámbulo, y que veo visiones y.... en 
fin.... que yo no soy yo , ni ustedes son ustedes.... 

El cabo. (Cogiéndole del cuello y sacadiéndoie.) ¡Es dcclr , qUG CStC 

viejo loco nos ha hecho perder el tiempo! No sé 
■ como no le acogoto. Soldados, media vuelta á la 

derecha; mar.... (Se marchan el cabo y los soldados.) 



ESCENA ULTIMA. 



DOÑA JACOBA, DOLORES, MANZANEDO , AGUACAECHE. 

Manz. (Riendo.) ¿Ve V. , pobre viejo, como se equivocaba? 
Aguac. ¡Lo que es eso.... tengo la cabeza muy dura! 
D.^Jac. Conque, señores, buenas noches; me parece que 

ya es hora de retirarse. 
Manz. Un momento; esta noche seria la mas feliz de mi 

vida si V. me otorgara lo que le he suplicado por 

el correo interior. 
D.*Jac. ¿V. trata de divertirse? 
Manz. ¡De divertirme!... ¿cree V. que yo rae chanceo, 

seiiorita Dolores? 
Dolor. De ningún modo. 
D.' Jac. Ya le he dicho á V. que buenas noches. 
Manz. ¡V. me envia á dormir!... pues bien, yo amo á 

Dolores , la adoro , y no consentiré que se case con 

ese animal antidiluviano. 
Aguac. ¡Caballerito! 
Manz. Yo he escrito á mi padre para que hable con su 

marido de V. y me conceda la mano de Dolores. 

De un momento á otro espero una contestación fa- 
vorable. 
Dolor. Ahora recuerdo, tia, el cartero ha traido esta carta 

para V. (Lc dá una carta.) 



-29— 

D.» Jac. ¿A ver, descuidada? (Mirando el sobre.) ¡Es letra de 

mi marido! 
Manz. Lea V. , lea V. (a Dolores.) me dice el corazón que 

trae una buena noticia. 
D.^Jac. (Leyendo la carta.) ¿Qué miro?... Mi marido dice que 

se case V. con Dolores. En tal caso no hay por 

parte mia ningún inconveniente. 
Manz. Por fin hemos obtenido su consentimiento. 
Dolor. ¡Qué placer! 
Aguac. Imposible.... eso es un absurdo.,.. Doña Jacoba, 

V. falta á su palabra. 
D.' Jac. Está dicho; los chicos se casan.... 

FIlVAIi. 

Manz. ' Por un cuerpo bonito 

¡cuántos trabajos 
suelen pasar los hombres 
enamorados! 
Pero no importa, 
que después de las penas 
vienen las glorias. 
Dolor. Canto victoria, 

que después de las penas 
llegan las glorias. 
Aguac. Basta de bromas, 

está el diablo en el cuerpo 
del pintamonas. 



FIN DEL JUGUETE. 



Habiendo examinado este apropósito no hallo inconve- 
niente en que su representaáon se autorice, si se hacen las 
supresiones atajadas en las escenas 8.^, i4.^, 15.'', 17.^, 
19.^ y 20.\ 

Madrid /." de Diciembre de 1860. 

El Censor de Teatros, 

Antonio Ferrer del Rio . 

Quedan hechas las supresiones indicadas por el señor 
Censor de Teatros. 



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